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Carlos Franco

Lunes 23 de enero de 2012 - 49 Año 2012

Héctor Béjar

Su personalidad era fina como su pensamiento. Se interesaba por el poder, no para estar en él a cualquier precio sino para influirlo. Eso que llamamos lobbismo le habría caído como una ofensa. Y sin embargo siempre estaba al tanto de lo que sucedía en las alturas y de las posibilidades de promover desde allí, no el cambio del mundo (no creía en lo que llamaba “futuros inverificables”) ni simulaciones cosméticas, sino alteraciones que mejoren la vida cotidiana de las personas.

Fue comunista en la adolescencia a pesar de que gran parte de su familia era aprista militante. Con Helan Jaworski, Federico Velarde, Francisco Guerra, Jaime Llosa, Hugo Neira y otros compañeros formamos el equipo inicial del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos) impulsado a iniciativa de Velasco Alvarado con Leonidas Rodríguez y otros amigos militares. Carlos redactó el primer discurso en que Leonidas y el equipo presentaron Sinamos en el Cade de 1971. Presente en la exposición un periodista dijo: “Esa es una aplanadora intelectual”. Y nos quedamos con el mote de “la aplanadora”.

En 1979 estuvo entre los primeros integrantes del Centro de Estudios para el Desarrollo y la Participación (Cedep). Con Francisco Guerra García y Paco Campodónico inició la revista Socialismo y Participación bajo el lema “por una izquierda socialista, nacional y popular”. En los años noventa mantuvimos el nombre de la revista, en medio del derrumbe del socialismo real.

Amigo comprensivo y esperanzado del pueblo tal como es, analizó muy temprano las migraciones, las microempresas, la modernidad a la peruana. Lo hizo no sólo desde la antropología o la sociología sino desde la psicología social y la política.

Trató de entender al Apra y lo que ese partido significó en tanto que movimiento social. Y por los años ochenta escandalizó a la ortodoxia planteando la posibilidad de una convergencia estratégica entre el pueblo aprista y el pueblo izquierdista en un retorno al primer proyecto de Mariátegui y Haya de la Torre, antes de su ruptura. Junto con José Aricó, el erudito marxista argentino también desaparecido, retornó a la revisión de los años de 1919 a 1928 en que realizar aquella posibilidad hubiese cambiado el país ahorrándonos dictaduras y vergüenzas.

Junto con Ernesto Laclau, reivindicó al populismo latinoamericano que otros desdeñan y, a pesar de ser él mismo parte de la elite intelectual, vio en el populismo militar y civil la clave de los horizontes de una patria grande reunificada.

Desde luego, siempre estuvo por la unidad de las izquierdas. Y cada vez que fue posible en el gobierno de Velasco, propició junto con Carlos Delgado un encuentro entre los maestros del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (SUTEP) y los militares, los polos irreconciliables de la época.

Lo que suscitó más polémicas fue su tesis del “no partido”, que él formuló junto con Carlos Delgado. En los años de la revolución militar, temíamos que un partido “de la revolución” hecho por adulones y burócratas desde el poder, nos llevase a la formación de una burocracia política como había pasado ya en otros países de la América Latina. En vez de ello, propició y defendió la construcción del poder político por el pueblo mismo simultánea con la generación de su poder económico autogestor sobre tierras, fábricas y otros medios de producción. Fue un precursor teórico de la democracia participativa, de la autogestión y un crítico radical de la democracia real. Polemizó con los amigos demócrata cristianos tratando de introducir una idea más avanzada del viejo cooperativismo de la doctrina social de la Iglesia.

Carlos Franco se nos ha ido. Muchas semanas hacía que se había desenganchado del mundo, negándose a comunicarse y alimentarse. Una huelga de hambre, quizá de protesta, surgida desde lo más profundo de su cerebro, expresaba su desacuerdo con lo que estuvo viendo en nuestro país. Ya era demasiado. Puede que por esa razón sus neuronas programaron un suicidio biológico y psicológico que acabó lentamente con su vida material pero no con su presencia que circula como un aire limpio entre nosotros.


Publicado: Lunes 23 de enero de 2012 - 49 Año 2012

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