¿Ahora Líbano?
Viernes 31 de agosto de 2012 - 81 Año 2012
Héctor Béjar
La invasión occidental a Siria vía rebeldes y mercenarios está empezando a complicar a Líbano.
Las comunidades alauita y sunita han empezado a combatir en Trípoli, la segunda ciudad del país. Los alauitas son una rama del Islam próxima al chiísmo, a la que pertenece el presidente de Siria, Bashar Al Assad. Creen en un Mesías y son grandes defensores de la causa palestina. Defienden la igualdad de la mujer respecto del varón, rechazan el dogmatismo islámico y se acogen al significado profundo del Corán, no a la forma del rito.
La República Libanesa limita con Siria e Israel, dos bombas de tiempo del Medio Oriente. Bajo la presión de occidentales, israelíes y sirios, Líbano es a la vez un delicado mecanismo de relojería y una casa de cristalería.
Se trata de una república multirreligiosa. Allí conviven cristianos, maronitas, drusos, musulmanes sunís y chiítas. Las clases altas tienen cultura francesa y se nota la influencia de Estados Unidos expresada en la Universidad privada “americana” donde se habla el inglés, desde que los norteamericanos desembarcaron en 1958 para “proteger” a los maronitas.
La iglesia católica maronita (de Marón, que vivió en el año 410) es la única iglesia cristiana oriental que no es ortodoxa y reconoce la conducción espiritual del Papa de Roma. Las comunidades maronitas creen que Jesús fue Dios y hombre al mismo tiempo, y defienden su autonomía, lo que les valió terribles persecuciones en su contra.
Los drusos, musulmanes de origen persa, son monoteístas y creen en la reencarnación.
Sunitas y chiítas son las dos grandes ramas del Islam que ahora compiten expandiendo su influencia por el Medio Oriente.
La Constitución de Líbano establece que la Presidencia debe ser ejercida siempre por un cristiano maronita, el primer ministro debe ser sunita y el presidente del parlamento debe ser chiíta.
Líbano fue sede de la Organización para la Liberación Palestina (OLP) de Yaser Arafat desde 1970 hasta que Israel invadió el sur del país para expulsarla en 1978.
En 1975 comenzó la guerra entre las falanges maronitas y los musulmanes de la OLP. El sur fue ocupado primero por las fuerzas de paz de la Liga Árabe y, cuando éstas se retiraron, por el ejército sirio. En 1978 y 1982 fue invadido por los israelíes. Se abrió una guerra entre milicias libanesas, la OLP, los israelíes y las falanges cristianas. Intervinieron fuerzas multinacionales de las Naciones Unidas y pudieron salir los once mil milicianos de Arafat. Cuando se retiraron, los israelíes, con la complicidad de norteamericanos, ingleses, italianos y franceses, se dedicaron a matar a cañonazos a la indefensa población civil palestina de Sabra y Chatila. Uno de los grandes crímenes de guerra del siglo XX.
Han pasado treinta años de ese crimen y los campamentos de refugiados palestinos –en realidad viejos edificios tugurizados en que viven apiñadas y cercadas por alambradas ciento treinta mil personas-, continúan allí ante la indiferencia o ignorancia del mundo. Al centro de los edificios, en una gran plaza circular, está bajo tierra y cemento la fosa común compartida por miles de cadáveres inidentificables.
En 2000 Israel decidió retirarse de Líbano.
Beirut, llamada la perla del Mediterráneo, fue destruida. Lo de siempre. Fue reconstruida por Francia a la manera francesa, con dinero de los libaneses.
En 2006 hubo otra guerra entre Israel y Hezbollah apoyado por Irán y Siria. Los israelíes destruyeron otra vez gran parte del sur.
Si usted ha estado alguna vez en Israel le será denegada la visa libanesa. Israel es una mala palabra en Líbano porque representa una amenaza permanente a la independencia del país.
El turista distraído que pasee por las tranquilas calles de Beirut verá gente tomando té en las calles oscuras o jugando ajedrez en la charla de vecinos y amigos. O si va al centro descubrirá tranquilas calles peatonales llenas de tiendas con las grandes marcas francesas de perfumes y modas o cafés a la parisina. Y allí donde pueden entrar los autos, colecciones de BMW y Mercedes. Nada que parezca guerra o pobreza. Son las finanzas del petróleo. Y sin embargo, las bestias de la guerra se acercan a Beirut. En unas cuantas horas su vecino puede asesinarlo si pertenece a la facción contraria. Crucemos los dedos.
Publicado: Viernes 31 de agosto de 2012 -
81 Año 2012
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