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Día Internacional de Acción contra las Represas

Viernes 15 de marzo de 2013 - No. 105 - Año 2013

Jornadas de lucha en toda América Latina

Con lemas como “Todos somos afectados”, “¡La vida no se represa!”, “Aguas para la vida y no para la muerte” y “Agua y energía no son mercancía”, cientos de organizaciones en más de veinticinco países se movilizaron ayer en rechazo a estos megaproyectos, que atentan contra la población y la biodiversidad en las cuencas de todo el mundo.

En todo el mundo existen más de cuarenta y cinco mil represas, es decir, cuarenta y cinco mil muros que detienen el flujo de los ríos y sus nutrientes y lo transforman en lagunas con bajísima biodiversidad e importante daño ambiental. Estas represas se han construido, y se siguen construyendo, tanto para el aprovisionamiento de energía eléctrica como para el desarrollo de proyectos de irrigación en distintas partes del planeta. Según el informe final de la Comisión Mundial de Represas de las Naciones Unidas, titulado “Represas y Desarrollo”, dichas edificaciones son responsables del desplazamiento forzado de unos ochenta millones de personas en todo el mundo; un número que supera con creces la cifra de desplazados a consecuencia de las guerras del siglo XX.

Sin embargo, el desplazamiento forzado no es sino el inicio de la tragedia. Gracias a minuciosos estudios realizados en cada continente y diversas investigaciones independientes se sabe que este tipo de infraestructura no solo representa la deforestación y degradación de los bosques -que terminan sumergidos producto del embalsamiento del agua- sino también que diseminan y elevan la incidencia de enfermedades como la malaria y el dengue, originan la desaparición de las especies endémicas de cada zona -en particular de la fauna acuática que se reproduce transitando los ríos, modifican, por la enorme acumulación de agua, la temperatura alrededor de la represa, además que el proceso de su construcción trae consigo nuevas ciudades, donde es notoria la presencia de delitos como la prostitución y la trata de personas.

Aunque para algunos parezca extraño, existen pruebas de grandes empresas de construcción que “promocionan” el surgimiento de nuevos bares y prostíbulos: como ejemplo, tenemos lo que ocurrió cerca a las hidroeléctricas de Jirau y Santo Antonio (Brasil), donde se descubrió tarjetas con “vales de consumo” para que los trabajadores puedan canjearlos en los burdeles y garitos de la zona. Éstos y otros males nunca se visibilizan por los mandatarios ni funcionarios de gobierno que se llenan la boca con las bondades de las obras y los trabajos temporales que éstas generarán.

En las últimas décadas, las hidroeléctricas para América Latina no han sido otra cosa que sinónimo del desplazamiento de pueblos enteros con más de un millón de damnificados solo en Brasil; y con procesos de resistencia fuertemente reprimidos por gobiernos y organizaciones paramilitares como en el caso colombiano.

En México, la construcción de centrales hidroeléctricas en el sur del país afecta territorios en el río Grande de Chiapas, teniendo más de ciento setenta mil afectados. En la Patagonia chilena, la lucha contra el HidroAysen es clave para la conservación de sus nevados del sur.

En el Perú, desde hace algunos años se ha empezado a priorizar una serie muy amplia de proyectos de infraestructura que van desde la Hidroeléctrica de Inambari, en la triple frontera entre Cusco, Puno y Madre de Dios, hasta el Proyecto Marañón, que contempla levantar una veintena de represas en el río del mismo nombre.

Semejante cantidad de represas en un solo río implicaría el colapso ecológico de la segunda cuenca más grande del territorio nacional, con la consecuente desaparición de especies nativas de la zona, como aves, reptiles, plantas y peces únicos en el mundo, sin mencionar al oso de anteojos, que sólo vive en las regiones del norte del país y se alimenta por esta cuenca.

Por lo anterior, ayer 14 de marzo, cientos de organizaciones en más de veinticinco países hicieron uso de su legítimo derecho a manifestarse y se movilizaron en rechazo a los referidos megaproyectos, coreando lemas como “Todos somos afectados, “¡La vida no se represa!”, “Aguas para la vida y no para la muerte” y “Agua y energía no son mercancía”.

El llamado a la movilización a nivel mundial fue lanzado por seis organizaciones: el Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), el Movimiento de los Afectados por Represas de Brasil (MAB), la Red Nacional de Pueblos Afectados y Amenazados por Represas de Colombia, el Movimiento de Afectados por Represas de El Salvador (MONARES), la Coordinadora de Afectados por la Represa El Cimarrón (CORAF-CIMARRÓN), y la Convergencia de Movimientos de los Pueblos de las Américas (COMPA).

En el transcurso de febrero se agregaron organizaciones de Australia, Inglaterra, Chile, Tanzania, Canadá, China, Finlandia, España, Turquía, Pakistán, India, Portugal, Estados Unidos, Sudáfrica, Etiopía, Nigeria, Togo, Albania, Georgia, Irak y Bosnia-Herzegovina. Centenares de miles de personas en todo el mundo participaron este año en ceremonias, manifestaciones, eventos educativos y marchas, superando la participación de 2012.

En el Perú, el Frente de Defensa de los intereses de Amazonas, la Federación Universitaria de Amazonas, el Frente de Defensa del Río Marañón, Forum Solidaridad Perú (FSP) y el Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú (SUTEP) desarrollarán una nutrida agenda de actividades que contempla el pintado de murales, un conversatorio público y la entrega de un pronunciamiento en defensa de la cuenca del Río Marañón, donde Odebrecht y varias otras empresas pretenden construir hasta veintidós grandes hidroeléctricas que afectarían al menos siete regiones del norte del país y devastaría la segunda cuenca más grande del territorio nacional.

Dieciséis años después, vive el espíritu de Curitiba (1997), que declaró: “A través de los años hemos demostrado nuestro creciente poder. Hemos ocupado los lugares de las represas y las oficinas, marchamos en nuestros pueblos y ciudades, nos hemos negado a abandonar nuestras tierras, aunque enfrentamos intimidaciones, violencia y anegamientos. Hemos desenmascarado la corrupción, las mentiras y las falsas promesas de la industria de las represas.

Nacional e internacionalmente, hemos trabajado en solidaridad con quienes luchan contra proyectos de desarrollo destructivo y junto a aquellos que luchan por los derechos humanos, la justicia social y para terminar con la destrucción ambiental».

Informe elaborado por el politólogo Antonio Zambrano Allende, responsable del Área de Integración Solidaria de Forum Solidaridad Perú (FSP).


Publicado: Viernes 15 de marzo de 2013 - No. 105 - Año 2013

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