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China: en busca del equilibrio

Jueves 19 de agosto de 2010 - Agenda Global - Nº 163

Martin Khor

El crecimiento de China es considerado la maravilla económica del mundo moderno. Su PIB aumentó diez por ciento anual en los últimos treinta años, el mayor cambio económico de la historia. Cuando estalló la crisis financiera mundial pareció sortearla con apenas una leve caída de las tasas de crecimiento, que desde entonces volvieron a repuntar.

Pero pese a su crecimiento de dos dígitos, es un país en transición, con dilemas sobre la futura composición del crecimiento y los límites físicos y ambientales que apareja.Las inundaciones que lo azotaron, las peores en décadas, lo hicieron patente. Las lluvias y desbordes de los ríos provocaron deslizamientos de tierras que arrasaron una parte importante del distrito de Zhouqu, en la provincia nororiental de Gonsu, matando a más de mil personas.

China también intenta aplicar su objetivo de reducir la intensidad de energía del PIB en un veinte por ciento para fines de 2010 con respecto a fines de 2005, como parte de su compromiso en materia de cambio climático. En el primer trimestre de este año la eficiencia energética se deterioró, por lo que el gobierno organizó una campaña para redoblar esfuerzos al respecto. Se pidió a los bancos que redujeran los préstamos a empresas que hagan uso intensivo de energía, se eliminaron las devoluciones fiscales y se ordenó para setiembre el cierre de más de 2.000 plantas de acero, cemento y otras con uso intensivo de energía.

El 7 de agosto, China Daily anunció en portada que más de la mitad de las viviendas habitacionales se demolerían y reconstruirían en los próximos veinte años. Muchas de las construidas entre 1949 y 1979 fueron para cubrir sólo necesidades básicas en una época difícil y las construidas entre 1979 y 1999 no cubren las exigencias de la vida moderna por falta de espacio o por servicios inadecuados.

Este informe desató un gran debate no sólo sobre la calidad de la vivienda sino también de las consecuencias ambientales de una reconstrucción a tal escala. Cada año China utiliza cuarenta por ciento del cemento y el acero del mundo, los principales materiales de la construcción, según el diario. ¿Cuánta arena y rocas habrá que sacar de montañas y costas, y cuánto hierro de las minas para hacer las nuevas viviendas?

Los parámetros económicos del futuro crecimiento de China también fueron tema de discusión en la conferencia del South Centre realizada en Beijing el 9 de agosto.

Yu Yong Ding, de la Academia China de Ciencias Sociales, dijo que el alto crecimiento del país en el período 2002-2007 había sido el resultado de inversiones en activos fijos (en especial en el sector inmobiliario) y exportaciones.

China logró un fuerte repunte del crecimiento, de un mínimo de seis por ciento en el primer trimestre de 2009 a 11,1 por ciento en la primera mitad de 2010. Pudo hacer uso de políticas expansivas por su fuerte posición fiscal –un promedio déficit fiscal/PIB menor al tres por ciento y 2,5 billones de dólares de reservas internacionales– y un sistema bancario saneado.

Sin embargo, Yu señaló los efectos secundarios de la política de expansión de 2009, que ahora limitan su continuidad. Entre ellos figuran que la masiva inversión en infraestructura provoca baja eficiencia, desaprovechamiento y sobrecapacidad en el futuro –que podría afectar negativamente al sistema bancario–, preocupación por la posición financiera de los gobiernos locales y presiones inflacionarias como consecuencia de la excesiva liquidez, que incluso elevó los precios de los inmuebles a niveles astronómicos.

A raíz de esto, el gobierno debe abandonar cuanto antes sus políticas de expansión. El crédito se ajustó, en especial el inmobiliario, y se revalorizó el renmimbi, la moneda china.

El economista principal del South Centre, Yilmaz Akyuz, señaló que las débiles perspectivas de crecimiento de Estados Unidos y la Unión Europea indican que China no puede seguir dependiendo del mismo tipo de crecimiento dirigido a la exportación. Sugirió una nueva estrategia basada principalmente en promover el consumo a través del incremento de los ingresos familiares mediante el aumento de los salarios y transferencias gubernamentales, así como un aumento del gasto social.

Esto debe ir acompañado de la reestructura industrial. Muchos de los bienes exportados son específicos para mercados externos y, por lo tanto, la capacidad excedente de los sectores exportadores no puede utilizarse para producir bienes para el mercado interno. Por eso China necesita una nueva estrategia industrial y de inversión, junto con una gestión del ingreso y la demanda.

Tan Weiping, subdirector general de la oficina de alivio de la pobreza, en la órbita del Consejo de Estado, subrayó por su parte los desafíos que implica tener un desarrollo equitativo y equilibrado. Si bien China avanzó bastante en la erradicación de la pobreza, persisten desigualdades, con amplias brechas sociales en zonas de montaña, en lugares donde viven minorías y donde hay epidemias, y ésas son las regiones a las que el desarrollo social debe apuntar en primer lugar.

Tan mencionó desafíos como los problemas ambientales y los desastres naturales, nuevas epidemias y el riesgo de quiebre de los mercados donde los pobres son vulnerables a las crisis internacionales. También hizo referencia a las tendencias a la migración, con las dificultades que emanan de la creciente urbanización.

La diferencia de ingresos se profundiza entre las zonas urbana y rural, en el este y en el oeste. En 2009, la diferencia de ingresos entre la ciudad y el campo era de 3,34 a uno, comparado con 2,2 a uno en 1990.

El ingreso neto de los pobres es sólo diecisiete por ciento del ingreso del ciudadano urbano promedio.

En conclusión, China es un país gigante que intenta caminar por la cuerda floja, manteniendo el impulso de la economía pero regulando los componentes de su crecimiento para eliminar la excesiva dependencia de las exportaciones, por un lado, y alejarse de los elementos que puedan perturbar a la economía doméstica, por el otro.

También debe buscar un equilibrio entre la necesidad de cumplir las crecientes expectativas de la población, en especial los pobres del campo que están migrando a la ciudad en busca de una vida mejor, y las limitaciones cada vez más obvias del ambiente y la necesidad de minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero.

El equilibrio es difícil de encontrar, en especial para un país con una población tan grande. Mientras tanto, el resto del mundo también observa con atención, ya que lo que allí suceda nos afectará a todos.


Publicado: Jueves 19 de agosto de 2010 - Agenda Global - Nº 163

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