La caja de Pandora
Viernes 13 de abril de 2012 - 61 Año 2012
Fabian Simeon
No hay duda: Los mercados han fallado. Estamos cambiando el clima del planeta, agotamos los recursos marinos, contaminamos nuestras fuentes de agua y los suelos. Y al parecer, nadie es responsable. Según el informe del Programa de Naciones Unidas del Medio Ambiente (PNUMA) sobre la Economía verde, el desastre ambiental que enfrentamos obedece a la información incompleta y la mala asignación de capital y recursos. Por ende, proponen “reajustes” que pasan por “mejorar” las reglas del mercado; aplicar una capitalización total de la naturaleza; mejorar la infraestructura comercial internacional; y hacer que los estados apliquen mejores normas ambientales. Basta con eso y la Tierra estará a salvo, afirman… Se trata, a todas luces, de una propuesta frágil y bastante controversial, tomando en cuenta que la realidad es más compleja y mucho más peligrosa. Y decimos peligrosa porque la influencia de unos pocos actores en el diseño de la Economía verde para ajustarla a sus propios fines e intereses es alta.
Un estudio del Instituto Federal de Tecnología de Zurich (Suiza) reveló que el ochenta por ciento de la economía mundial está manejada por unas setecientas empresas transnacionales, y que sólo ciento cuarenta y siete compañías, principalmente financieras, tienen el control total de cuarenta por ciento de la economía del planeta. Dichos actores no son reconocidos por un elevado comportamiento ético, transparente ni participativo. Muchos ni siquiera respetan las reglas del mercado como demuestran los innumerables fallos judiciales en diferentes países a causa de competencia desleal o la construcción de cárteles. Además, estos actores manejan economías más grandes que las de muchos países y tienen muchas posibilidades para influir en las políticas de estados y, al mismo tiempo, usan todas las posibilidades para evitar o minimizar impuestos; de esta forma, privan a los estados de recursos para reforzar la fiscalización ambiental. Por citar un ejemplo local, el nuevo gigante de materia prima Glencore-Xstrata tiene ventas por 178,8oo millones de dólares al año, 25,000 millones de dólares más que el producto bruto interno (PBI) del Perú. El imperio Nestlé puede gastar en un año 15,000 millones de dólares en administración y marketing, monto que equivale a casi la mitad del presupuesto del Estado peruano. Todo sin obligaciones de rendir cuentas a nadie.
Además del sector empresarial, el PNUMA atribuye un rol importante a las entidades financieras internacionales y nacionales como el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) de Brasil para lograr la transición hacia una Economía verde. Pero son justo aquellas entidades las que financian principalmente la infraestructura que se orienta a las necesidades del comercio internacional y de las transnacionales, y no de la pequeña agricultura o del microempresariado. En el caso de Perú, en lugar de invertir intensamente en la interconexión de los mercados locales se financia tres carreteras interoceánicas para estimular los flujos internacionales, poniendo en peligro los últimos bosques vírgenes de la Amazonía. O se sufraga la construcción de represas para generar energía que servirá a la gran minería en lugar de invertir masivamente en la difusión de sistemas de energía descentralizada, limpia y renovable. Son estos actores, en especial en el sector financiero, que no ofrecen mayores garantías de ser capaces de actuar por el bien común y proteger de manera óptima al planeta.
Los mercados financieros han colapsado en el 2008, a pesar del control más riguroso por parte de cada inversor mismo, sea particular, una empresa, un estado o hasta una agrupación criminal organizada. Pero es la sociedad la que paga el precio por la quiebra. Cabe preguntarse entonces: ¿Queremos abrir a estos mismos actores el acceso a los últimos recursos naturales que nos quedan con el mismo modelo económico sólo con un poco más de pintura verde? Ya hoy en día se observan los primeros conflictos y engaños, ya sea con la Reducción de Emisiones de Deforestación y Degradación de Bosques (REDD), los mercados de carbono o la concentración de tierras.
Y eso sólo es el inicio. Estamos a punto de abrir la caja de Pandora.
Prepárense.
* Fabian Simeon es politólogo, investigador en temas de energía y megaproyectos de Forum Solidaridad Perú.
Publicado: Viernes 13 de abril de 2012 -
61 Año 2012
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