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Los derechos y el desarrollo

Viernes 12 de octubre de 2012 - 87 Año 2012

Martin Khor

El vínculo entre los derechos humanos, el desarrollo y la globalización fue el tema de una interesante discusión de tres días en el Foro Social anual del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas celebrado del 1 al 3 de octubre en Ginebra.

Fue una oportunidad para que movimientos sociales, ONG, especialistas en derechos humanos y gobiernos expresaran sus opiniones sobre cómo la gente común y las organizaciones sociales pueden ejercer su derecho al desarrollo en el contexto de la globalización y las numerosas crisis mundiales.

El derecho al desarrollo fue adoptado hace veintiséis años por la Asamblea General de las Naciones Unidas, reconociendo la necesidad de superar los obstáculos internacionales y nacionales para alcanzar el desarrollo.

Los países del Sur invocaron el derecho al desarrollo en numerosas negociaciones internacionales, en especial en torno al cambio climático, el desarrollo sustentable y las cuestiones comerciales y financieras, en un intento por asegurar que los países desarrollados no les impongan obligaciones injustamente desmedidas.

Las organizaciones populares también están haciendo uso del principio del derecho al desarrollo para exigir que sus frutos sean compartidos equitativamente con las comunidades rurales, los obreros y consumidores, y que no sean solo o principalmente los dueños de las empresas quienes se beneficien.

Participé en el panel de apertura del foro sobre “desarrollo y globalización centrado en la gente”.

El presidente del foro, el embajador de Qatar, Alya Al-Thani, marcó el tema principal, en cuanto a que adoptar un criterio de desarrollo centrado en la gente, en un mundo globalizado, ayudará a que se respeten los derechos humanos en todo el mundo.

Johan Galtung, Rector de la Universidad de la Paz Transcend, expuso un argumento muy interesante: que en un mundo multipolar y en evolución es importante reconocer que hay una diversidad de modelos de desarrollo. Mencionó y describió brevemente las características de seis: el occidental liberal, el occidental marxista, el budista, el islámico, el japonés y el chino. El derecho al desarrollo no debería basarse exclusivamente en un modelo sino reconocer los modelos diferentes. También defendió que para lograr un desarrollo centrado en la gente, el impulso debe provenir de abajo, utilizando el principio ascendente.

La conclusión implícita del discurso de Galtung es que no sería saludable basar discusiones o negociaciones internacionales en la noción de que hay solo una vía de desarrollo, es decir, el modelo liberal occidental predominante. Por el contrario, deberían respetarse otras vías y modelos que tienen sus propios valores y nociones, y para evitar conflictos debería haber un reconocimiento internacional de su existencia y legitimidad.

Delphine Djiraibe, abogada del Centro Jurídico de Interés Público en Chad, reclamó una gobernanza democrática que permita que los beneficios de los recursos naturales se distribuyan equitativamente entre la gente. Poniendo a su país como ejemplo, dijo que los ingresos petroleros no beneficiaron a la mayoría de la población, que se empobreció, y en cambio el sector petrolero exacerbó los conflictos, por lo que es necesario rediseñar el uso y los beneficios de los recursos naturales.

La presidenta del Foro Permanente de las Naciones Unidas sobre Cuestiones Indígenas, Myrna Cunningham, subrayó la necesidad de que el modelo de desarrollo respete los derechos de los pueblos indígenas. Y argumentó que debe reconocerse no solo los derechos de los individuos, que es la práctica usual de los derechos humanos, sino también los derechos colectivos, tal como se reconocen en la Declaración de las Naciones Unidas.

En mi intervención señalé que la globalización ha estado conduciendo la agenda del desarrollo y que ahora, a la luz de la crisis de la globalización económica, es tiempo de que sea el desarrollo el que conduzca a la globalización, y que, a su vez, esté regido por el principio de un desarrollo centrado en la gente.

Tanto en el presente como hacia el futuro, los países en desarrollo continúan haciendo grandes esfuerzos por cambiar su economía doméstica y ajustarla a sus necesidades de desarrollo, así como por reformar el orden económico mundial de manera que resulte favorable a sus intereses.

Las luchas por el derecho al desarrollo deben abarcar varios frentes, e incluir:

* La reforma de las finanzas mundiales y del sector financiero nacional y la recuperación del papel de las finanzas de manera que estén al servicio de la economía real.

* La reglamentación de las corrientes de capital de libre circulación transfronteriza y de peligrosos instrumentos financieros que han permitido la realización de acuerdos comerciales y de inversión que provocaron bruscas fluctuaciones en las corrientes de capital.

* El reconocimiento de las renovadas crisis económicas mundiales y sus efectos en los países en desarrollo, incluso prevenir una nueva crisis de la deuda y ofrecer financiamiento para compensar las conmociones en la balanza de pagos.

* El enfrentamiento de las crisis tanto del ambiente como del desarrollo sustentable, el seguimiento de la cumbre de Río+20, y el logro de una solución global a la crisis del cambio climático con igual énfasis en la acción ambiental, la equidad y el apoyo financiero.

* La formulación de la agenda de las Naciones Unidas para el desarrollo, posterior a 2015, con acciones internacionales que favorezcan acciones nacionales para el desarrollo.

* La aplicación nacional de los derechos de las comunidades y la gente y la realización de las necesidades básicas y de los derechos al trabajo, la alimentación, la salud y la vivienda.

*Director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra, y fundador de la Red del Tercer Mundo.


Publicado: Viernes 12 de octubre de 2012 - 87 Año 2012

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