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BRICS: una brecha en el orden financiero

1 de agosto de 2014 - No. 174 - Año 2014

Shyam Saran

La Sexta Cumbre de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), celebrada en Fortaleza el 15 de julio, marca la transición cualitativa de una agrupación basada en preocupaciones compartidas, a una comunidad de intereses. Desde el inicio en 2009, fueron considerados como una asociación más simbólica que efectiva de influyentes economías emergentes con escasos intereses convergentes, que no parecían capaces de construir estructuras de gobernanza alternativas, aparte de coincidir en su oposición al persistente dominio de Occidente sobre la economía y las finanzas mundiales.

Sin embargo, después del largamente esperado anuncio del establecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), dotado de 50,000 millones de dólares de capital, y del Acuerdo de Reservas de Contingencia (ARC), que asciende a 100,000 millones de dólares, se ha abierto una brecha en el monopolio ejercido por las instituciones de Bretton Woods: el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Aunque solo después de un largo período podrán el NBD y el ARC convertirse en creíbles y reconocidas instituciones financieras internacionales, ese es precisamente el objetivo.

Los líderes del BRICS han dejado la puerta abierta al ingreso de otros socios, pero mantendrán una participación de no menos de cincuenta y cinco por ciento. Y han tenido la precaución de declarar que las nuevas instituciones serán complementarias del Banco Mundial y el FMI. Empero, el surgimiento de una fuente alternativa de financiamiento cuyas normas difieren de las que orientan a las instituciones establecidas está destinada a alterar en modo irreversible el cuadro financiero global.

Las iniciativas del grupo BRICS se originaron en la creciente frustración de las naciones emergentes ante el hecho de que los países industrializados, que controlan el Banco Mundial y el FMI, rechazaran sistemáticamente una modificación de sus estructuras de gobierno que pudiera reflejar, aunque fuera en modesta medida, el ascendente peso económico de los países en desarrollo. Por ello, es previsible que cuanto más se demore la reestructuración, más rápidamente se consolidarán las nuevas instituciones.

Esta renuencia fue justamente la que influyó para resolver algunas discrepancias entre los países BRICS acerca de la estructura y del gobierno del NBD y el ARC. La creación de las dos instituciones se debe en gran medida a la energía y la presión desplegadas por China, junto con sus esfuerzos para la conciliación con las posiciones de los otros miembros, India en particular. En el caso de Rusia, su entusiasmo por participar aumentó después de su expulsión del G-8 y de las sanciones asestadas por Occidente a raíz de la anexión de Crimea.

El activismo de China en el marco del BRICS es coherente con diversas iniciativas paralelas promovidas o iniciadas por Beijing: la propuesta para la creación de un Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, que financiaría proyectos de infraestructura y conectividad en la región para revivir la legendaria Ruta de la Seda por tierra y por mar, a este y oeste del territorio chino (el paralelismo con el NBD es llamativo); la consolidación de la Iniciativa de Mutilateralización de Chiang Mai (CMIM) y su asociada Organización Asiática para la Investigación Multilateral (Amro) -en las que participan la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) más China, Japón y Corea del Sur (Asean+3)- que dispone de fondos por 240,000 millones de dólares para la ayuda a países miembros con dificultades en sus balanzas de pagos (a semejanza del ACR fundado por los BRICS); y, además, otras iniciativas en curso en el marco de Asean+3 para desarrollar un mercado de bonos asiático que captaría recursos para inversiones regionales a través de bonos en las monedas locales. Estas actividades tienen lugar mientras se registra la expansión del mercado de bonos en la divisa china, que ya es una fuente importante de financiamiento empresarial y, por lo tanto, reduce la dependencia de bonos denominados en euros o dólares. EL NBD puede aprovechar este emergente mercado para engrosar sus propios recursos.

Desde esta amplia perspectiva se puede evaluar el significado de las decisiones adoptadas en Fortaleza.

Al impulsar diversas iniciativas paralelas, China apunta a crear un sistema financiero alternativo en el que ejercerá el liderazgo. El dilema para los otros países emergentes consiste en que no existen opciones dignas de consideración, ya que las naciones occidentales no están dispuestas a tomar en cuenta sus aspiraciones.

La cumbre de Fortaleza implica el principio del fin del ordenamiento económico y financiero implantado en la segunda posguerra por las potencias occidentales. Las instituciones establecidas tendrán ahora que compartir el escenario con los recién llegados y se verán forzadas a modificar sus normas para competir con ellos.

El promotor principal de la construcción de una red rival de las instituciones financieras establecidas es China y, en la medida en que los distintos edificios que está construyendo conformen una nueva arquitectura financiera global, se incrementarán su perfil y su influencia mundial. Estamos pensando en el futuro, pero la tendencia es inequívoca. (IPS)

Shyam Saran, exsecretario de Relaciones Exteriores y actual presidente del Consejo Asesor de Seguridad Nacional de India.


Publicado: 1 de agosto de 2014 - No. 174 - Año 2014

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