La familia es un grupo de personas que tiene una relación consanguínea o de adopción, comparten límites temporales y espaciales, con la función de transmitir la cultura, costumbres y valores sociales. En los noventa, el Perú soportó una dura crisis económica, que produjo cambios en la estructura familiar, e incluso modificó los planes de vida de miles de peruanas y peruanos. Frente a la dificultad de cubrir necesidades básicas, la migración se convirtió en una opción. Según cifras oficiales, cerca de tres millones de hogares en Perú viven la emigración de uno de sus miembros.

Esta alternativa, sin embargo, se idealizó en “el sueño del éxito en otro país”. Estas líneas no tienen como finalidad criticar a los padres que se fueron, pero sí buscan hacer una reflexión al respecto. Y es que cabe preguntarse, ¿cómo queda la familia cuando uno de los progenitores -o ambos- se va?. ¿Seguimos hablando de una familia?, ¿qué papel cumple él o la que se fue? Lo que observamos en la mayoría de casos es una familia vulnerable, desorganizada, desequilibrada y con tensión entre sus miembros. Los más afectados terminan siendo los hijos/as.

La migración ha modificado la dinámica familiar y hasta sus conceptos iniciales. El  progenitor que se queda asume ambos roles, la clásica figura de padre y madre simultáneo. Sin embargo, se sufren carencias, que se verán reflejadas en los hijos/as en estrecha relación con su etapa de desarrollo. Esta nueva familia forma nuevos afectos. La visión sobre la migración, el futuro y el país cambia: la consecuencia es una reestructuración en la familia peruana.

*Psicóloga, tesista en el Magíster de Fonoaudiología (CPAL-PUCP).

Publicado: Viernes 25 de noviembre de 2011 - 46 Año 2011