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Un Río cargado de propuestas e incertidumbres

Viernes 25 de mayo de 2012 - 67 Año 2012

Víctor Sánchez

Lo primero que se nos ocurre cuando pensamos en río es una corriente de agua que proviene de glaciares y lagunas andinas, la cual es usada para la agricultura y para el consumo humano. Si bien en el argot peruano esta palabra tiene un contexto incluso ancestral, en junio próximo «río» tendrá otra connotación, que puede cambiar el rumbo de la humanidad.

A inicios del mes entrante se celebrará el Día Mundial del Ambiente; fecha propicia para exhibiciones fotográficas, seminarios, mesas redondas, conferencias, etc. Sin embargo, es otro evento el que puede marcar la pauta para los próximos años. Según sus resultados, éste podrá ser recordado como el momento en que las naciones acordaron acciones concretas para el desarrollo sostenible; o podrá concluir como un evento más en el que tampoco se pactaron las tan esperadas medidas para enfrentar los retos del siglo XXI.

La Cumbre de la Tierra Río+20 -o simplemente Río+ 20-, se llevará a cabo del 20 al 22 de junio. El certamen es importante dentro del calendario ambiental ya que tratará de avanzar en los compromisos de los estados y de la comunidad mundial en los grandes cambios que apuntan a solucionar los problemas ambientales y la pobreza, principalmente.

Esta cumbre sería recibida con júbilo si el trabajo de los diferentes estados involucrados hubiese generado una base sólida para el desarrollo de un mundo de prosperidad, paz y sustentabilidad. Decir que poco o nada se ha trabajado en esa línea sería mezquino, ya que diversas acciones impulsadas por gobiernos, sociedad civil y empresas han mostrado que un cambio es posible, y que un modelo de desarrollo solidario no es sólo un discurso que puede quedar en un papel.

Perú trabaja en una postura como país de manera conjunta con la sociedad civil, grupos indígenas y universidades, entre otros.  Si bien muchas de las propuestas apuntan a erradicar la pobreza, hacer un uso eficiente del recurso hídrico, garantizar la seguridad alimentaria y la salud pública, etc. hay otros temas que por las características geográficas nacionales son de vital importancia. La gestión integrada del agua, el acceso universal a servicios energéticos, la gestión de los océanos y todas las fuentes de agua, son temas que deberán tener mayor importancia dentro de las negociaciones y que obviamente deberán ser el caballito de batalla de la delegación peruana en el encuentro.

Si bien la sociedad civil peruana no está de acuerdo con la mercantilización de la naturaleza -que en Río+20 se ha denominado “Economía verde”- es obvio que debe generarse un modelo que no atente contra la biodiversidad de un país como el nuestro, que permita erradicar la pobreza y que consolide las bases para un desarrollo sostenible a largo plazo.

Aunque nuestra postura o los requerimientos peruanos pueden verse diluidos en un grupo como el de G77, es necesario sumar fuerzas; y no sólo con países que sientan que su biodiversidad está en peligro, sino también con aquellos que quieren un cambio y que quieran poner en un segundo plano los viejos esquemas de producción y consumo.

Una economía ecológica pero con  carácter social es fundamental,  pero ello exige dejar de lado las acciones concentradoras, la lógica de exclusión y las prácticas ambientalmente irresponsables predominantes.

Ante esto, la delegación peruana deberá proponer una nueva visión de crecimiento sostenible que priorice la generación de bienes para todos, basada en el respeto a los derechos humanos y de la Madre Tierra, y en las  nuevas formas de producción y consumo protegiendo nuestra biodiversidad. Así mismo, deberá apoyar el pedido de declarar  la existencia de una crisis ambiental la cual requerirá del cumplimiento de acuerdos vinculantes de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y de acciones concretas para fomentar un desarrollo limpio en economías emergentes.

Considerar a la Amazonia como un espacio a conservar y proteger en las próximas décadas es otro de los puntos a tener en cuenta en la propuesta. Eso sí, sin dejar de lado a los glaciares, que exigen ser declarados zonas intangibles para las actividades extractivas. De igual manera, urgen medidas para la recuperación  y revaloración de los conocimientos ancestrales, articulándolos con las tecnologías modernas en las estrategias de mitigación al cambio climático

Por otro lado, si bien es importante el cambio de la matriz energética, ésta no deberá estar basada en el petróleo ni el uso de agrocombustibles. En cambio, podrá estar cimentada en nuevas energías renovables y limpias, además del uso de energía hidroeléctrica no dependiente de megaproyectos.

Finalmente, ¿vale la pena la cumbre?. La respuesta será positiva, siempre y cuando se logren acuerdos que permitan plasmar las nuevas brechas de desarrollo y también se pueda llegar consensos respecto a la reducción significativa de emisiones; de lo contrario, todas las iniciativas y acciones se verán afectadas directa o indirectamente por los efectos negativos del calentamiento global.

* Coordinador nacional del Movimiento Ciudadano Frente al Cambio Climático (MOCICC).


Publicado: Viernes 25 de mayo de 2012 - 67 Año 2012

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