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Cambio climático: bajas expectativas en Cancún

Jueves 2 de diciembre de 2010 - Agenda Global - Nº 178

Martin Khor

A un año del caótico final de la conferencia de Copenhague, México es sede del gran acontecimiento internacional sobre el clima. Esta vez las expectativas son bajas, para bien y para mal. El año pasado la conferencia había concitado tantas esperanzas que la falta de un acuerdo vinculante fue un desastre. Este año, pocos esperan que la reunión de Cancún (29 de noviembre-10 de diciembre) produzca algo importante en materia de compromisos, ya sea para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero o para ofrecer fondos a los países en desarrollo.

Por otro lado, esta falta de expectativas indica lo relegado que ha quedado el cambio climático en la agenda política mundial en sólo un año. Y eso es muy malo, porque el problema climático ha empeorado.

Este año ya rivaliza con 1998 en cuanto a las temperaturas más elevadas desde que se tienen registros. Y ha habido numerosos desastres naturales, algunos de ellos, como la catastrófica inundación de Pakistán, vinculados al cambio climático.

Otros hechos, en especial la expansión de la crisis financiera a Europa occidental y la persistente alta tasa de desempleo en Estados Unidos, han acaparado la atención de los políticos y de la opinión pública de los países desarrollados.

En este contexto, las posibilidades de obtener un acuerdo mundial sobre el cambio climático parecen mucho más débiles. Y cuando un problema parece insoluble, los gobernantes tienden a perder interés porque no quieren que se los asocie con el fracaso.

Los problemas que enfrenta en Cancún la Conferencia de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático son numerosos y parecen insalvables.

El principal es la incapacidad del gobierno de Estados Unidos de comprometerse seriamente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de su país en un nivel adecuado, porque el Congreso seguramente rechace una ley abarcativa sobre clima.

Esto hace que los otros países desarrollados se muestren reticentes a concretar sus propios compromisos. Peor aun, la mayoría quiere unirse a Estados Unidos en un sistema de compromisos voluntarios que reemplazaría al Protocolo de Kioto, de carácter vinculante (*).

Los países en desarrollo no pueden aceptar la muerte del Protocolo de Kioto, en el marco del cual los países desarrollados, salvo Estados Unidos, tienen metas jurídicamente vinculantes para reducir sus emisiones. Y pretenden que estos últimos las reduzcan como grupo en más del cuarenta por ciento para 2020 (comparado con los niveles de 1990).

En un nuevo informe del Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente (Pnuma), los más prestigiosos científicos revelan el desastre que podría ser un sistema voluntario. En lugar de reducir sus emisiones para 2020 en al menos entre veinticinco y cuarenta por ciento por debajo de los niveles de 1990, como se necesita, los países desarrollados en realidad aumentarían sus emisiones en un seis por ciento en un mal escenario, y las reducirían sólo un dieciséis por ciento en un buen escenario.

Esto se basa en los compromisos que ya realizaron.

El problema más difícil de resolver en Cancún es el gran cambio de actitud que han tenido la mayoría de los países desarrollados con respecto a la reducción de sus emisiones.

El otro tema controvertido será la propuesta de establecer obligaciones nuevas a los países en desarrollo, a instancias de los países desarrollados.

Se trata de obligaciones para reducir el crecimiento de sus emisiones y brindar informes cada dos años sobre las emisiones y los planes y medidas para su reducción, que estarán sujetos a verificación o análisis y consulta internacional.

Los países en desarrollo están dispuestos a hacer mayores esfuerzos y brindar más informes, pero para esto necesitan fondos y nuevas tecnologías. Además, ¿por qué deberían asumir obligaciones más severas cuando los países desarrollados quieren rebajar sus propios compromisos?

La posible luz en Cancún podría ser la decisión de crear un nuevo fondo para el clima en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Esto sería un logro muy limitado, ya que los detalles del fondo deben especificarse con posterioridad.

Después de todo, sería fácil crear un fondo si no hay compromisos claros en cuanto a aportar una suma sustancial.

Pero es posible que Cancún no tenga siquiera ese magro resultado.

Estados Unidos ha dejado muy claro, por intermedio de su enviado especial Todd Stern, que no puede haber una “cosecha temprana” en Cancún, como sería crear un fondo.

Para que Estados Unidos lo acepte debe haber un acuerdo sobre reducción de emisiones en el cual los países en desarrollo asuman obligaciones limitantes referentes a informes y análisis internacionales, y en el cual los países desarrollados sólo asuman un sistema de compromisos voluntarios.

En Cancún se exhortará a Estados Unidos a que permita la creación del fondo y que no tome de “rehén” los recursos con los que el mundo en desarrollo puede adoptar medidas ni como condición para salirse con la suya en otros sectores de las negociaciones.

*El Protocolo de Kioto.

Muchos países desarrollados todavía le están dando largas al asunto de cuánto deberían reducir sus emisiones, individualmente y como grupo, en el segundo período del Protocolo de Kioto, que comienza en 2013.

Rusia y Japón han declarado que no quieren continuar con el Protocolo porque Estados Unidos no es miembro, en tanto Australia, Nueva Zelanda y Canadá también están renuentes a comprometerse con el segundo período.

Queda la Unión Europea, que también prefiere cambiar a un nuevo sistema, aunque está abierta a seguir con el Protocolo de Kioto si los demás lo hacen.

Hasta el momento, sólo Noruega ha expresado con firmeza que quiere un segundo período del Protocolo de Kioto.


Publicado: Jueves 2 de diciembre de 2010 - Agenda Global - Nº 178

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