En el mundo globalizado donde reinan los bancos, donde las empresas mineras, petroleras y los comerciantes de armas y drogas imponen sus reglas, hay una industria muy rentable: el secuestro.

El secuestro florece porque lo que conocemos como Estado, es decir una organización que ordena y gobierna un territorio legitimada por la aprobación general, ha dejado de existir o existe a medias en muchos lugares. Quedan empresas multimillonarias con técnicos que disfrutan estándares del primer mundo, gobiernos mafiosos, paramilitares, señores de la guerra, y poblaciones en extrema miseria divididas por milenarias diferencias étnicas y de idioma. Los secuestradores saben que las empresas están dispuestas a pagar.

Según el diario francés Liberation, las compañías de seguros estiman en veinte mil el número de secuestros cada año sobre el planeta. Los ciudadanos chinos constituyen el más grueso contingente de víctimas, pero la prudencia caracteriza la conducta de China en el exterior. En su caso, todo queda en la sombra. Venezuela, Colombia, México, América Central y la India van a la cabeza en cantidad de secuestrados. En parte de África, el rapto está unido a la piratería donde los somalíes no tienen competencia.

El crimen, los negocios y la política están mezclados con la religión y la lucha por la identidad. Grupos islamistas que quieren reemplazar los antiguos estados en descomposición con califatos donde impere la sharía o ley del Corán, operan en muchas regiones con el financiamiento de los wahabís saudíes. En Siria y Libia son aliados de los norteamericanos y la OTAN. En Túnez y Egipto tienen su propia política. En Mali, Camerún y Nigeria combaten contra los occidentales, especialmente contra los franceses.

Hace varias semanas que tres adultos y cuatro niños franceses están en poder de una organización no identificada en Nigeria. Hasta el momento en que escribo estas líneas no han sido liberados.

François Hollande y su ministro de Defensa han señalado al grupo Boko Haram. Pero el dato no está confirmado.

Boko Haram (la educación occidental es un pecado, en lengua haoussa), no ha reivindicado las capturas. Ellos afirman combatir por la creación de un estado islámico en Nigeria. El grupo fue fundado el año 2000 en el norte de Nigeria por Ustaz Mohammed Yusuf, un predicador salafista formado en Arabia Saudita. El Salaf es el reencuentro teológico con los primeros discípulos del Profeta. Boko Haram rechaza la modernidad y reclama la aplicación de la sharía. El grupo fue reprimido ferozmente, Yusuf fue asesinado por mandato del gobierno y todo acabó en un terrorismo generalizado. Atentados, masacres de cristianos en las iglesias, fueron desencadenados por los discípulos de Yusuf, casi siempre analfabetos. Ellos se distinguen por un salvajismo ciego: sus víctimas también son musulmanes heréticos. En noviembre de 2012, un representante del grupo, Abubakar Shekau, expresó en un video su solidaridad con Al-Qaeda.

En Camerún, donde se originó el secuestro, operan un centenar de filiales y doscientas empresas francesas en la explotación petrolera, forestería, azúcar, cemento, etc. Con este hecho llegan a quince los rehenes franceses en el extranjero.

Hay empresas especializadas en el rescate. Ransom & Kidnap ofrece consultorías sobre cómo negociar con los secuestradores y asegura la liberación del cautivo, los daños y los costos de cada operación, la repatriación, seguro para la probable invalidez, etc. Bellwood Prestbury Seguros Globales “no solo ofrece cobertura para un potencial rescate sino que también paga los costos de los expertos negociadores que hacen la diferencia entre una rápida y segura resolución o el peor resultado” (www.bellvoodprestbury.com).

Hay seguros especiales para áreas específicas como el Golfo de Aden o el delta del Níger. Según la empresa, son cincuenta y nueve los países de alto riesgo dentro de los miembros de las Naciones Unidas. Perú no está (todavía) entre ellos pero vamos avanzando, vamos avanzando…

Publicado: Viernes 1 de marzo de 2013 - No. 103 - Año 2013