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El Perú en la encrucijada electoral

Jueves 26 de mayo de 2011 - 20 Año 2011

Carlos Bedoya

La hora de la concertación nacional

Con el pase a la segunda vuelta de la hija de Alberto Fujimori ha terminado la transición que comenzó tras la fuga del ex dictador al Japón. Los representantes del periodo post fujimorista fueron derrotados en abril y hoy Ollanta Humala propone a los sectores democráticos una concertación nacional ante la amenaza del retorno al poder de los operadores políticos de los noventa.

El sector de la derecha peruana que hoy condena a Mario Vargas Llosa por apoyar a Ollanta Humala, y que ha expulsado de sus filas a su entorno liberal, en realidad se ha refujimorizado en tiempo récord. Desde el 10 de abril a la actualidad, se ha mostrado dispuesta a todo con tal de no ceder nada del poder que mantiene desde que Alberto Fujimori instalara la versión más radical del neoliberalismo en el Perú. Y a través de los grandes medios masivos que controla ha puesto en marcha un plan para aplastar al candidato que en buena cuenta encarna la emergencia social que exige democratización e inclusión en la vida económica y social del país.

Manipulando información, francotiradores y sicarios mediáticos disparan todos los días para hacernos creer que Keiko Fujimori no es igual que su progenitor y que su gobierno no sería la continuación del de los noventa, cuando es evidente que su entorno más cercano está conformado por operadores políticos del régimen de Fujimori padre y Vladimiro Montesinos.

Asimismo, este poder mediático ataca constantemente a Humala, pero como las cantaletas del financiamiento de Hugo Chávez, el Andahuaylazo o Madre Mía ya no son tan efectivas como en el 2006, han afilado contra las propuestas económicas y sociales del nacionalismo. Primero, dijeron que el plan era estatista y autoritario. Como eso era mucho, empezaron a bombardear la principal propuesta de Gana Perú, Pensión 65, que consiste en la entrega de 250 soles mensuales a cada adulto mayor de sesenta y cinco años que no tenga jubilación, señalando que se financiaría con el dinero que los trabajadores tienen en las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) con el fin de causar zozobra y temor entre aquellos que pueden ahorrar para su vejez en un país con alta informalidad laboral. Finalmente, pasaron a transmitir la idea de que hay incoherencia y contradicciones en la opción del nuevo gobierno para el cambio. En un principio reclamaban cambios en el documento original. Pero cuando se presentaron precisiones y luego se llegó a un documento de concertación con otras fuerzas políticas ya en el escenario de segunda vuelta, señalaron que no era correcto cambiar de propuesta.

Lo cierto es que la Gran Transformación original de Humala ha dado paso a la Concertación Nacional. En esta segunda vuelta Humala ha abierto Gana Perú a otros sectores, como el toledismo, el acciopopulismo y la centroderecha democrática en general para conformar una alianza que asegure estabilidad y gobernabilidad al país. Con el treinta y dos por ciento logrado en la primera vuelta no alcanza para poner en ejecución las propuestas más radicales y Humala ha comprendido que el momento político exige dialogar y plantear un gobierno de amplia base.

El nuevo equipo de Gana Perú, con la incorporación de técnicos ubicados más en el centro, como Kurt Burneo, Oscar Dancourt, Carlos Herrera Descalzi y Luis Arias Minaya, junto a intelectuales de izquierda como Nicolás Lynch, Javier Igüiñiz, Félix Jimenez y Manuel Dammert, nos habla de un espectro político que combina la prudencia fiscal con la necesidad de redistribuir de una vez por todas y de hacer respetar el interés nacional frente al capital extranjero en un ámbito de regulación.

En palabras de Félix Jiménez, el nuevo documento denominado “Lineamientos centrales de política económica y social para un gobierno de concertación nacional” ha sido fruto de conjugar el verbo concertar.

La transición fallida

La paradoja que significa que la heredera del régimen fujimontesinista haya convertido a su Fuerza 2011 en el partido más importante de la derecha y que sea la segunda fuerza en el Congreso Nacional, se encuentra en la propia transición pos Fujimori.

