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El Fondo en el nadir

Viernes 26 de abril de 2013 - No. 111 - Año 2013

Roberto Bissio

A los buenos jugadores de póker, políticos y diplomáticos no se les detecta las emociones mirándoles la cara, pero cuando un ministro consigue usar en una misma frase las palabras “nadir” y “procrastinación” no es arriesgado decir que está enojado o por lo menos decepcionado.

El ministro en cuestión es Guido Mantega, responsable de las finanzas brasileñas, quien resumió así en Washington su parecer sobre la reunión de primavera (boreal) de las instituciones hermanas de Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI): “La reforma del FMI está en su nadir, las metas no se han cumplido, las demoras y la procrastinación se han vuelto rutina”.

“Nadir” viene del árabe nazir (opuesto) y se refiere, precisamente, a aquel punto del universo bajo nuestros pies, exactamente opuesto al zenit, que es el punto más alto del cielo, sobre nuestras cabezas. “Procrastinación” viene del latin pro (hacia) y cras (mañana) y se refiere al hábito de postergar las tareas importantes pero ingratas y dedicarse, en cambio, a las menos urgentes pero placenteras.

El aumento tantas veces prometido de la cuota de votos del Sur y de su voz en las juntas directivas de estas instituciones se vio postergado una vez más en la reunión de la semana pasada, porque el Congreso norteamericano se niega a aceptar una cuota menor que el quince por ciento necesario para vetar resoluciones y los miembros de la Unión Europea se niegan a dar una de sus bancas a África.

Pero la frustración del Sur va más allá de los temas de gobernanza. “Todavia estamos tratando de salir de la crisis global”, dijo el ministro de Hacienda mexicano, Luis Videgaray Caso, al presidir la reunión del G-24, la agrupación de países en desarrollo y emergentes, durante las asambleas conjuntas del Banco Mundial y el FMI. “Nos preocupa la fragilidad y lentitud de la recuperación global debido a las dificultades e incertezas en las economías avanzadas, incluyendo a la zona del euro y Estados Unidos”, dijo a la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, y al presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, resumiendo la opinión del G-24. Los bancos centrales y ministros de Finanzas del Sur, explicó Videgaray Caso, no tienen control sobre los “efectos negativos” de “prolongadas políticas monetarias no convencionales” en el manejo del euro y el dólar para enfrentar la crisis, que comenzó en 2008 y de la que no se sabe cuánto durará.

La recesión o crecimiento mínimo en Europa y Estados Unidos, con sus consecuencias de desempleo y baja demanda, claramente afectan a los países más pobres, que no encuentran mercados a sus exportaciones ni buena acogida a sus emigrantes. Pero ¿por qué este encono contra la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central Europeo, que al imprimir más y más billetes tratan de inyectar liquidez en sus alicaídas economías?

Lo que sucede es que la abundancia de dólares y euros provoca su devaluación frente a las monedas de los países emergentes, y éstos pierden competitividad al encarecerse sus exportaciones. Además, sus reservas en bonos denominados en euros o dólares se deprecian, porque los intereses están debajo de la inflación mundial y, para peor, el dinero abundante y barato en el Norte genera burbujas especulativas en los precios de alimentos y materias primas y una entrada masiva de “capitales golondrina” en el Sur, que a su vez causan inflación y volatilidad sin traer los beneficios de empleo y crecimiento de las inversiones en la economía real.

En sus Perspectivas de la Economía Mundial, el informe que refleja el punto de vista oficial del FMI, estos problemas son relativizados. Mientras que la prensa se hizo eco de su recomendación a Alemania y la zona del euro de que reduzca la austeridad, pocos notaron la recomendación opuesta al Sur: en las economías emergentes y en desarrollo, dice el FMI, “la aplicación de políticas ligeramente más restrictivas parece ser la medida correcta”.

Mantega reclamó “coherencia” e invirtió los papeles tradicionales para dar lecciones de sensatez económica a los poderosos: “Una política fiscal expansiva puede ser más eficaz que la política monetaria como herramienta para estimular la demanda y la actividad”, explicó el ministro brasileño. “El aumento de la inversión pública, por ejemplo en infraestructura, combinada con políticas que estimulen la inversión privada, es la mejor manera de promover la recuperación”. Y por lo tanto “tenemos que estimular nuestra demanda doméstica”, ya que “no habrá recuperación global si todos tratamos al mismo tiempo de exportar a los mercados externos”.

Frente al aumento “no convencional” de euros y dólares en circulación, la respuesta no convencional de los países inundados por estas monedas no puede ser la austeridad fiscal, apreciación de sus monedas y rebaja de la tasa de interés, sostienen muchos miembros del G-24, por sus impactos negativos sobre el desarrollo y el empleo, sino el control de capitales, una medida que ahora el FMI acepta, pero a regañadientes y solo como último recurso.


Publicado: Viernes 26 de abril de 2013 - No. 111 - Año 2013

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