Reformas bancarias radicales en Argentina
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En un momento en el que la mayoría de los gobiernos parecen incapaces de hacer algo contra el desempleo, el empeoramiento de las desigualdades y la continua inestabilidad financiera, Argentina ha adoptado una serie de sorprendentes reformas que permiten a su Banco Central desempeñar un papel mucho más proactivo en el tratamiento de todos estos problemas, sostiene Rick Rowden, ex asesor de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), en un análisis publicado en TRUTH-OUT el 22 de julio pasado. De hecho, las reformas aprobadas en marzo podrían ser los primeros disparos de una revolución silenciosa en la política monetaria. Si tienen éxito, amenazarían veinticinco años de políticas conservadoras de los bancos centrales, que han sido consideradas como mejores prácticas por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La presidenta del Banco Central de Argentina, Mercedes Marcó del Pont, dijo que las reformas cuestionan el axioma conservador de que los bancos centrales deben desempeñar un papel muy limitado en la economía y dijo que ahora la institución está redescubriendo su capacidad soberana para formular y aplicar la política económica, explicó.
Las reformas presentadas por la presidenta Cristina Fernández y aprobada por el Congreso abandonan formalmente el enfoque del Banco Central de mantener baja la inflación excluyendo otros objetivos económicos. A partir de ahora la institución tendrá un triple mandato de estabilidad monetaria, estabilidad financiera y desarrollo económico. Jugará un papel más amplio en la gestión económica. Salvaguardará la estabilidad financiera a través de la aplicación de la reglamentación correspondiente y promoverá la creación de empleo y un desarrollo más equitativo a través de la asignación de créditos subsidiados a sectores prioritarios.
Los incondicionales del libre mercado y de la independencia del banco central se horrorizaron. The Economist proclamó que el banco central argentino se había convertido en la “alcancía” del gobierno, “perdiendo el último vestigio de su independencia jurídica” y alegó que la intromisión del gobierno podría dar lugar a déficit fiscales imprudentes y dejar a la inflación fuera de control. Del mismo modo, María Anastasia O’Grady escribió en The Wall Street Journal que la irrupción en el banco central destruyó los últimos vestigios de independencia.
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