Las mecidas concertadoras de principios de la primera década del siglo XXI con que la transición quiso patear las reformas institucionales no pudieron contener las urgencias económicas y sociales de la población. La Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza, los Planes de Desarrollo Concertado, los Presupuestos Participativos, entre otras instituciones de la transición, no bastaron para enfrentar las tareas de desfujimorizar el Estado y constitucionalizar, democratizar, moralizar, redistribuir poder y atender las demandas sociales.

El resultado, como describe Raúl Wiener, es un profundo descrédito de la clase política que lideró la transición, haciendo que un ex presidente, un ex primer ministro y un ex alcalde metropolitano de ese periodo resultaran derrotados por el insurrecto de Locumba, que fue tildado de antisistema y descalificado como luchador de la democracia, y por la hija del dictador que se opone a todo lo que se resiste a ser cambiado y que obtuvo el quinto de los votos sin memoria.

En buena cuenta nunca se desmontó el aparato mercantilista instalado por Fujimori, ni el Estado hecho a su medida, donde el presidente tiene excesivos poderes, donde hay un minicongreso unicameral completamente desprestigiado y organismos de control que no controlan nada. Sea cual sea el resultado, nos acercamos inexorablemente a un periodo de confrontación y turbulencias, polarizado entre los que prefieren la seguridad de un modelo injusto y los que desean un cambio de rumbo.

Los voceros del fujimorismo

Por más esfuerzo que haga, el fujimorismo del 2011 está compuesto básicamente por los mismos que sirvieron a Fujimori en los noventa.

Uno de los más claros ejemplos es José Chlimper Ackerman, empresario agroexportador, dueño de Agrokasa, ex ministro de Agricultura del tercer periodo de Fujimori, precisamente cuando el régimen era abiertamente ilegitimo y estaba a punto de desmoronarse, cuando ya todos sabían del poder de Montesinos, de la corrupción y de los asesinatos, además del fraude electoral de donde emanó.

Chlimper dice que aceptó ser ministro en este oscuro régimen para no dar la espalda al país en un momento tan difícil, pero lo cierto es que salió favorecido porque, justo antes de que explotara el gobierno fujimorista y el dictador se refugiara en Japón, se dio la Ley 27360 que aprobaba normas de promoción para el sector agrario, y que en síntesis benefició a los empresarios con incentivos tributarios y recorte de los derechos laborales de los trabajadores del campo.

Dudas razonables caben sobre la promoción de esa ley, pues el propio primer ministro de entonces, Federico Salas, admitió haber negociado con Montesinos los términos económicos de su contratación.

Casi todos los voceros del fujimorismo han sido parte del gobierno de Fujimori y por ello no se puede desligar a Keiko Fujimori de su padre, ni se les puede entender sino como un solo proyecto. Por ejemplo, el asesor en temas de salud de la señora Fujimori es Marino Costa Bauer, ex ministro de Salud de Alberto Fujimori y encargado de aplicar las políticas de esterilización forzada a cientos de miles de mujeres, lo que ha constituido una de las mayores violaciones a los derechos de las mujeres en la historia del Perú. Ello sin contar el nuevo slogan de campaña “nosotros matamos menos”, dicho por su hasta entonces vocero Jorge Trelles, ex ministro de Educación de Fujimori, reconociendo las violaciones a los derechos humanos por las que su líder está condenado a veinticinco años de prisión efectiva.

Los lineamientos de la concertación

Ante esta realidad, Humala ha seleccionado los no negociables de su Plan de Gobierno presentado al Jurado Nacional de Elecciones y, junto a los nuevos “jales”, ha diseñado una propuesta de concertación que incluye políticas sociales ya conocidas, como Pensión 65, Cunamás, duplicación del Programa Juntos, Beca 18, aumento del salario a setecientos cincuenta soles. Asimismo, persiste en el impuesto a las sobreganancias mineras y la recuperación del gas del lote 88 para el consumo de los peruanos a un precio justo.

Ya lo dijo Félix Jimenez en el debate programático del domingo 23: es mejor usar el verbo concertar que el verbo disparar o robar.


Publicado: Jueves 26 de mayo de 2011 - 20 Año 2011

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