Desde el otro lado de la calle
Viernes 24 de mayo de 2013 - No. 115 - Año 2013
Roberto Bissio
Toastmasters International, una organización que promueve el arte de la oratoria, aconseja usar notas con las palabras claves, mirar al público a los ojos y jamás leer un discurso palabra por palabra “para que la audiencia no se duerma”. Ya se encargará después el secretariado de eliminar muletillas o errores en la versión oficial que se entregará a la prensa.
Pero cuando el disertante es una personalidad política de primera fila, como Christine Lagarde, la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que más nos interesa a los periodistas es lo que no figura en la versión oficial pero sí fue dicho a viva voz.
Así, por ejemplo, el 15 de mayo, Madame Lagarde disertó ante el Comité de Bretton Woods en Washington y la estimación del costo humano real de la crisis financiera global varía sustancialmente entre lo que dijo y lo que se escribió que dijo. “Hoy, más de doscientos millones de personas todavía están desempleadas (en el mundo)”, dice la versión oficial del discurso, publicada en el sitio web del FMI. Sin embargo, el video del discurso muestra que Lagarde agregó a continuación: “Éstás son las cifras de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), pero, claramente, el desempleo ha aumentado desde que estas cifras se publicaron y la crisis puso a unos treinta millones de personas más en la puerta… cuando había puerta”.
El Comité es un “club de amigos” de las dos instituciones creadas en 1944 en la Conferencia de Bretton Woods: el FMI y el Banco Mundial, entonces llamado Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo. Además de haber nacido el mismo día, estas instituciones hermanas celebran cada año una asamblea conjunta de sus “gobernadores”, o sea los ministros de Economía de los 188 países miembros, y sus sedes ocupan sendas manzanas contiguas a pocas cuadras de la Casa Blanca en la capital norteamericana.
La reunión del Comité se hizo este año en el edifico del FMI, y Lagarde utilizó la ocasión para recordar a los muchos senadores presentes que aún no han votado el aumento de cuotas (y poder de voto) de los países emergentes. Esta reforma fue acordada en 2010 pero no puede entrar en efecto hasta que la ratifique Estados Unidos, que es el único país con cuotas suficientes como para vetar por si solo cualquier resolución de la institución financiera. Pero el tema oficial de la convocatoria era “eliminar la pobreza en una generación” y Lagarde no pudo dejar de saludar especialmente entre los presentes al doctor Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, “por su coraje y compromiso con poner fin a la pobreza en 2030”.
Esta fecha, dijo Lagarde en una frase improvisada no recogida por la versión oficial, “se la impuso él mismo como meta para tratar de erradicar la pobreza. 2030 es un compromiso del doctor Kim”, y después de un titubeo que la transcripción no recoge, agregó: “nuestro compromiso”.
En los primeros tres minutos de su discurso (sobre un total de apenas quince), Lagarde se refirió cinco veces al Banco Mundial como “los del otro lado de la calle”, una expresión coloquial que no está en el discurso escrito y que tanto puede significar cercanía como oposición. Elogió además a Jim Wolfensohn, presidente entre 1995 y 2005, por haber “transformado al Banco Mundial en una institución que realmente ayuda al mundo a desarrollarse mejor y también a erradicar la pobreza”.
La versión oficial dice, en cambio, que Lagarde dijo que Wolfensohn “ayudó a poner temas como la corrupción y el alivio de la deuda en la agenda global”. Oficialmente el Banco Mundial se dedica al desarrollo desde su creación y a la erradicación de la pobreza desde 1973. Si Lagarde mezcló las fechas en su improvisación o conoce muy bien lo que “realmente” hacen “del otro lado de la calle” es una pregunta que queda abierta.
Pero si bien la ex ministra francesa de Finanzas se solidariza con la idea de erradicar la “pobreza extrema” (definida por el Banco Mundial según una línea tan baja que ésta solo existe en el Tercer Mundo), sus principales preocupaciones están en otro lado: “Quiero enfatizar que en los países de ingresos medios y también en los de altos ingresos hay una alta proporción de gente que precisa apoyo”, dijo en un comentario que la versión oficial no recoge.
Para el FMI, el principal problema de la economía mundial no es la pobreza, sino la desigualdad, que “ha aumentado en los últimos veinticinco años en la mayoría de los países avanzados y en desarrollo”… con la “particular excepción de América Latina”, como dijo en otro agregado improvisado y no registrado en el discurso escrito.
Lagarde enfatizó que “el 0.5 por ciento más rico de la población mundial tiene más del treinta y cinco por ciento de la riqueza global”, atacó sin mencionarlas las políticas de austeridad “que reducen los beneficios sociales y bajan los impuestos a la renta de los estratos superiores sobre todo en las economías avanzadas” y dijo que las investigaciones recientes del FMI demuestran que “las sociedades más iguales tienen más posibilidades de alcanzar crecimiento duradero”. Y esto sí es palabra oficial.
Publicado: Viernes 24 de mayo de 2013 -
No. 115 - Año 2013
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