Clima: negociaciones ante nueva encrucijada
Viernes 21 de setiembre de 2012 - 84 Año 2012
Martin Khor
Las negociaciones sobre el cambio climático están frente a una nueva encrucijada. Esto quedó en evidencia en la última ronda que finalizó el 7 de setiembre en Bangkok. Luego de haber deshabilitado el Protocolo de Kioto, los países desarrollados planean ahora liquidar el Plan de Acción de Bali y su grupo de trabajo, impidiendo que los temas puedan concluirse adecuadamente o transferirse a otros organismos.
“Encrucijada” porque las negociaciones y el régimen sobre el cambio climático emergente pueden ir en una de varias direcciones o bien quedar estancados. “Nueva” porque ya enfrentaron otras encrucijadas a lo largo de los últimos cinco años.
Las negociaciones de Bangkok de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático revelaron, en los diez días que duraron, una importante división entre los países desarrollados y en desarrollo. Estos últimos querían seguir discutiendo numerosos temas que aún no se han resuelto, en tanto la mayoría de los primeros, encabezados por Estados Unidos, consideran que esta discusión no es necesaria porque ya cerraron todas las vías de negociación a partir de una decisión adoptada en la última Conferencia de las Partes celebrada en Durban en diciembre pasado.
La disputa en torno a un tema aparentemente de procedimiento sobre qué debe permanecer en la agenda y qué debe eliminarse, en realidad es una muestra de un tema mayor: cuáles son las respectivas responsabilidades que tienen por delante los países desarrollados y los países en desarrollo.
A medida que crece la evidencia de los devastadores efectos del cambio climático, tanto por los hechos que ocurren como por las pruebas científicas, parece que la comunidad internacional se vuelve cada vez más incapaz de hacer frente a la crisis.
El meollo del problema es el continuado intento de varios gobiernos de países desarrollados de eludir sus obligaciones previamente acordadas: liderar la drástica reducción de emisiones en sus propios países y, a la vez, brindar financiamiento y tecnología a los países en desarrollo para que éstos puedan adoptar sus propias medidas sobre el clima.
Desde esta misma columna se anunció, durante una sesión de Bangkok en 2009, que los países ricos estaban confabulando para liquidar el Protocolo de Kioto.
En el marco del Protocolo de Kioto, todos los países desarrollados -salvo Estados Unidos, que no es miembro del mismo- acordaron reducir sus emisiones en porcentajes especificados. El porcentaje promedio general fue de cinco por ciento para 2012, en comparación con las emisiones de 1990. Las reducciones para un segundo periodo que comenzaría en 2013 se negociaron en un grupo de trabajo a partir de 2005. Se supone que las nuevas reducciones serían de al menos entre veinticinco y cuarenta por ciento para todos los países desarrollados, aunque los países en desarrollo habían exigido cuarenta por ciento o más.
En 2007 se creó en Bali otro grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo, cuyo mandato era que los países desarrollados que no eran miembros del Protocolo de Kioto -en ese momento solo Estados Unidos- adoptaran un compromiso de mitigación comparable al de los países miembros. En los últimos tres años se ha librado una batalla por salvar el Protocolo, a medida que uno tras otro los países desarrollados anunciaban que se unían a Estados Unidos en el relativamente seguro ámbito del grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo.
En la conferencia de Durban de 2011 resultó claro que Canadá, Japón y Rusia no formarían parte de un segundo periodo del Protocolo de Kioto, mientras que Australia y Nueva Zelanda se decidieron a observar para luego ver qué hacían. Así, quedan sólo los países europeos para la convocatoria a reducir las emisiones con posterioridad a 2012. Hasta ahora, y muy pasados de la fecha, ni siquiera éstos han establecido con qué reducciones están dispuestos a comprometerse.
Con el abandono virtual del Protocolo de Kioto, los países desarrollados planean ahora liquidar también el grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo. A Estados Unidos no le gusta el grupo ni su Plan de Acción de Bali al menos por tres razones: obliga a todos los países desarrollados a realizar un esfuerzo de mitigación comparable (Estados Unidos no está tan dispuesto a eso como la Unión Europea); trata a los países en desarrollo con mayor indulgencia; y, por último, vincula las acciones de los países en desarrollo con los fondos y la tecnología transferidas a ellos por los países desarrollados.
En Durban se presentó un proyecto de decisión para poner fin al grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo en diciembre de 2012. Este proyecto ni siquiera fue visto, y menos aún discutido, por los países en desarrollo, pero se presentó en las últimas horas de la conferencia y se adoptó junto con otras decisiones sobre una base de “tómalo o déjalo”.
A principios de setiembre en Bangkok, varios países en desarrollo presentaron propuestas sobre varios temas aún sin resolver en el grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo, entre ellos el financiamiento de sus acciones, la transferencia de tecnología, la adaptación, la mitigación, el comercio y otras medidas que atentan contra su creación de capacidad.
El presidente del grupo, Aysar Tayeb, preparó, a partir de presentaciones de países, una compilación de temas que debían resolverse o transferirse a otros organismos, de manera de concluir exitosamente su tarea y cerrar en diciembre. Sin embargo, los países desarrollados liderados por Estados Unidos y el “Grupo de representación amplia” se opusieron vehementemente a seguir discutiendo la mayoría de los temas, con el argumento de que el documento del presidente no tenía estatus y generaba expectativas erróneas.
Es obvio que Estados Unidos y sus aliados quieren liquidar el grupo de trabajo sobre la cooperación a largo plazo y su Plan de Acción de Bali, y así deshacerse de los tres elementos inconvenientes para ellos: la posibilidad de comparar los esfuerzos; el trato diferente a países desarrollados y en desarrollo; y el vínculo entre acciones de los países en desarrollo y financiamiento y tecnología.
En Durban se formó un nuevo grupo sobre la Plataforma de Durban para negociar un nuevo acuerdo. Estados Unidos insiste que la Plataforma no tendrá esos tres elementos del Plan de Acción de Bali. Pero para varios países en desarrollo, ésas son meras ilusiones. Para ellos, los principios de equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas son claves en el Convenio y en la nueva Plataforma.
Si el grupo de cooperación a largo plazo expira, todos sus temas y principios deben transferirse a otros organismos de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, incluida la Plataforma. Lo que está en juego es si las medidas acordadas a escala global para enfrentar la crisis climática son justas o si los países poderosos seguirán eludiendo sus obligaciones y dejando recaer la carga en el mundo en desarrollo.
Mientras tanto, la naturaleza continúa ignorando el lento progreso o la marcha atrás de los compromisos en los asuntos humanos. A medida que las emisiones continúan aumentando y la temperatura mundial promedio sube, una serie de eventos climáticos extremos causan estragos en todo el mundo.
* Director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra, y fundador de la Red del Tercer Mundo.
Publicado: Viernes 21 de setiembre de 2012 -
84 Año 2012
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