Brasil y su estrategia de desarrollo
Viernes 30 de marzo de 2012 - 59 Año 2012
Martin Khor
En mi visita a Brasil encontré un país en plena actividad, orgulloso de sus progresos sociales recientes, emprendiendo una nueva estrategia de desarrollo para impulsar la producción.
En Río de Janeiro asistí el año pasado al seminario “Nuevo pensamiento económico: contribuciones de Brasil para un diálogo global”, organizado por la Fundación Ford, la red de economistas del Multidisciplinary Institute for Development and Strategies (MINDS) y el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Responsables de la formulación de políticas brasileños analizaron junto a economistas nacionales y extranjeros la nueva estrategia de desarrollo del país y los obstáculos que pueden suponer la prevista recesión económica mundial.
Brasil fue el motor del crecimiento de América del Sur hasta las décadas del ochenta y noventa cuando la economía se estancó debido a la deuda externa y a las políticas del Consenso de Washington, según las cuales la intervención del Estado en asuntos económicos y sociales debía ser mínima.
Cuando Lula asumió la Presidencia, se centró principalmente en reducir la pobreza y la desigualdad, proporcionando ingresos a millones de familias pobres en el marco del programa “Hambre Cero”. Según Glauco Arbix, presidente de la empresa pública Financiadora de Estudios y Proyectos (FINEP) científicos y tecnológicos, durante su segundo mandato, Lula emprendió una nueva fase de “activismo estatal”: el plan de aceleración del crecimiento de 2007, la política de desarrollo productivo de 2008 y un importante programa centrado en la producción y en la creación de empleo puesto en marcha en 2011.
El ministro de Hacienda interino, Nelson Barbosa, afirmó en el seminario que las buenas condiciones comerciales, entre ellas el aumento de los precios de los productos básicos, han proporcionado a Brasil los ingresos necesarios para financiar los programas sociales de ayuda a los pobres.
Dos de las principales áreas de progreso han sido el crecimiento con distribución de la renta y disminución de la desigualdad, y la reducción de la fragilidad financiera. La deuda externa se redujo de cuarenta y tres por ciento del PNB en 1995 a trece por ciento, mientras que las reservas internacionales han aumentado hasta representar actualmente quince por ciento del PNB.
Barbosa dijo que Brasil se ha alejado de las antiguas políticas del Consenso de Washington y ahora evita situaciones extremas al asumir compromisos políticos: busca controlar la inflación, pero también reducir los tipos de interés; aplicar un régimen de tipo de cambio flotante, pero con acumulación de reservas; y alcanzar objetivos fiscales, pero a la vez aumentar la transferencia de ingresos a los pobres y dar incentivos a las empresas para fomentar la inversión.
Barbosa afirmó, además, que otro aspecto de la nueva política de Brasil que se aleja del Consenso de Washington es su convicción de que el desarrollo económico requiere que el Estado desempeñe un papel activo. Entre las funciones del Estado están la regulación del mercado, la planificación de proyectos a largo plazo, la aplicación de políticas financieras sólidas, la prestación de servicios públicos universales y la redistribución del ingreso.
El modelo de crecimiento de Brasil ha pasado por tres fases: la expansión basada en los salarios (transferencias de ingresos y salarios mínimos más altos para favorecer el aumento del consumo y la recuperación de la inversión), el crecimiento basado en la inversión (con una mayor inversión pública e incentivos financieros para aumentar la inversión privada), y la nueva fase, bajo la presidencia de Dilma Rousseff, con énfasis en la educación y en la innovación para impulsar el crecimiento a largo plazo.
Pero no todo es color de rosa. José Antonio Ocampo, profesor de economía en la Universidad de Columbia y ex secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales, afirmó que aunque en los últimos cinco a ocho años Brasil ha presentado una recuperación prometedora también tiene problemas graves, como bajas tasas de inversión, los mayores tipos de interés de América del Sur y la fuerte apreciación de su moneda, que ha afectado la competitividad de sus exportaciones.
El seminario fue también una oportunidad de conocer mejor el BNDES, en cuya sede en Río de Janeiro se llevó a cabo. Este organismo financiero estatal, que otorga más préstamos que el Banco Mundial, no sólo es el principal financiador de los proyectos de desarrollo y política industrial de Brasil sino que también ha desempeñado un papel clave en la formulación de políticas que le han permitido al país recuperarse de la recesión de 2008-2009.
En Brasilia conocí a Marcio Pochmann, presidente del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), importante centro de reflexión vinculado a la Secretaría de Asuntos Estratégicos de la Presidencia de la República que provee soporte técnico e institucional a las acciones gubernamentales para la formulación de políticas públicas y programas de desarrollo.
Un asunto prioritario para el IPEA es contribuir a la redefinición de Brasil en el nuevo contexto mundial que se caracterizará por una crisis grave y prolongada, una gobernanza mundial en peligro y un debilitamiento de las instituciones internacionales, señaló Pochmann, y destacó, además, que el G-20 está respondiendo con debilidad a la crisis. Ante una situación así, el Sur debe hacerse oír con más fuerza en los asuntos mundiales.
También sostuve una interesante conversación con Marco Aurelio García, principal asesor internacional de la presidenta Dilma Rousseff, como también lo fue de Lula, quien destacó que Brasil está promoviendo un tipo de integración regional basada en la producción, la energía y la infraestructura en lugar de en la liberalización del comercio, que tiende a beneficiar sólo a los países fuertes.
El ministro de Relaciones Exteriores, Antonio Patriota, tiene el talante de un diplomático modesto y sincero, pero carga el peso de representar a Brasil en la Organización Mundial del Comercio, en las negociaciones sobre el cambio climático y en otras importantes cuestiones de política exterior, como apoyar a la presidenta en las cumbres del G-20. Brasil cree en la cooperación Sur-Sur y se toma muy en serio su papel dentro del BRICS, grupo que forma junto a China, India, Rusia y Sudáfrica, que avanza hacia su formalización como una alianza de grandes países emergentes que actúa como contrapeso de los países desarrollados.
Brasil también ha desarrollado fuertes vínculos con África y, según Patriota, está muy interesado en reforzar las relaciones económicas y políticas con Asia y China en particular, pero también con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, conocida como Río+20, que tendrá lugar en junio en Río de Janeiro, es un asunto prioritario para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil. Se espera que al cumplirse el vigésimo aniversario de la Cumbre de la Tierra asistan numerosos líderes políticos y que sirva para dar el impulso que tanto necesita la cooperación multilateral ahora que el mundo hace frente a crisis cada vez más graves, como la económica o la del medio ambiente.
Cuando se celebre la conferencia en junio, la crisis económica mundial habrá adquirido mayores dimensiones y Brasil deberá manejar con habilidad el rumbo de la cumbre para que se mantenga viva la llama del multilateralismo y la cooperación internacional en momentos en los que los países piensan sobre todo en velar por sus propios intereses.
Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.
Publicado: Viernes 30 de marzo de 2012 -
59 Año 2012
Seria pocible a plicar, esta estrateguia para toda sur america?. De ser positivo por favor …..Sr. presidente del Ecuador unamonos.
Sin duda, un equipo talentoso puede sostener un crecimiento estratégico de desarrollo productivo. Perú está tomando esos pasos y está logrando seguir adelante.