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“Big Brother” se llama ahora “Big Data”

6 de setiembre de 2013 - No. 130 - Año 2013

Roberto Bissio

Antes de ser banalizado como el “Gran Hermano” de los programas de televisión voyeurísticos, “Big Brother” era el nombre de la pesadilla descrita por George Orwell en la novela 1984: un Estado omnipresente y sabelotodo que erradica toda privacidad para controlar no ya las acciones sino incluso los deseos y pensamientos de sus súbditos.En la actualidad, cada día se crean dos trillones y medio de bytes de datos, en forma de fotos y videos digitalizados, mensajes de correo electrónico e intervenciones en redes sociales, registro de transacciones comerciales, etcétera, etcétera. Un trillón es un millón de billones, o sea un uno seguido de dieciocho ceros. Una magnitud imposible de imaginar. Es menos asustador hablar de “Big Data”.

Los computadores personales, tabletas electrónicas y celulares inteligentes han puesto en manos individuales mucha capacidad de generar y procesar datos, pero el crecimiento de la información acumulada y transmitida es exponencial y muy pocos pueden manejar “Big Data”.

Jane Wakefiel, reportera de tecnología de la BBC, cuenta que la cadena de supermercados Tesco instaló sensores en sus locales para ahorrar en los costos de electricidad. El registro de las temperaturas de una heladera en una tienda suma al cabo de un año setenta millones de unidades de datos. “Cómo hace uno para darle sentido a tal volumen de información?”, se pregunta en el reportaje John Walsh, gerente de energía de Tesco Irlanda.

Si pasamos de la eficiencia de la refrigeración en un supermercado al manejo de la información sobre tráfico en las grandes ciudades o sobre acciones comercializadas en las bolsas electrónicas, con velocidades de compra-venta medidas en microsegundos, la respuesta es que solo “Big Business” puede manejar “Big Data”.

En su libro Big Data, Viktor Mayer-Schonberger y Kenneth Cukier cuentan cómo Google es capaz de predecir una epidemia de gripe en Estados Unidos antes de que la gente sepa que está enferma, correlacionando un incremento de las búsquedas de términos como “fiebre” o “dolor de cabeza” en una cierta localidad con los padrones de búsquedas similares en los días previos al estallido de epidemias de años anteriores.

La posibilidad de utilizar este potencial para el bien común ha llevado al secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, a crear un grupo de trabajo bajo su comando, denominado “Pulso Global”, que busca forjar alianzas entre agencias de desarrollo, investigadores académicos y empresas privadas para utilizar “Big Data” con fines humanitarios, tales como la identificación de víctimas y sobrevivientes después de las cada vez más frecuentes catástrofes naturales (muchas veces resultado de acciones humanas).

En un reciente documento común, el FMI y los siete grandes bancos multilaterales de desarrollo, encabezados por el Banco Mundial, proponen una data revolution que permitiría “más debates públicos, más toma de decisiones basadas en evidencias y más rendición de cuentas”.

Sin embargo, en la práctica, la acumulación de “Big Data” en poquísimas manos genera peligros que podrían superar a los beneficios. Mayer-Schonberger y Cukier explican que “Big Data” es esencialmente un tema de predicciones, de aplicar matemáticas a grandes cantidades de información para inferir probabilidades. “Para los individuos”, agregan, “Big Data implica riesgos de invasión de su privacidad, debido a la enorme cantidad de información personal que se cosecha”.

Además, los datos pueden no estar seguros. En agosto de este año una serie de accidentes afectaron el funcionamiento, a veces por periodos prolongados, de Google, Amazon, Apple y Microsoft. El 22 de octubre pasado la operación de Nasdaq, el mercado de valores tecnológicos de Nueva York, se paralizó durante tres horas, causando millones de dólares en perjuicios.

Jaron Lanier, autor e inventor del concepto de “realidad virtual”, culpa a la falta de control: “Es indignante, porque esto está impulsado por la codicia irracional. En muchos casos, los sistemas que tienden a fallar, fallan debido a un intento de hacer que funcionen automáticamente con una cantidad mínima de supervisión humana”.

Mientras esto sucede a nivel empresarial, los gobiernos del mundo están preocupados por la amenaza a sus soberanías derivada de la enorme asimetría entre las capacidades nacionales de interceptar y procesar el flujo de datos transfronterizo.

Lo nuevo en las revelaciones de Edward Snowden no es que unos gobiernos espíen a otros, sino la magnitud inaudita de la capacidad instalada de la NSA (Agencia Nacional de Seguridad) que equivaldría en volumen a cuatrocientos Googles.

Ante la evidencia de que un solo país no puede controlar imparcialmente el flujo de información en el bien común global que es Internet, organizaciones especializadas y ciudadanos preocupados han hecho llegar a Ban Ki-moon una carta en la que argumentan que el rol supervisor actual de Estados Unidos sobre Internet debe pasar a las Naciones Unidas para poder garantizar las soberanías nacionales y los derechos individuales.


Publicado: 6 de setiembre de 2013 - No. 130 - Año 2013

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