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La volatilidad del dólar y su efecto en Europa y América Latina

Viernes 25 de enero de 2013 - 98 Año 2013

Oscar Ugarteche, Ariel Noyola Rodríguez

La inyección masiva de dólares vía los programas de facilitación cuantitativa (Quantitative Easing), que tienen por objeto inyectar liquidez a la economía mediante la compra de valores hipotecarios, favoreció la depreciación del tipo de cambio dólar/euro en los últimos meses. Prevalece la especulación financiera con posiciones largas, compra de divisas a un precio determinado que esperan venderse en el futuro a un precio mayor, pasando de 1.24 a 1.333 dólares por euro de julio de 2012 a enero de 2013. (Michael Hastings. “El efecto Draghi del euro podría estar llegando a su fin”. Wall Street Journal, 7 de enero de 2013.)

Tanto el programa de Transacciones Monetarias Directas del Banco Central Europeo (BCE), equivalente al Quantitative Easing estadounidense, cuyo objetivo es evitar la cesación de pagos de España mediante la compra ilimitada de bonos de deuda soberana por el BCE, como el último rescate a Grecia en diciembre apostaron por recobrar la confianza en el euro y reducir la volatilidad cambiaria. Sin embargo, se han probado insuficientes.

El fortalecimiento del proceso de integración mediante la conformación de una Genuina Unión Monetaria Europea (GUME) se paralizó en diciembre. (El proyecto del GUME se inició a mediados de 2012 con los siguientes elementos: a) una Unión Bancaria; b) un mecanismo de recuperación y quiebra para los bancos en problemas; c) un presupuesto especial para absorber shocks externos; c) un programa de transferencias supranacionales bajo condicionalidad, y d) una entidad fiscal supranacional.)

El salto subyacente hacia un gobierno supranacional europeo fue rechazado por varios líderes europeos, en especial de Alemania. Éstos emplazaron al presidente del Consejo Europeo, Van Rompuy, a presentar una nueva propuesta en junio próximo. El problema que ha emergido es que tras sesenta años del proceso de integración, su naturaleza supranacional –que define a la integración y la distingue de la subordinación-, donde los Estados se someten a la voluntad del acuerdo común expresado en el ente político unitario, está en cuestión.

Cuando Estados Unidos entró en recesión, la Reserva Federal empezó a inyectar dólares para evitar la deflación y apuntalar el crecimiento. El efecto de esto ha sido depreciar el dólar con el subsecuente efecto sobre Europa. La crisis en la Zona Euro se profundizó: la depreciación del tipo de cambio dólar/euro incrementó el costo de las exportaciones extra zonales (veinticinco por ciento del total) y la volatilidad cambiaria.

Con el argumento de incrementar la productividad, los gobiernos respondieron con políticas de austeridad contrayendo el comercio interno europeo. Las tasas de crecimiento cayeron y las prospectivas de recuperación apuntaron a la baja. (Carlos Panico y Francesco Purificato. “Fears, ideologies and rational solutions to the European debt crisis”. TripleCrisis, 14 de enero de 2013.) El resultado es un círculo vicioso que aumenta el riesgo en Europa y genera nuevas apuestas especulativas en el mercado cambiario y de deuda.

América Latina por su parte, tras la experiencia de la década del ochenta, aplica ahora, con excepciones, políticas de tipo de cambio flotante, reducción de la deuda externa en el PBI y del costo del servicio de la deuda en la balanza de pagos, que se cuentan dentro de las condiciones que han reducido su vulnerabilidad. (Martin Rapetti. “Capital inflows to Latin America: Blessing or curse?”. TripleCrisis, 19 de noviembre de 2012.) El Emerging Markets Bond Index (EMBI), elaborado por JP Morgan Chase, que mide las posibilidades de impago de la deuda externa de un país emergente, se encuentra en su mínimo para la mayoría de los países de la región.

No obstante, desde 2002 –pero más desde 2007- se viene observando la apreciación de los tipos de cambio de México, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, espejo de la depreciación del dólar. Las tasas de interés negativas en Estados Unidos y Europa que empujan la liquidez hacia América Latina, aprecian los tipos de cambio. Las excepciones son Venezuela y un tanto Argentina.

En los próximos meses, la lucha contra el fortalecimiento cambiario y su impacto negativo en las exportaciones de la región continuará. La tasa de crecimiento del PBI de las economías emergentes seguirá su tendencia al alza en comparación con el estancado G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido). Sin embargo, una vez que la Reserva Federal cierre el grifo de la liquidez y las tasas de interés suban en Estados Unidos o Europa, el mercado de materias primas caerá en picado junto con las monedas latinoamericanas. El “auge” bien podría terminar en colapso.

Oscar Ugarteche. Economista peruano, miembro del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA).

Ariel Noyola Rodríguez. Miembro del proyecto Observatorio Económico de América Latina (OBELA) del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.

Editorial del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, de enero de 2013: http://www.obela.org


Publicado: Viernes 25 de enero de 2013 - 98 Año 2013

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