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El fin del crecimiento

Viernes 23 de setiembre de 2011 - 37 Año 2011

Roberto Bissio

En medio de vaticinios sombríos, ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales de todo el mundo se dan cita este fin de semana en Washington para la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. “El crecimiento sigue enlenteciéndose” en el mundo, anunció Christine Lagarde, la jefa del FMI, citando tres síntomas preocupantes: el alto desempleo en las economías industrializadas, la inflación creciente en las emergentes y la escasez de crédito en todas partes.

La ex ministra francesa de Finanzas no es una agorera aislada. El Banco de Pagos Internacionales, con sede en Basilea, dice en su informe trimestral recién lanzado que en julio y agosto “los datos macroeconómicos ensombrecieron la solidez de la recuperación en varias economías principales” y, por lo tanto, los mercados financieros cambiaron sus previsiones con “importantes revisiones a la baja de las expectativas de crecimiento económico”. En Europa, los temores por la deuda soberana se propagaron desde las economías relativamente pequeñas de Grecia, Irlanda y Portugal hacia Italia y España. Los capitales buscan “refugio” en el oro y el franco suizo, cuyos precios se dispararon.

En Estados Unidos, las cifras publicadas a fines de julio “no sólo revelaron un crecimiento menor de lo previsto en el segundo trimestre, sino también que el nivel del PBI era alrededor de un punto porcentual inferior al previamente registrado”, mientras que “En Europa, según datos publicados el 16 de agosto, el crecimiento experimentó una notable desaceleración en el segundo trimestre, especialmente pronunciada en el caso de Alemania”.

Las bolsas caen, los bancos privados ven su credibilidad afectada porque tienen en sus arcas demasiados bonos de países al borde de la bancarrota. Las empresas tienen que pagar más intereses por sus créditos y muchas se ven obligadas a cerrar. Más desempleo implica menos consumo y más hogares que no pueden pagar sus hipotecas, lo que a su vez repercute sobre los bancos. La “segunda caída” de la crisis financiera y económica iniciada en setiembre de 2008 con la quiebra de la banca Lehman puede ser peor que la primera, porque ahora los gobiernos están demasiado endeudados como para acudir nuevamente al rescate.

Para enfatizar este punto, casi en simultáneo con su informe trimestral el Banco de Pagos Internacionales lanzó un avance de investigación sobre “los efectos reales de la deuda” en el que dice que “en niveles moderados la deuda mejora el bienestar y promueve el crecimiento”, pero demasiada deuda es dañina.

¿Cuándo pasa la deuda de buena a mala? Según un análisis de la deuda de gobiernos, empresas e individuos en dieciocho países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) entre 1980 y 2010, la deuda comienza a volverse un lastre para el crecimiento cuando las corporaciones deben más de noventa por ciento del producto bruto y las personas y los gobiernos más del ochenta y cinco por ciento.

Para los miembros del G-7 el promedio de deuda ya está en ciento doce por ciento (doscientos veintinueve para Japón, cien para Estados Unidos y sólo Alemania, con ochenta, por debajo de la línea divisoria), mientras que el promedio de los BRIC está en cuarenta por ciento, con Brasil en un extremo (sesenta y ocho por ciento) y Rusia en el otro (apenas nueve por ciento).

Los países más pobres son los que más están creciendo, pero el estancamiento de los poderosos los pone en una posición que Lagarde considera “vulnerable”, ya que una crisis prolongada en el Norte afectará su ingreso de capitales, de ayuda e, incluso, los actuales precios altos de las materias primas.

Mientras que en Washington los ministros especulan ya no con la nueva caída, sino sobre si ésta será fugaz o duradera, otras voces comienzan a anunciar que la que se viene no será una crisis más.

Richard Heinber, investigador del Post-Carbon Institute de California, dice que “la humanidad ya se ha comido las frutas bajas de los recursos naturales y se dirige ahora a consumir minerales y energía mucho más caros. Quienes manejan la economía intentan alentar el crecimiento acumulando deudas en la creencia equivocada de que es el dinero el que mueve la economía y no la energía y las materias primas. Ahora llegamos al límite del endeudamiento y al darse cuenta los mercados están sufriendo un infarto. Si no hay más energía ni más deuda, el crecimiento económico ya no es posible”.

Herman Daly, quien fuera hasta 1994 el principal economista del departamento ambiental del Banco Mundial, concuerda: “El modelo económico incluye capital, trabajo y recursos. En la teoría económica se puede llegar al mismo resultado bajando una variable y aumentando las otras. En la práctica esto no sucede. Un pastel de mil quilos no se puede cocinar con un puñado de harina por más que tengamos muchos hornos y una enormidad de cocineros”.

Un aumento en la deuda es sólo un número, explica Daly en entrevista con The European: “El dinero puede crecer sin límites, pero la riqueza está limitada por la ley de entropía y la escasez de materia y energía. Es una idiotez fijarse en el lado simbólico y matemático de la economía y confundirla con riqueza real. La deuda actual es tan grande que no se la puede pagar con crecimiento real. ¿De dónde saldrán 4.5 billones de euros en riquezas? Los costos del crecimiento se han vuelto más grandes que los beneficios. El crecimiento es antieconómico, aunque algunos todavía se benefician, privatizando las ganancias y socializando las pérdidas”.


Publicado: Viernes 23 de setiembre de 2011 - 37 Año 2011

1 comentario

  1. el pensamiento economico actual, no sirve para nada, ¿porqué no leen las autoridades monetarias a Carlos Marx?
    es que no quieren poner orden en la economia mundial, pues, «en rio revuelto ganancia de pescadores

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