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G-20: avances y persistentes diferencias

Jueves 28 de octubre de 2010 - Agenda Global - Nº 173

Martin Khor

Los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales del Grupo de los 20 (G-20) que se reunieron en Gyeongju, Corea del Sur, el 22 y 23 de octubre emitieron un comunicado que destaca avances en la consideración de algunos temas económicos internacionales recientes, como la “guerra monetaria” que podría desembocar en un proteccionismo comercial y las enormes corrientes de capital que amenazan con inundar a algunos países en desarrollo, provocando inflación y burbujas de precios.

El comunicado se refirió efectivamente a esos temas, pero en general sólo en términos retóricos. Careció de detalles específicos o compromisos cuantitativos, lo que deja a los países en libertad de interpretar a su gusto los principios y las buenas intenciones. Por lo tanto, es posible que persistan las diferencias de enfoque que se hicieron evidentes en los días previos a la reunión.

Pero el hecho de que no hubiera una ruptura y que se acordaran algunos principios trae esperanzas de avances futuros, quizás durante la Cumbre del G-20 de noviembre.

Aun así, los problemas económicos mundiales subsisten. Y también las diferencias de opinión tanto entre los miembros del G-20 como entre destacados economistas y autoridades de varios países miembros.

Por ejemplo, el comunicado dice que los países adelantados implementarían “planes de consolidación fiscal a mediano plazo claros, creíbles, ambiciosos y amigables con el crecimiento”.

Destacados economistas, como los premios Nobel Paul Krugman y Joseph Stiglitz, en Estados Unidos, y Robert Skidelsky, en Gran Bretaña, argumentaron enfáticamente que los países desarrollados están cometiendo un grave error al abandonar demasiado rápido el consenso alcanzado sólo un año atrás de que adoptarían “estímulos fiscales” para salir de la recesión, para llegar ahora prácticamente a un nuevo consenso de que buscarían la “austeridad fiscal”.

Los fuertes recortes en el gasto público para reducir el déficit presupuestario harán que las economías chisporroteen antes de que la recuperación se pueda sostener por sí misma.

En su columna de The New York Times del 23 de octubre, Krugman criticó el presupuesto británico presentado la semana pasada por seguir la moda de la austeridad fiscal, con un masivo recorte del gasto y la pérdida de 490.000 empleos públicos. Esto conducirá a una renovada depresión económica, predijo.

El G-20 anunció en el comunicado que continuaría con políticas monetarias apropiadas para lograr la estabilidad de los precios y con ello contribuir a la recuperación. Sin embargo, esta promesa echa un velo sobre las recientes críticas a la Reserva Federal de Estados Unidos por su intención de imprimir moneda y ponerla en circulación como forma de inyectar grandes cantidades de fondos al sistema bancario, lo que se conoce como “expansión monetaria”.

China y otros países en desarrollo han expresado la preocupación de que la expansión de liquidez tienda a deprimir el dólar y también provoque grandes e indeseadas corrientes de capital hacia países en desarrollo. A esta crítica se sumó la semana pasada la canciller alemana Angela Merkel.

Los ingresos de capital, que ya están ocurriendo, provocarán inflación en los países en desarrollo receptores y crearán burbujas en los precios de los activos, así como presiones al alza en sus monedas.

El comunicado del G-20 compromete a los ministros a “encaminarse a sistemas cambiarios más determinados por el mercado, que reflejen los elementos económicos fundamentales subyacentes y se abstengan de la devaluación competitiva de las monedas”.

Esto es loable, ya que preocupa que algunos de los países del G-20 se hayan embarcado en una “guerra monetaria”.

Estados Unidos acusó a China de manipular su moneda impidiendo que el yuan se valorizara, mientras que China ha criticado a Estados Unidos por imprimir dinero para expandir la liquidez, con resultados en la devaluación del dólar.

En la reunión del G-20, numerosos funcionarios expresaron su preocupación a Estados Unidos. “La creación excesiva y permanente de dinero es, en mi opinión, una manipulación indirecta de un tipo cambiario”, dijo el ministro de Economía alemán Rainer Brüderle.

Mientras tanto, varios países en desarrollo están contrarrestando los ingresos excesivos de capital –y las presiones al alza de sus monedas–, ya sea con intervenciones en el mercado de monedas o con controles de capital como impuestos al ingreso de ciertos tipos de capitales extranjeros.

Los gobiernos tienen un sólido argumento cuando aducen que esas medidas son necesarias para proteger a sus países de los nefastos efectos de los ingresos especulativos de capital, y que no están manipulando sus monedas.

El comunicado del G-20 también establece que “las economías avanzadas, en especial las que tienen divisas de reserva, estarán vigilantes contra el exceso de volatilidad y los movimientos desordenados de los tipos cambiarios. Esas acciones ayudarán a mitigar el riesgo de la volatilidad excesiva en las corrientes de capital que enfrentan algunos países emergentes”.

Ésta es una buena afirmación. Sin embargo, hay que ver si los países desarrollados la sostendrán. Por ejemplo, ¿Estados Unidos abandonará su reciente expansión monetaria o argumentará en cambio que el comunicado no implica realmente que deba abstenerse de aplicar esa medida?

El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, dijo que “lo más importante que se ha logrado es el acuerdo sobre un marco para frenar desequilibrios comerciales en el futuro”.

El comunicado del G-20 también anunció la decisión de incrementar la participación de los países en desarrollo en la cuota del Fondo Monetario Internacional –y con ello su poder de votación– en más de seis puntos porcentuales para 2012.


Publicado: Jueves 28 de octubre de 2010 - Agenda Global - Nº 173

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