El TLC CAN-UE: ¿más de lo mismo?
Jueves 21 de octubre de 2010 - Agenda Global - Nº 172
Alejandra Alayza
Luego de un largo proceso de negociación, en febrero de 2010 durante la novena ronda realizada en la ciudad de Bruselas, se cerró la negociación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con la Unión Europea. Este proceso empezó en 2007 como la negociación de un Acuerdo de Asociación con los cuatro países miembros de la Comunidad Andina de Naciones.
Luego de sucesivas crisis, las negociaciones llegaron a su fin con un extraño nombre: Acuerdo Comercial Multipartes; y con tan sólo dos de los cuatro países andinos: Perú y Colombia. A continuación, reseñamos algunas de las principales características de este proceso.
Objetivo: obtener TLC plus y acceso a mercados, servicios e inversiones
La Unión Europea reproduce la estrategia de presión que usó Estados Unidos. Esto es, no asumiendo como punto de partida los beneficios arancelarios existentes en el Sistema General de Preferencias acordados con este bloque político y económico.
En el caso de Perú, permite una liberación de ocho mil cuatrocientos productos catalogados por la Unión Europea como no sensibles y sensibles dentro del sistema.
Sin embargo, no se estaría mejorando el acceso a nuestros productos de manera significativa; más bien se le estaría dando permanencia a este acceso al mercado europeo. Para la Unión Europea, en cambio, significa la liberalización de los aranceles para el ingreso de sus productos, así como nuevas reglas de protección para sus inversiones y servicios.
Esto se evidencia en que, antes del TLC, el acceso al mercado de la Unión Europea era de cerca del noventa por ciento de las partidas debido al Sistema General de Preferencias plus + Trato de la nación más favorecida (con excepción del plátano). Luego de la negociación, el 99,3 por ciento de las exportaciones peruanas entrarán con arancel cero, mejorando menos del diez por ciento; mientras que para la Unión Europea, el setenta y siete por ciento de sus exportaciones adquirirán la misma condición, liberalización que antes no gozaban.
En materia de servicios e inversiones, según una Nota Informativa de la Comisión Europea sobre el cierre de las negociaciones del Acuerdo con Perú y Colombia para los Estados miembros, se informa que la Unión Europea obtiene un nivel de liberalización “al menos tan bueno” como los ofrecidos en otros acuerdos de libre comercio más importantes.
Agricultura: subsidios y protección de sus mercados
En agricultura, la negociación también quedó dispareja. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Unión Europea fue de lejos quien dio mayores subsidios a sus productores agrarios, llegando a gastar 150.000 millones de dólares en el 2008. Estos subsidios constituyen el veintitrés por ciento del valor total del costo de producción agropecuaria. En la Unión Europea el subsidio equivale a unos trescientos cincuenta dólares por persona, lo que representa menos del uno por ciento del ingreso per cápita. En Estados Unidos es de setenta y siete dólares por habitante, alrededor del 0,16 por ciento per cápita.
Asimismo, la Unión Europea impone importantes restricciones al acceso de los productos peruanos a su mercado, ofreciendo cuotas menores a las solicitadas por Perú. En el caso del azúcar y el arroz, la solicitud peruana de cincuenta mil toneladas contrasta con la cuota obtenida de veintidós mil y treinta y cuatro mil toneladas, respectivamente.
Sensibilidad para las pymes de industria ligera Este acuerdo supone desgravaciones arancelarias que afectarán ciertos sectores productivos debido al efecto de sustitución de nuestros productos por los importados, particularmente a microempresas de industria ligera (como la producción de papel, imprentas, cuero y madera) y las de producción con mayor valor agregado (autopartes y metálica básica).
Ello se deriva de la disminución estimada en el PBI de dichos sectores. Este efecto negativo estaría relacionado a los costos económicos asociados a las ramas productivas con mayor concentración de microempresas, que serían desplazadas total o parcialmente como consecuencia del acuerdo, con la consecuente pérdida de mercado y empleos en esos sectores. En éstos laboran poco más de cien mil trabajadores de las microempresas, representando el 17,4 por ciento del empleo pyme en la manufactura.
Presión de las transnacionales farmacéuticas: propiedad intelectual y acceso a medicamentos
La Unión Europea presentó una agenda aun más agresiva que Estados Unidos en algunas temáticas. Fue el caso de los medicamentos, donde llevó a la mesa de negociaciones una posición más exigente en materia de propiedad intelectual. La propuesta presentada inicialmente por la Unión Europea solicitaba aumentar los niveles de protección del plazo de patentes en cinco años adicionales a los veinte ya reconocidos por el Acuerdo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (APDIC), y solicitaba ampliar también el plazo de protección de los datos de prueba –que el TLC con Estados Unidos fija en cinco años– a un período de once años.
La presión de las organizaciones de sociedad civil articuladas en la Alianza Comunidad Andina de Naciones-Unión Europea por el acceso a los medicamentos, y la divulgación que éstas hicieran sobre el alcance y los impactos de
la propuesta europea, obligó a que la ministra de Comercio Exterior, Mercedes Araoz, se adelantara a declarar que las pretensiones de la Unión Europea no serían aceptadas, y que Perú no iría más allá del TLC con Estados Unidos.
Derechos humanos y desarrollo sostenible: muchas letras y pocos compromisos El discurso en pro de los derechos humanos, que en paralelo a estas negociaciones impulsaba la Unión Europea, queda en entredicho debido a que la inclusión de la Cláusula Democrática se hace como un mecanismo de difícil implementación y sin considerar mecanismos de seguimiento.
