Marginación juvenil y revuelta en Egipto
Jueves 3 de febrero, 2011 - Agenda Global - N° 4 - Año 2011
Martin Khor
Sorprende la velocidad con la cual el orden político se ve amenazado por las protestas callejeras en Egipto. Tal vez esto se explique en parte por la marginación que sienten los jóvenes con respecto a la vida económica y política del país.
La semana pasada estuvo marcada por una increíble turbulencia, cuando miles de personas tomaron las calles para protestar contra el actual régimen político. Causaba fuerte impresión ver la sede del partido de gobierno en El Cairo incendiándose en medio de las protestas.
Los acontecimientos igualmente dramáticos de Túnez, cuyo presidente fue derrocado a principios de enero luego de dos semanas de protestas callejeras, fue un elemento catalizador de las manifestaciones en Egipto.
Las revueltas que estallaron en varios países han llevado a algunos analistas a predecir el inicio de una nueva era democrática en el mundo árabe. Tal vez resulte un anuncio prematuro, pero los hechos de enero ciertamente sacudieron los cimientos del antiguo orden.
El futuro político de Egipto todavía se está formulando, y principalmente en las calles. Parece poco probable que las medidas adoptadas hasta ahora por el presidente Hosni Mubarak –nombramiento de un nuevo vicepresidente y de un nuevo primer ministro– serán suficientes para satisfacer a los manifestantes.
Vale destacar que las protestas no estuvieron dirigidas ni organizadas por los partidos políticos de la oposición ni por la prohibida Hermandad Musulmana, la fuerza opositora más poderosa del país. Según la mayoría de las crónicas, surgieron, aparentemente de manera espontánea, de gente joven que no necesariamente integra un grupo organizado pero que utiliza Internet y teléfonos celulares para comunicarse entre sí.
Si bien la fuerza del movimiento y la rapidez con que se manifestó también puede ser sorprendente, una mirada a la situación socioeconómica de Egipto arroja luz sobre los motivos por los cuales los jóvenes estuvieron dispuestos a sublevarse.
El Informe sobre el Desarrollo Humano de Egipto 2010, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Ministerio de Desarrollo Económico país brinda un retrato interesante de la juventud egipcia.
Si bien Egipto es un país en desarrollo de medianos ingresos, tiene una tasa de pobreza relativamente alta que aumentó de 19,6% a 21,6% entre 2008 y 2010. El desempleo también es elevado, cercano al 10%, un aumento con respecto al 8,4% de 2008. Lo que es peor, el desempleo entre los hombres jóvenes (de 15 a 29 años) fue de 32% en 2009, lo que significa que uno de cada tres hombres jóvenes está sin trabajo. Y muchos más fueron afectados por el subempleo.
“Varios encuestados manifestaron que el creciente desempleo ha creado una situación de inseguridad con respecto al futuro. Los deja con tiempo ocioso, poco para hacer y frustrados”, expresa el Informe sobre el Desarrollo Humano de Egipto, y da detalles de la encuesta que se llevó a cabo. “El desempleo también afecta la adhesión al Estado, al cual se percibe como una causa central de la falta de trabajo. Esto podría intensificar potencialmente la rebelión contra lo que se percibe como un sistema disfuncional de gobernabilidad, rebelión que se expresa ya sea a través de la violencia contra esa realidad o por el retiro a una esfera espiritual más pura”.
Este análisis del estado de ánimo de los egipcios jóvenes fue, en realidad, un anuncio de la “rebelión” contra el régimen que ahora está teniendo lugar.
El informe también señala que una razón de desencanto entre los jóvenes era la percepción de una debilidad del papel del Estado como motor de desarrollo. La falta de canales de comunicación con la élite gobernante los margina aún más. “Los jóvenes no sienten que el Estado les extienda sus servicios. La calidad de la educación es pobre, las oportunidades de empleo son de modestas a inexistentes, y esto reduce su adhesión al Estado y su régimen”, sostiene.
El Informe sobre el Desarrollo Humano de Egipto añade que los jóvenes temen que el único medio de movilidad social sea el soborno, el favoritismo o la infracción de la ley, lo que alimenta un sentimiento de desesperanza. Como resultado, entre ellos existe un bajo grado de interés por la política formal, con sólo un 6% muy interesado, mientras que un 84% cree fuertemente en la necesidad de que exista mayor democracia en el país.
Esta combinación de frustración con el sistema y el deseo de “más democracia” deben haber contribuido a un estallido de sentimientos en las calles de Egipto.
A dónde conducirán estos sucesos tal vez se defina esta semana. “Podría ser el fin. Ciertamente es el comienzo del fin”, escribió en su cobertura de los acontecimientos de El Cairo el experimentado periodista Robert Fisk, experto en Medio Oriente.
Una lección importante a extraer de esta crisis es que la estabilidad política de cualquier país puede verse amenazada si no se toman en cuenta los intereses de los jóvenes, en especial en cuanto a sus expectativas de tener suficientes oportunidades de trabajo, participación en el proceso de toma de decisiones y en sus ansias de democracia.
* Director ejecutivo de South Centre.
Publicado: Jueves 3 de febrero, 2011 -
Agenda Global - N° 4 - Año 2011
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