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La caída del euro, una mala noticia

Viernes 7 de octubre de 2011 - 39 Año 2011

Martin Khor

Las expectativas en la economía mundial han experimentado un claro descenso en los últimos días. La opinión dominante es que se ha entrado en un estancamiento que bien podría convertirse en recesión.

Las advertencias de que la economía ha entrado en una “zona de peligro” provocaron un clima pesimista en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, así como en la de los ministros de Finanzas del G-20, celebradas en Washington. Destacados economistas predicen que la nueva crisis será más grave y prolongada que la recesión de 2008-2009.

Si la causa inmediata de la última recesión fue Estados Unidos con su lío de las hipotecas de alto riesgo (subprime), esta vez el epicentro lo constituye la crisis de endeudamiento europea. El PBN de la eurozona creció sólo 0,2 por ciento en el segundo trimestre, y para el tercero y el cuarto la Comisión Europea pronostica un crecimiento de 0,2 y 0,1 por ciento.

A medida que el contagio de la crisis ha tenido un efecto dominó, golpeando a un país tras otro, como ocurrió en el sudeste asiático en 1998-1999, los líderes europeos han buscado desesperadamente una solución. Pero hasta ahora ninguna ha funcionado.

En la tragedia de la deuda griega, el gobierno anunció una medida de austeridad tras otra, pero la situación económica continúa empeorando y las protestas sociales indican que se vive un momento político crucial. La opinión pública considera que los costos de la austeridad exceden en mucho los beneficios.

La prensa británica informó que las autoridades europeas estarían trabajando en un conjunto de medidas para hacer frente a la crisis. La parte fundamental es una moratoria de la deuda griega en la que se pagaría sólo un cincuenta por ciento a los acreedores y dos medidas para amortiguar el golpe: una inyección de capital fresco en los bancos europeos que sufrirían grandes pérdidas por la moratoria y un reforzamiento del fondo de rescate europeo, que pasaría de algo más de 400,000 millones de euros a casi dos billones, para que se entreguen miles de millones en nuevos créditos a países como Italia y España, para que no se conviertan en nuevas economías con crisis de endeudamiento.

Pero esta existencia de un gran Plan B no fue confirmada por ninguna autoridad, por lo que se desconoce si existe realmente. En cambio, noticias salidas desde Washington la semana pasada indicaban que continuaba la parálisis de la política europea.

Esta semana Grecia enfrenta nuevamente momentos decisivos, en espera de que las instituciones europeas y el FMI decidan si aprobarán la próxima cuota de rescate de 8,000 millones de dólares para pagar los préstamos que se vencen. ¿Y qué ocurriría si no lo hacen? ¿Sería el momento de declarar una moratoria?

Mientras tanto, Estados Unidos vive su propio tire y afloje entre el presidente y el Congreso, y entre republicanos y demócratas, sobre el déficit presupuestal.

Esto significa que Europa y Estados Unidos no pueden utilizar las políticas que los sacaron rápidamente de la última recesión: aumentos masivos del gasto fiscal, recortes a la tasa de interés e inyección de dinero en la economía. Y tampoco parece existir, al menos por ahora, una coordinación de medidas políticas entre países desarrollados que combatieron la última recesión. Así, la nueva recesión mundial tiene miras de durar más que la de 2008-2009.

Los países en desarrollo deberían, pues, prepararse para enfrentar los graves problemas que pronto les vendrán encima:

* Se puede esperar una brusca caída de las exportaciones una vez que se reduzca la demanda de las grandes economías.

* Se especula sobre un descenso en los precios de los productos básicos. De hecho, ya ha empezado.

* Las corrientes de capital podrían revertirse, a medida que los fondos extranjeros retornen a sus países de origen.

* Las monedas de varios países en desarrollo ya están bajando y esto podría ser el comienzo de caídas más bruscas.

Todo empieza a parecerse a la situación de 2008. Pero esta vez el declive económico encuentra más débiles a los países en desarrollo, ya que no se han recuperado totalmente de la conmoción anterior. Y a medida que transcurra la crisis habrá menos condiciones para contrarrestar los efectos o permitir una rápida recuperación.

También está claro que no existe un sistema de gobernanza económica mundial en el cual puedan participar los países en desarrollo. Todos los países se ven afectados cuando la economía mundial cae en picada y, una vez más, los países en desarrollo no son responsables de la nueva recesión, pero tendrán que absorber sus efectos nocivos y no cuentan con ningún foro en el cual puedan dar a conocer sus opiniones acerca de cómo reducir los efectos de la crisis y qué deberían hacer los países desarrollados.

A medida que se despliegue la nueva crisis habrá nuevos reclamos sobre la necesidad de introducir reformas al sistema financiero y económico. Es hora de iniciar un proceso de reforma más serio. De lo contrario, en el futuro sólo cabe esperar más crisis.

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.


Publicado: Viernes 7 de octubre de 2011 - 39 Año 2011

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