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Bacterias resistentes a los antibióticos, una pesadilla

Viernes 22 de marzo de 2013 - No. 106 - Año 2013

Martin Khor

Muchas personas han perdido a un miembro de su familia a causa de alguna infección contraída durante una operación o mientras estaba hospitalizado. Varios compañeros de trabajo y amigos me han contado de algún pariente cercano que había muerto después de haber sido infectado por una bacteria que no pudo ser combatida con antibióticos.

Esto, en esencia, es el problema de la resistencia a los antibióticos. Una bacteria puede evolucionar y cambiar volviéndose inmune a los medicamentos destinados a combatirla. Cuando esto ocurre, los científicos desarrollan otro antibiótico más potente, pero las bacterias pueden entonces volver a mutar y ser inmunes también a la nueva medicina.

Cuando los agentes patógenos peligrosos superan a los medicamentos creados para combatirlos, la humanidad corre el riesgo de perder la carrera entre la vida y la muerte.

Otro tema igualmente grave consiste en que muchas de estas enfermedades incurables se contraen mientras los pacientes están hospitalizados, en especial durante las operaciones.

En las últimas dos semanas, la directora del Departamento de Salud de Gran Bretaña, Dame Sally Davies, y el director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, Thomas Frieden, lanzaron el alerta.

Davies advirtió sobre una posible “catástrofe” por la resistencia a los antibióticos, la cual está tan extendida que nos haría retroceder a una situación médica como la del siglo XIX, a una era previa a los antibióticos cuando numerosas enfermedades eran difíciles o imposibles de tratar. Frieden, por su parte, se refirió a una “pesadilla”, un problema muy grave causado por el avance de bacterias altamente resistentes a los medicamentos, conocidas como CRE (carbapenem-resistant Enterobacteriaceae).

Una de las principales causas de la aceleración de la resistencia a los antibióticos es el uso inadecuado de los mismos y la acción insuficiente de las autoridades sanitarias.

No hay buena información ni una normativa adecuada para asegurar la venta correcta de los medicamentos por parte de las compañías farmacéuticas, así como la prescripción adecuada por parte del personal médico. Con el afán de vender sus medicamentos, las empresas farmacéuticas suelen promocionar su uso con un enfoque propagandístico y algunos médicos a veces recetan antibióticos para la enfermedad equivocada. Con frecuencia, pacientes que no han sido bien informados hacen un uso incorrecto de los antibióticos al no completar el tratamiento.

La alarma lanzada por los mencionados funcionarios de salud tenía como objetivo incentivar a los reguladores y los pacientes a tomar medidas.

Davies señaló a la resistencia a los antibióticos, junto con el terrorismo y el cambio climático, como los mayores riesgos que enfrenta Gran Bretaña: “La resistencia a los antimicrobianos plantea una amenaza catastrófica. Si no actuamos ahora, de aquí a veinte años cualquiera de nosotros podría ir al hospital para una cirugía menor y morir a causa de una infección común que no puede ser tratada con antibióticos. Las operaciones de rutina, como las prótesis de cadera o los trasplantes de órganos, pueden ser mortales debido al riesgo de infección. Es por eso que los gobiernos y organizaciones de todo el mundo, incluida la Organización Mundial de la Salud y el G-8, deben tomar esto en serio”.

Si bien en los hospitales británicos ha habido una reducción de casos de infección por estafilococo dorado resistente a la meticilina, que es una enfermedad dermatológica, en cambio crecieron enormemente los casos de infección por bacterias gram-negativas, que se encuentran en el intestino. Entre estas bacterias están el E. coli y la Klebsiella (causante de la neumonía), que son resistentes a varios fármacos.

Además de la aparición de patógenos nuevos resistentes a fármacos, la resistencia también aparece en patógenos antiguos. En particular, Davies cita la tuberculosis, que ha resurgido en Europa en forma de nuevas cepas que son resistentes a muchos de los medicamentos disponibles.

Frieden, por su parte, advirtió sobre la rápida propagación de la cepa CRE, un grupo de más de setenta bacterias que habitan en el intestino e incluyen la Klebsiella, la Salmonella, la Shigella y la Escherichia coli. Se trata de una variedad enterobacteriácea resistente a los carbapenemes, antibióticos de amplio espectro que se utilizan como último recurso cuando las bacterias se han vuelto resistentes a otros fármacos. La aparición de resistencia ha aumentado cuatro veces en diez años.

En 2012 se encontraron cepas CRE en 4.6 por ciento de los hospitales y en 17.8 por ciento de casos de cuidados de larga duración, según Frieden.

Davies advirtió que mientras la resistencia crece, desde 1987 no se han desarrollado nuevas clases de antibióticos. “A pesar de que en los últimos treinta años prácticamente se ha descubierto una enfermedad infecciosa nueva cada año, se han desarrollado muy pocos antibióticos nuevos, dejando nuestro arsenal casi vacío a medida que las enfermedades evolucionan y se vuelven resistentes a los medicamentos existentes”, afirmó.

“La resistencia a los antimicrobianos es una bomba de tiempo”, aseveró Davies. “Tenemos que trabajar entre todos para garantizar que el escenario apocalíptico de la resistencia generalizada a los antimicrobianos no se convierta en una realidad. Esta amenaza es probablemente tan importante como el cambio climático”.

Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.


Publicado: Viernes 22 de marzo de 2013 - No. 106 - Año 2013

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