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Ante el estallido del ébola

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Martin Khor

El estallido de ébola en varios países de África occidental es motivo de gran preocupación en todo el mundo. Y es lógico que así sea porque es una enfermedad mortal: más de la mitad de quienes la contraen mueren. Hasta ahora no se ha encontrado una cura y se transmite con relativa facilidad de una persona a otra a través del contacto directo con cualquier fluido corporal.

Unas dos mil personas se han infectado y más de mil han muerto a causa del virus de ébola, pero la Organización Mundial de la Salud advirtió que el brote ha sido “infravalorado” por la comunidad internacional.

La sensación es de crisis. En la mayoría de los países afectados, las instalaciones médicas no dan abasto y los equipos de protección personal y desinfectantes son inadecuados.

Lo más alarmante es que se han contagiado más de ciento setenta trabajadores de la salud que han estado atendiendo a las víctimas. Y algunos han muerto, entre ellos varios médicos, personal técnico y trabajadores sociales. Este es el caso de Sheikh Umar Khan y Modupeh Cole, dos prominentes médicos que combatían la enfermedad en Sierra Leona, y del sacerdote español Miguel Pajares, que trabajaba desde hacía siete años en un hospital de la capital de Liberia.

Estas noticias nos hacen valorar en su justa dimensión a los trabajadores médicos y sociales. Brindar tratamiento y atención a quienes están en una etapa terminal de la enfermedad, sabiendo que con ello corren un alto riesgo para su salud y sus vidas, es realmente admirable.

En el caso del ébola, la falta de una cura demostrada la convierte en una enfermedad prácticamente sin esperanzas para quien la contrae. Hay un medicamento experimental para tratarlo, el ZMapp, desarrollado por la empresa estadounidense Mapp Biopharmaceutical Inc. Se trata de un suero que contiene tres anticuerpos monoclonales para la protección inmunológica contra el virus del ébola, con el objetivo de detener la fiebre hemorrágica. Fue probado por primera vez en humanos el 31 de julio, cuando se administró a dos coooperantes estadounidenses en Liberia que respondieron positivamente al medicamento, y luego el gobierno liberiano ha comenzado a suministrarlo a algunos enfermos, entre ellos tres médicos africanos, dos liberianos y un nigeriano.

Si bien hasta el momento los resultados son positivos, su seguridad y eficacia aún son inciertas y no ha obtenido la aprobación por parte de la autoridad reguladora de medicamentos. La semana pasada, un comité de ética de la Organización Mundial de la Salud dispuso que los pacientes de ébola pueden recibir este tratamiento aunque todavía no haya una aprobación en materia de seguridad. En la evaluación costo-beneficio, el costo de tener posibles efectos secundarios queda contrarrestado por la posible cura de una enfermedad que tiene una alta tasa de mortalidad.

Otro problema potencial consiste en que si los países afectados quieren utilizar el ZMapp, hay muy pocas dosis disponibles, por lo que es muy probable que haya una corrida para obtener las escasas existencias.

Es de esperarse que en esta situación de crisis, el tema del costo del medicamento no sea un impedimento. Hay demasiadas vidas humanas en juego y la droga en cuestión está en una etapa experimental. Pero muy probablemente pronto surgirán los temas del alto costo, las patentes y el acceso a los medicamentos. Si finalmente se aprueba el ZMapp y se le otorga una patente, Mapp Biopharmaceutical Inc. podría cobrar un precio elevado e impedir que otras empresas produzcan otras versiones.

Durante el brote de la gripe aviar en los países asiáticos a mediados de la década pasada, un laboratorio internacional ofreció vacunas a las autoridades sanitarias de Indonesia, pero a un precio muy elevado. Resultó que las vacunas se habían hecho a partir de muestras de virus de la influenza que Indonesia había suministrado gratuitamente a través de un programa de la Organización Mundial de la Salud. Las empresas, que habían recibido las muestras de virus gratis, patentaron los materiales genéticos de esas muestras, lo que les permitió luego reclamar también los derechos exclusivos de las vacunas y cobrar altos precios o impedir que otros las produjeran.

Como consecuencia del escándalo que estalló por este hecho, se llegó al acuerdo de que a cambio de que los países suministren muestras de los virus de la influenza, las empresas farmacéuticas que llevan a cabo investigaciones sobre los virus no pueden patentarlos y tendrían que contribuir con fondos a la Organización Mundial de la Salud para la ejecución del programa.

El ébola se ha convertido en la última amenaza para la salud humana. Comenzó por África occidental pero puede extenderse a otras regiones del mundo. Es necesario que todos los países adopten medidas para impedir el ingreso de esta enfermedad, detener su propagación en caso de que ingrese y tener acceso a los medicamentos para tratarla.

Estamos en los primeros días de la actual crisis del ébola y con seguridad la situación se agravará. Por tanto, lo mejor es hacer frente de inmediato a esta emergencia de salud pública mundial.

Martin Khor, fundador de TWN y director ejecutivo del Centro del Sur.


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1 comentario

  1. OSCAR RAMIRO SAMBONI TORRES
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    Importante información sobre este terrible mal, el cual cobra muchas vidas.

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