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El FMI post DSK: los cambios necesarios

Jueves 26 de mayo de 2011 - 20 Año 2011

Martin Khor

La detención de Dominique Strauss-Kahn por cargos de asalto sexual y su posteri9or dimisión como director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) desató de inmediato la carrera por su sucesión en el cargo más importante en materia de finanzas en las organizaciones internacionales.

Los dirigentes europeos reaccionaron con rapidez, afirmando que el puesto debe ser ocupado nuevamente por un europeo, según la vieja -aunque desacreditada- tradición.

Cada vez pierde más fuerza el acuerdo no escrito de que el director gerente del FMI debe ser europeo, mientras que el presidente del Banco Mundial debe ser estadounidense. Ambos deberían seleccionarse entre personas de cualquier nacionalidad y según sus méritos, y no sobre la base de un principio neocolonial como que sean europeos o estadounidenses.

Los candidatos de países en desarrollo deberían tener las mismas oportunidades, sobre todo porque estos países han aumentado su participación en el PNB mundial y muchos de ellos -sobre todo China y otros países asiáticos- poseen grandes reservas de divisas.

Pero el presidente de la Comisión Europea y los gobernantes de países como Alemania, Francia e Italia insisten en que debe ser europeo. Esgrimen entre sus razones que son los mayores acreedores, atraviesan una grave crisis y poseen candidatos con méritos notables.

La aparente “favorita” es, irónicamente, también de nacionalidad francesa, la ministra de Finanzas Christine Lagarde.

¿Por qué debería ser una ciudadana francesa quien suceda a otro francés que tuvo que renunciar deshonrosamente, cuando el cargo máximo del FMI ya fue ocupado por franceses durante treinta y cinco de los sesenta y cuatro años de vida del organismo multilateral?

Los dirigentes europeos sostienen que la dirección del FMI debe ser europea porque gran parte de los préstamos actuales del organismo están destinados a países europeos como Grecia, Irlanda y Portugal. Argumentan, además, que Europa se encuentra en una grave crisis financiera y un europeo podría entender mejor a la región.

Se trata de un argumento extraño lleno de dobleces. Cuando en 1997-1999 los países de Asia oriental sufrieron una crisis de la deuda y los principales clientes del FMI pasaron a ser Tailandia, Indonesia y Corea del Sur, nadie argumentó que el organismo debería ser dirigido por un asiático, quien hubiera comprendido mejor los problemas de esa región.

Del mismo modo, no hubo la más remota posibilidad de que un africano o un latinoamericano ocupara el máximo cargo del FMI, pese a que muchos países de esas regiones sufrían crisis financieras y fueron los principales prestatarios en las décadas del ochenta y el noventa.

El veterano periodista Chakravarthi Raghavan, respetado analista de organizaciones internacionales, sostiene que la crisis económica generalizada en Europa es justamente una razón válida para que no sea un europeo o una europea quien dirija al FMI.

En la década del ochenta, cuando la democratización de las instituciones internacionales estaba en la agenda, Estados Unidos y Europa argumentaron que, dado que los países en desarrollo eran deudores, no podía permitirse que controlaran el FMI o el Banco Mundial, recordó Raghavan en declaraciones a la agencia Inter Press Service (IPS). “Esta lógica se aplica ahora aquí. No debería permitirse que un europeo o europea dirija el FMI”.

Raghavan agregó que los paquetes de rescate del FMI para Europa se convirtieron en intentos de proteger los intereses de los bancos franceses y alemanes, los principales acreedores y tenedores de bonos de Grecia, Portugal y España.

Los países europeos tienen algo más de treinta por ciento de los votos en el FMI, Estados Unidos 16,7 por ciento, Japón seis por ciento y Canadá tres por ciento. Si los países desarrollados se unen bajo un solo candidato, lo más probable es que se salgan con la suya.

Varios países en desarrollo han reclamado un proceso de selección abierto y democrático de las autoridades del FMI y el Banco Mundial. Los países en desarrollo y emergentes tienen en conjunto 44,7 por ciento de los votos y, para ser nombrado, el director gerente del FMI debe obtener ochenta y cinco por ciento.

Ministros del Grupo de los 24 países en desarrollo que funciona en el FMI y el Banco Mundial reunidos en abril reiteraron su exhortación a “un proceso abierto, transparente, basado en el mérito, para la selección del presidente del Banco Mundial y el director gerente del FMI, sin importar su nacionalidad”. También reclamaron “que se presenten acciones y propuestas concretas para garantizar este cambio”.

Aunque la preocupación actual está centrada en la selección de un nuevo director gerente del FMI, más importante es la reforma necesaria de las políticas y el funcionamiento del organismo multilateral.

Un documento de South Centre, cuyo autor es el economista Yilmaz Akyüz, apunta al fracaso del FMI en la prevención de las crisis financieras, que es su tarea principal.

El organismo multilateral también tuvo un mal desempeño en el otorgamiento de préstamos de emergencia, sostiene, y aconseja políticas pro cíclicas para los países que recibieron sus préstamos, las que a menudo profundizaron las crisis.

El FMI tampoco estableció una distinción entre los países que enfrentaban problemas de liquidez y los que enfrentaban problemas de solvencia y prestó a los países deudores para que pagaran sus préstamos, en condiciones abusivas.

El cambio en la dirección del FMI es una buena oportunidad para discutir los puntos débiles del organismo y reformar las políticas.

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.


Publicado: Jueves 26 de mayo de 2011 - 20 Año 2011

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