A pesar de las declaraciones y las expresiones a favor del desarrollo sostenible, como condición para el acuerdo, las obligaciones asumidas por las partes en este capítulo constituyen un serio retroceso en relación con el régimen de condicionalidad que existe actualmente en el marco del Sistema General de Preferencias.
De acuerdo a este régimen, las preferencias de acceso preferencial de nuestras exportaciones al mercado europeo estaban condicionadas al cumplimiento adecuado y a la vigencia de estándares en materia ambiental, de derechos humanos y laborales. En el nuevo formato, si bien se vuelven a mencionar los convenios internacionales vigentes en el marco del Sistema General de Preferencias, se abandona la figura de la condicionalidad y con ello se debilita la obligación de cumplimiento de las mismas.
En el capítulo sobre desarrollo sostenible, el nivel de compromisos laborales que nuestro país asumió es menor al que aceptó en el TLC con Estados Unidos: no se reconocen los convenios relacionados con salarios, jornada de trabajo, así como el de seguridad y salud en el trabajo, que sí se incluyeron en el acuerdo en cuestión.
Del Sistema General de Preferencias al TLC: balance más bien negativo
Abandonar el acceso preferente del Sistema General de Preferencias para pasar al formato del TLC constituye más bien un retroceso que una ventaja significativa, ya que el acceso a mercados básicamente se mantendría, pero complementariamente nuestro país estaría asumiendo compromisos de liberalización en sectores sensibles (como las compras públicas y servicios), así como en lo referido a los estándares en materia de propiedad intelectual. Según el estudio de impacto realizado por la propia Unión Europea, los resultados en términos de PBI no son tan significativos, y el crecimiento en el PBI no llega a ser ni del uno por ciento en el caso de Perú.
La pregunta que se desprende es: ¿cuál es la urgencia que tienen nuestros países por cerrar un proceso de relación comercial tan asimétrico y que constituye un retroceso frente al escenario de acceso preferente que ofrecía el Sistema General de Preferencias?
La Dirección de Comercio de la Comisión Europea muestra su fuerte liderazgo en la orientación de la política exterior europea, confirmando la prioridad de la “Estrategia Europa Global compitiendo en el mundo”.
Con el cierre de las negociaciones con Perú y Colombia, en un formato tipo TLC, se confirma la reorientación de la política exterior europea y el cambio radical en su estrategia de relacionamiento con los países en vías de desarrollo, priorizándose la competencia por el acceso de sus inversiones a los mercados de bienes y servicios.
Los TLC debilitan integración andina: la cláusula de adhesión del TLC con la Unión Europea
A pesar de que el mandato negociador que tenía la Unión Europea planteaba como objetivo del acuerdo fortalecer la integración andina, las diferencias en el enfoque sobre el diseño del acuerdo comercial entre los países andinos –y la urgencia de la Unión Europea como de Perú y Colombia por sellar el acuerdo en formato TLC, a finales del segundo año de negociación– significó que se abandonara el formato de negociación en un acuerdo básicamente comercial, abandonando el formato no sólo de negociación regional, sino también del Acuerdo de Asociación, dejando fuera de la negociación los pilares de Diálogo Político y Cooperación.
Esta situación es grave porque al emprender negociaciones con países como Perú o Colombia que ya habían negociado TLC con Estados Unidos toma como base los compromisos asumidos en estos acuerdos y pide una mejora en las condiciones acordadas.
Una preocupante inclusión en el cierre del acuerdo con Perú y Colombia es la Cláusula de adhesión al acuerdo. Mediante ella, la base para la relación comercial del resto de países andinos queda establecida en el TLC acordado y, de esta manera, limita la flexibilidad para negociar con el resto de andinos y supedita la aprobación de la adhesión de nuevos miembros, así como posibles nuevos resultados de negociación a Perú y Colombia suscriptores iniciales del acuerdo.
¿Qué se nos viene? Mucho pan por rebanar
Si bien las negociaciones se cerraron en febrero de este año en Bruselas, y en mayo las fuentes oficiales se entusiasmaron diciendo que ya se había firmado el acuerdo, lo cierto es que todavía queda mucho pan por rebanar. Deberá pasar por la revisión legal y traducción a los más de veinte idiomas oficiales de la Unión Europea, para recién pasar a la fase de la firma por los presidentes de ambas partes. Con la firma de los Ejecutivos se cierra una etapa importante que sella el carácter del acuerdo; lamentablemente –tal como ha pasado en el caso de los otros TLC–, el texto negociado se haría público en la etapa final.
Debido a que se trata de un acuerdo mixto, deberá ser aprobado por el Parlamento Europeo (lo que es probable que suceda en el primer trimestre de 2011). En caso de ser aprobado, éste entraría en vigencia parcial mientras el acuerdo pasa por debate y votación de todos los parlamentos europeos. Este proceso puede demorar aproximadamente tres años.
En el caso de Perú, el TLC con la Unión Europea debería pasar de todas maneras por el Congreso debido a que versa sobre materia de derechos humanos. Y tal como indica la Constitución, correspondería al Parlamento aprobar dicho acuerdo.
Por lo pronto, ya se oyen voces que buscan evitar este debate. Sin embargo, es responsabilidad de todos insistir no sólo en el adecuado cumplimiento de la Constitución, sino también en la urgencia de hacer un balance político y definir medidas complementarias a la tan agresiva agenda de liberalización comercial promovida por los dos últimos gobiernos, sin que se atienda la problemática de los sectores afectados por estos procesos.
Publicado: Jueves 21 de octubre de 2010 -
Agenda Global - Nº 172
Etiquetas: América Latina, Tratados de Libre Comercio
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