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Un jardinero sin escrúpulos

Viernes 06 de julio de 2012 - 73 Año 2012

Roberto Bissio

Marcus Agius es jardinero. Su pasión por las plantas lo ha llevado a la presidencia de los Reales Jardines Botánicos de Kew, fundados en 1759 por la princesa Augusta, madre del rey Jorge III, y que hoy atesoran ocho millones de ejemplares en su herbario en Londres. Presidía, además, la Asociación de Banqueros Británicos y desde 2006 era el primer director no ejecutivo de la radiotelevisión estatal BBC, sobre la que ejercía una tutela ética.

Ese mismo año, Agius había sido llamado a presidir el salvataje de la Banca Barclays, al borde de la quiebra por apuestas financieras irresponsables. Continuando la tradición de su suegro, Edmund de Rothschild, también apasionado por la horticultura y miembro prominente de la familia de financistas que hizo de la City de Londres la referencia de la banca mundial, combinó su gestión empresarial con la filantropía y la prédica moral.

Considerado un modelo de elegancia y buenos modales, Agius cambió a menudo sus trajes a medida por pantalones kaki y sombrero de paja para hacerse fotografiar dando la mano a beneficiarios de sus programas asistencialistas en tugurios y barrios pobres de todo el mundo y promover así la “responsabilidad social corporativa”.

Cuando estalló la crisis financiera mundial en 2008, la Banca Barclays fue una de las pocas que no requirió salvataje oficial, ya que Agius negoció su venta parcial a varios emires árabes. Explicando por qué se había originado la crisis mundial, dijo que “muchos vieron cómo se hacían fortunas en la banca de inversión y quisieron una parte, sin tener la necesaria experiencia histórica o una cultura bancaria profundamente arraigada”.

La City despertó el lunes 2 de julio con la noticia de la renuncia de Agius a todos sus cargos públicos y privados. “Comportamientos inaceptables dentro del banco”, explicó, lo hicieron merecedor de una multa record de 455 millones de dólares y propinaron “un golpe devastador para su reputación”.

Lo “inaceptable” es nada menos que la estafa financiera más grande jamás intentada: la manipulación de la tasa LIBOR, un robo de guante blanco por miles de millones de dólares que ha embaucado a gobiernos de todo el mundo y a la larga empobrece a millones de personas que jamás oyeron hablar de Agius, de Barclays o de la city londinense y simplemente concurrieron a un banco a pedir dinero prestado.

LIBOR es la sigla de London interbank offered rate, o sea la tasa de interés a la cual los principales bancos de la capital británica se prestan dinero entre sí. Operaciones financieras por valor de más de ochocientos billones (millones de millones) de dólares, desde la emisión de bonos estatales hasta la compra de un automóvil, pactan sus intereses tomando al LIBOR como base. Una pequeñísima variación hacia arriba o hacia abajo hace que el equilibrio entre deudores y acreedores oscile en millones. La zona del euro tiene su Euribor y las finanzas japonesas su propio índice, pero seis décadas después del fin del Imperio Británico, el LIBOR continua como referencia mundial.

Después de años de trabajo de detective, tanto en Londres como en Nueva York, con participación no solo de los reguladores financieros, sino también del FBI, Barclays se convirtió en el primer banco en ser multado por sus malas acciones, pero una docena de otras grandes instituciones financieras también están siendo investigadas. Además de las abultadas multas, que en el caso de Barclays ascienden a alrededor del diez por ciento de sus ganancias de 2011, una vez comprobado el fraude los bancos participantes son propensos a ser demandado por sus víctimas, lo que puede significar toda clase de acciones. Bob Diamond, presidente ejecutivo de Barclays, no podía alegar desconocimiento de las operaciones ilegales y se vio obligado a dimitir, en primer lugar a su trabajo y luego a su bono de veinte millones de libras para este año. A pesar de su renuncia, Agius conducirá la Junta en busca de un reemplazo.

Por encargo de la Asociación de Banqueros Británicos, que Agius presidía, cada mañana la agencia Thomson Reuters calcula el LIBOR como un promedio de las tasas ofrecidas por los bancos, pero no de las operaciones realmente efectuadas.

A la cabeza de varios bancos similarmente endeudados, Barclays manipuló el LIBOR a la baja con ofertas falsas, para no tener que mantenerse a flote pagando tasas altas. Ahora el parlamento inglés investiga cómo pudo ocurrir esto durante varios años sin ser percibido, arriesgando toda la credibilidad de la banca británica.

En el corto plazo, esta manipulación escondió el costo real para Barclays y grandes bancos de sus deudas acumuladas, los hizo aparecer como más sólidos de lo real y atenuó las presiones para reformarlos. El fraude de Bernard Madoff en Wall Street o la manipulación del cálculo del déficit griego para ingresar al euro son juegos de niños al lado de esta macroestafa.

El engaño ocurrió durante varios años y el modus operandi era sorprendentemente simple. Libor se calcula cada día por orden (y bajo la supervisión) de la Asociación de banqueros británicos, que casualmente fue presidida por Agius, hasta que estalló el escándalo. El número diario se promedia por la Agencia de noticias de Thomson Reuters, y no se basa en las operaciones reales de los bancos de préstamos y préstamos entre sí, sino en las respuestas de los grandes bancos a la pregunta de qué tasa pagarían si fueran a pedir dinero prestado hoy. Barclays y otros varios grandes bancos igualmente endeudados manipularon el Libor hacia abajo con falsas ofertas. En algunos casos esto se hizo para favorecer a los comerciantes en los mercados de derivados: «Loco. Te debo una grande! Ven un día después del trabajo y abriré una botella de (champaña) Bollinger», dice uno de los correos electrónicos interbancarios que ahora se incluyen como evidencia. La mayor parte del tiempo Barclays reduce artificialmente la tasa Libor para evitar el pago de altas tasas por sus enormes deudas.

Una semana antes del escándalo, el Banco de Pagos Internacionales (BPI) de Basilea advertía en su informe anual que “los bancos deben ajustar sus balances para reflejar el valor real de sus activos y asegurar una rápida recapitalización” (un sinceramiento que puede ser fatal para muchas instituciones). El BPI, que es una especie de Banco Central de los bancos centrales del mundo, sostiene que “los gobiernos deben reformar al sistema bancario y limitar su tamaño e importancia” para asegurar que en el futuro la quiebra de un banco no desate una nueva crisis financiera.

Chakravarthi Raghavan, editor emérito del South-North Development Monitor (SUNS) de Ginebra, no ve nada nuevo aquí: el BPI “ha identificado estos problemas en el pasado y ha propuesto remedios”. Sin embargo, la medicina no se aplica porque “el sector financiero ha capturado los procesos políticos”.

El parlamento británico debe resolver, ahora, si el “caso Agius” se explica con el tradicional símil de la manzana podrida que no falta en cualquier canasto o se trata de un hongo que ya ha infectado a todo el invernadero. ¿Quién vigila a los jardineros?

* Director del Instituto del Tercer Mundo (ITeM).


Publicado: Viernes 06 de julio de 2012 - 73 Año 2012

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2 Comments

  1. decía Bertold Brectch:
    ¿quién roba mas y mejor: el ladron callejero, con su puñal, o el banquero, con sus bonos y amparado por la ley?

  2. […] Marcus Agius es jardinero. Su pasión por las plantas lo ha llevado a la presidencia de los Reales Jardines Botánicos de Kew, fundados en 1759 por la princesa Augusta, madre del rey Jorge III, y que hoy atesoran ocho millones de ejemplares en su…  […]

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