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La revolución silenciada

Viernes 15 de junio de 2012 - 70 Año 2012

Héctor Béjar

En su informe Perspectivas económicas mundiales de abril 2012, el FMI destaca cómo Islandia tuvo que usar “herramientas de política al margen del conjunto tradicional” y acepta que la “combinación ecléctica de políticas ha sido eficaz”.

Con Irlanda y Nueva Zelanda, Islandia fue una de las estrellas neoliberales del Banco Mundial. A Irlanda ya la arruinaron, a Islandia también, pero ahora el pequeño país nórdico se recupera desobedeciendo al FMI.

En los años ochenta, cuando adoptó la receta neoliberal, el gobierno de Islandia dividió la pesca de bacalao en cuotas y las entregó a unos cuantos empresarios que se hicieron millonarios con bajos impuestos y  desregulaciones.

Pagando quince por ciento anual los bancos atrajeron ahorros de austriacos, alemanes y holandeses. Sus activos llegaron a multiplicar por doce el PBI.

Dos, tres casas, una cuatro por cuatro, una moto de nieve por familia. “Las tarjetas de crédito echaban humo”, explica Ásgeir Jonsson, ex economista jefe del banco Kaupthing.

Sigurdur Einarsson, ahora el banquero más buscado por Interpol, se compró una mansión en el exclusivo barrio londinense Chelsea, por doce millones de euros. Decidió que el banco le pague el alquiler para cubrir la hipoteca. La mayoría de los banqueros hizo lo mismo.

Los ejecutivos hicieron la gran vida mientras sus bancos compraban o ayudaban a comprar medio Oxford Street, el barrio comercial de Londres, varios clubes de fútbol de la liga inglesa, bancos en Dinamarca, empresas en toda Escandinavia: todo lo que estuviera en venta, y a crédito. Concedían créditos millonarios a sí mismos, a sus familiares, a sus amigos y a los políticos y periodistas cuyos favores compraban. A menudo, préstamos sin garantías. El movimiento de la Bolsa se multiplicó por nueve entre 2003 y 2007. Los precios de los departamentos se triplicaron.

Landsbanki abrió Icesave cuentas de ahorro por internet con altos intereses para británicos y holandeses. El gobierno del Reino Unido detectó que estaba repatriando capitales y le aplicó la ley antiterrorista para congelar sus fondos.

Fue el pinchazo que hizo estallar la burbuja. Los tres bancos más grandes, Glitnir, Landsbanki y Kaupthing, quebraron. Su deuda total excedía en más de seis veces el PBI nacional de 19,000 millones de dólares.

Holanda y el Reino Unido exigen ese dinero a Islandia: 4,000 millones de euros.

Una docena de banqueros, empresarios y políticos arruinaron el país: diez de los sesenta y tres parlamentarios islandeses, incluidos los líderes del partido que gobernó desde 1944, tenían préstamos personales de diez millones de euros por cabeza.

Cuando el parlamento aprobó una ley para que los ciudadanos paguen la cuenta de los bancos en quince años y al 5,5 por ciento de interés, el presidente vetó la ley, convocó a un referéndum y noventa por ciento votó por el no pago. Cualquier nuevo arreglo deberá pasar por otro referéndum. El gobierno parlamentario colapsó ante las protestas callejeras. El repudio a los banqueros y sus ejecutivos fue tal que no podían salir a las calles sin ser abucheados. En las elecciones generales de abril de 2009, una mayoría de socialdemócratas y verdes se instaló en el parlamento y Johanna Siguroardottir, librepensadora, laica y lesbiana, fue elegida para encabezar el gobierno de un país de mayoría luterana.

Ningún medio de comunicación ha dado publicidad a esta revolución pacífica contra el neoliberalismo. Hay una profusa bibliografía sobre el proceso de Islandia. En su Living inside the meltdown (Vivir dentro de la crisis), Alda Sigmundsdóttir narra las reacciones de los islandeses.

Se dijo que Islandia sería un paria para la comunidad inversora.

Islandia optó por no cargar a la gente los errores de sus bancos. Proteger el Estado del bienestar se puso por encima de todo.

Europa sigue obligando a sus ciudadanos a salvar sus bancos y abre un agujero cada vez mayor. El FMI pronostica una caída del 0,5 por ciento para el PBI de la zona euro.

Resulta que ahora para el FMI, las audaces políticas de Islandia el 2010 y de Roosevelt en los años treinta, merecen ser tomadas en cuenta. Quién lo hubiera pensado. Sí hay alternativa a la especulación, la corrupción y la codicia: desobedecer al FMI y liberarse del Banco Mundial.

DESARROLLO

Islandia optó por no cargar a la gente los errores de sus bancos. Proteger el Estado del bienestar se puso por encima de todo.


Publicado: Viernes 15 de junio de 2012 - 70 Año 2012

1 comentario

  1. Nunca es tarde para seguir la huella de Islandia, aunque creo que ello debería haberse hecho mucho antes de la crisis, no solo por Islandia, sino parte de la mayoría de países, incluyendo por supuesto al Perú. Pero, …, pero la servil cegüera de nuestros gobiernos siempre se impuso. No hay que olvidar que los agentes del FMI, del Banco Mundial, del BID, etc. están infiltrados en casi todos los países, decidiendo qué es lo que nuestros gobernantes tienen que hacer para, diz que, alcanzar el desarrollo, y ahora, en plena crisis global, para salir de ella. La justicia debería ocuparse de estos organismos y de todos esos banqueros que han arruinado a tantos países en el mundo.

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