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Bajo “nivel de ambición” en la Conferencia de Doha

Viernes 14 de diciembre de 2012 - 96 Año 2012

Martin Khor

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en Doha concluyó con un bajo “nivel de ambición”, tanto en términos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero por parte de los países desarrollados como en financiamiento para los países en desarrollo.

Varios delegados dejaron Doha con un sentimiento de alivio porque después de días de discusiones llegaron a un acuerdo sobre numerosos temas.

En definitiva, el régimen multilateral para el cambio climático sobrevivió una vez más, aunque con profundas diferencias y desconfianza entre países desarrollados y en desarrollo. El conflicto de paradigmas entre esos dos grupos de países fue muy evidente durante las dos semanas de negociaciones y se emparchó superficialmente en las últimas horas para evitar un fracaso rotundo.

Pero las diferencias resurgirán cuando se reanuden las negociaciones el año próximo. Evitar un colapso es una medida de escaso éxito.

En términos de avances hacia una acción real para enfrentar la crisis del cambio climático, la conferencia de Doha resultó totalmente inadecuada y otra oportunidad perdida. Tuvo lugar al final de un año de eventos inusualmente extremos. Las noticias del tifón de Filipinas, que mató a quinientas personas y dejó a otras trescientas mil sin vivienda, recordaron a los participantes la realidad de la crisis climática.

Sin embargo, los dictados de la competencia económica y los intereses comerciales lamentablemente fueron mayores prioridades para los países desarrollados. De ahí su bajo nivel de ambición en materia de reducción de emisiones. Y tampoco cumplieron sus promesas de proporcionar fondos y transferencia de tecnología a los países en desarrollo.

El resultado más importante de la Conferencia de Doha fue la adopción formal del segundo periodo del Protocolo de Kioto (2013 a 2020), que continúa inmediatamente después de la finalización del primer periodo este 31 de diciembre. Pero los elementos son débiles. Canadá, Rusia, Japón y Nueva Zelanda, miembros originales del Protocolo, decidieron abandonarlo o no sumarse al segundo periodo. Solo quedan la Unión Europea, Australia y algunos pocos más de un total de treinta y cinco países desarrollados y en transición para realizar compromisos jurídicamente vinculantes en el segundo periodo.

Además, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a las que esos países se comprometieron es, en total, solo de dieciocho por ciento para 2020, por debajo del nivel de 1990, comparado con el veinticinco a cuarenta por ciento necesario para contener el aumento de la temperatura global en dos grados centígrados.

Un factor positivo en la decisión sobre el Protocolo de Kioto es el mecanismo relativo al “nivel de ambición”, presentado por países en desarrollo, que dispone que los países “repasarán” su objetivo original y aumentarán sus compromisos para 2014, acorde con el objetivo global de veinticinco a cuarenta por ciento.

Por otra parte, la decisión limitó severamente los créditos o asignaciones extra disponibles para el segundo periodo del Protocolo de Kioto, que fueron acumulados en el primero por países que habían reducido sus emisiones más del nivel fijado. Según la decisión, esos países tal vez no puedan utilizar o vender la mayoría de sus excedentes.

Rusia es el país más afectado. El día de la clausura, el sábado 8 de diciembre, objetó duramente la forma en que el presidente de la conferencia, el qatarí Abdullah Hamad al-Attiyah, impuso la decisión sobre el Protocolo de Kioto, incluso cuando ese y otros dos países no habían estado de acuerdo.

Otra gran crítica es la falta de fondos para que los países en desarrollo puedan tomar medidas relativas al clima. La conferencia de 2010 en Cancún decidió que los países desarrollados deberían movilizar 100,000 millones de dólares por año desde 2020, y que entre 2010 y 2012 se entregarían 30,000 millones a través de una vía rápida.

Pero hay una brecha entre 2013 y 2020. A pesar de la demanda de los países en desarrollo de que hubiera 60,000 millones de dólares para 2015, la decisión del sábado 8 no especifica números en los compromisos. Solo “alienta” a los países a ofrecer por lo menos tanto como lo habían hecho en el periodo 2010-2012.

La falta de un compromiso financiero creíble restringe la capacidad de los países en desarrollo de adoptar medidas para combatir el cambio climático, y eso provocó su protesta en el plenario.

La conferencia de Doha también adoptó un conjunto de decisiones sobre acciones a largo plazo. Los países en desarrollo estuvieron conformes con los párrafos sobre equidad, medidas en torno al comercio unilateral, evaluación de la tecnología y una vaga referencia a los efectos de la propiedad intelectual.

No obstante, esas decisiones fueron muy débiles. Aún así, Estados Unidos registró su desacuerdo o reservas ante esas decisiones después de adoptado el texto, indicando que podría continuar objetándolo en futuras discusiones.

Una decisión positiva en Doha fue preparar, para la conferencia del próximo año, un “mecanismo internacional” para ayudar a los países en desarrollo a hacer frente a las pérdidas y perjuicios derivados del cambio climático. Mientras tanto, se establecieron algunas actividades, entre las que se incluirán una reunión de expertos y la elaboración de documentos técnicos sobre el tema. Los países en desarrollo esperan que este programa dé lugar a nuevos fondos para los países que sufren desastres como inundaciones, sequías y aumento del nivel del mar.

La conferencia también adoptó un plan de trabajo sobre la Plataforma de Durban. Hubo grandes discusiones en Doha en torno a esto, y varios países en desarrollo insistieron en que se mencionara dicha Plataforma, que tiene su base en la equidad y las responsabilidades comunes pero diferenciadas. El texto final no mencionó este principio e incluso, a instancias de Estados Unidos, se eliminó la referencia a la Cumbre de Río+20, que lo había refrendado.

Lo que quedó en el texto es una referencia al trabajo de la Plataforma de Durban guiado por los principios de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Pero incluso entonces, en la sesión plenaria final, Estados Unidos introdujo la reserva de que rechazaba el uso de esta frase en las negociaciones.

Esto revela hasta qué punto Estados Unidos y otros países desarrollados carecen de un espíritu de cooperación internacional. Ya no están dispuestos a ayudar a los países en desarrollo y, lo que es inaudito, objetan hasta la aplicación de los principios de la Convención en las negociaciones por un nuevo acuerdo.

Por encima de todo, esto demuestra la trágica paradoja de la conferencia de Doha. Tuvo éxito en adoptar varias decisiones y mantener vivo el régimen multilateral, pero no existe una sustancia real en las medidas para salvar el planeta del cambio climático, como tampoco un compromiso genuino para apoyar a los países en desarrollo.

* Fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.


Publicado: Viernes 14 de diciembre de 2012 - 96 Año 2012

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