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Inclusión

Viernes 7 de octubre de 2011 - 39 Año 2011

Héctor Béjar

La palabra inclusión está de moda. ¡Incluso incluiremos en el Estado un Ministerio de Inclusión!

Allá por los setenta, a veinte años de instalado el Estado de Bienestar que convirtió a los proletarios europeos en clase media, alguien golpeó el orgullo francés con su libro Los excluidos.

René Lenoir mostró un mundo de ancianos ocultados por las familias, mujeres solas y aisladas, discapacitados, enfermos mentales abandonados, que vivían míseramente en la Francia de la prosperidad. No había razón para ello puesto que sus familias no estaban en la pobreza. Ni siquiera eran una carga económica. Era que no los querían, sobraban.

Por eso exclusión no es igual a pobreza. Se puede ser pobre pero estar incluido o subordinado a través del mercado y del salario. Puedes ser rico pero estar excluido en un asilo donde la familia millonaria te puso para librarse de ti.

En el Perú se usa el término para impactar. Resulta que darles más plata a más señoras de Juntos es incluir. Y Pensión 65 también es incluir.

El problema es más complicado. Porque mientras en la Francia de Lenoir una mayoría excluía a una minoría, en el Perú la minoría excluye a la mayoría del poder económico, político, de la cultura y de la vida. La mayoría sobra. No se puede acabar con los excluidos porque son muchos, allí están presentes todos los días a pesar nuestro.

El asunto no es tener programas para pobres sino cambiar el Estado y el poder para que todos puedan manejarlo. Abrir las puertas del poder económico, político y cultural, educar a los excluidos y ser educado por ellos.

Incluidos serían el quechua y el aimara como idiomas oficiales de aprendizaje obligatorio en todas las escuelas públicas y privadas, sin excepción, al igual que el inglés, por supuesto. Acabaría el poder excluyente del castellano.

Incluir es reconocer al pueblo quechua, aimara y amazónico como nacionalidades, es decir, naciones dentro de un país. Tener una cámara de nacionalidades en vez de los senadores oligárquicos con que algunos sueñan (la otra cámara debería tener representantes de regiones que reemplacen a los congresistas actuales).

Incluir es reconocer a las comunidades indígenas y locales como organismos de gobierno con sus instituciones y costumbres, adecuar las leyes nacionales para ellas y no a ellas para las obsoletas leyes nacionales.

Incluir es tener intérpretes en los juicios donde participan integrantes de poblaciones originarias. Y la obligatoriedad de hablar quechua y aimara para abogados y jueces.

Incluir es reconocer a curanderos y comadronas como agentes de salud y articular una sola red que complemente medicina occidental con originaria abarcando todo el país. Acabar con la cultura excluyente occidental en medicina.

Diremos que el Perú es un país incluyente cuando tenga almirantes afrodescendientes e indígenas en la Marina. Cuando todos los jóvenes sin excepción, no sólo pobres en busca de trabajo, sean reclutados al Ejército. Cuando las Fuerzas Armadas y Policiales nos defiendan a los ciudadanos y ciudadanas, no sólo a las minas y los patrones.

Habrá inclusión cuando tengamos un solo sistema de educación gratuita, pagado con nuestros impuestos y se prohíba a millonarios ignorantes o traficantes con dinero de procedencia dudosa fundar universidades o escuelas para negocio.

Habrá inclusión cuando todos, pobres y ricos, paguemos impuestos directos según nuestros ingresos y riqueza. Y cuando el Estado al que sostenemos nos sirva a todos. Cuando abandonemos la cultura combi que nos maltrata todos los días y la anticultura de los dueños del billete que pasan encima de nosotros.

En fin, habrá inclusión cuando declaremos instaurado el reino de los valores y abolida la adoración del becerro de oro. Cuando seamos un solo país con cultura cívica y no dos países injustos y caóticos, de lumpen ricos y lumpen pobres.

Claro, no se puede hacer esto de la noche a la mañana. Pero hay que empezar. Y si no queremos o no podemos hacerlo, mejor dejemos a Lenoir en paz.


Publicado: Viernes 7 de octubre de 2011 - 39 Año 2011

1 comentario

  1. Carlos Arze
    -

    Al autor le queda acotar que si exclusión no es sinónimo de pobreza, inclusión (ni en un «Estado plurinacional») es sinónimo -ni siquiera alta probabilidad- de mejoramiento de las condiciones de vida. Lo que sucede es que en los análisis exclusivamente culturalistas se omite la referencia a las condiciones económicas, en especial a las que impone el capitalismo, por lo que sus propuestas de reforma política que demandan inclusión acaban siendo una elucubración romántica o un discurso demagógico que camufla el interés de las clases dominantes que encuentran en él una estrategia útil -por ser popular- para evitar que las cosas cambien realmente. Una revisión de la actual experiencia boliviana, con el Estado Plurinacional de Evo Morales, que incluye simbólicamente a los excluidos y que alienta el dominio real de capitales extranjeros en todos los sectores económicos (petróleo y minería, por ejemplo) puede mejorar nuestra visión sobre la «inclusión que está de moda»

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