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Austericidio

14 de junio de 2013 - No. 118 - Año 2013

Héctor Béjar

Finalmente nos enteramos de que la unidad europea, modelo de políticas públicas de integración, fue, entre otras cosas, un proyecto estratégico para impedir el triunfo del comunismo en Francia e Italia. En 1945, con la mitad de Europa en ruinas, el ejemplo bolchevique era temible para quienes heredaron un capitalismo construido sobre la sangrienta expropiación de los campesinos de Inglaterra y el centro de Europa en los siglos XV y XVI. No se podía aceptar la posibilidad de que los bisnietos de los expropiados expropien a los expropiadores. Los rusos bolcheviques lo hicieron y desde entonces fueron criminalizados y estigmatizados.

El éxito de los ejércitos rusos frente a las tropas alemanas mostraba que un régimen colectivista con seguridad social para todos puede ser posible y exitoso. Había que impedir que la Europa de posguerra cayera en manos de sus pueblos. Una Europa socialista habría favorecido la evolución del este soviético dictatorial a formas democráticas de gobierno con justicia social. La explotación no era indispensable para que la economía funcione.

El gran proyecto europeo fue entonces construido para demostrar que el socialismo no era necesario: se dijo que el capitalismo puede ser justo. El keynesianismo y la social democracia contribuyeron a esta gran ilusión cuando construyeron el Estado del Bienestar y eliminaron la pobreza estructural por cincuenta años.

El acuerdo de Londres de 1952 condonó las deudas de guerra a Alemania. La burocracia nazi fue perdonada e incorporada a un nuevo estado alemán. El Plan Marshall le dio suficiente dinero para empezar. Y así fue construido el edificio europeo con su columna central en la Alemania post nazi.

Cuando murió Francisco Franco y cayó António de Oliveira Salazar, España y Portugal fueron incorporados al proyecto. Cuando se desplomó la Alemania del este, fue comprada a bajo precio por la Alemania del oeste.

Sucede que nos encontramos al fin del ciclo. Caído el régimen soviético del este en los años noventa del siglo pasado, ¿ahora le toca al régimen capitalista democrático del oeste? Largamente gobernada en el pasado por los socialdemócratas, Alemania es conducida por los duros conservadores de Ángela Merkel. Dictadura del capital, ocultamiento de la corrupción (sólo el sur es corrupto), abolición de los derechos laborales, disminución de la ciudadanía. En el fondo se quiere regresar a la Europa de preguerra con explotación abierta y sin democracia ni derechos.

En un artículo en Le Monde Diplomatique de junio (“La coacción alemana”), Ignacio Ramonet observa que hay una “austeridad devastadora” en Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia y Chipre, impuesta por Berlín. El repudio al IV Reich crece. Francia, que fue ocupada por la Wermacht en la segunda guerra, ahora es obligada a seguir la política definida por la Comisión Europea dominada a su vez por el Bundesbank. Los ingleses, que nunca simpatizaron con el proyecto de Bruselas, encuentran mayores argumentos para desengancharse. La segunda guerra mundial ha sido seguida por una tercera guerra económica en que Alemania gana por el momento. La pugna no deja de tener los contenidos racistas de una supuesta superioridad de los alemanes protestantes trabajadores y austeros sobre los indisciplinados e irresponsables católicos mediterráneos.

La Europa de hoy se enfrenta a un dilema. Seguir en el “merkiavelismo” (Ramonet dixit) o adoptar un neokeynesianismo consistente en una devaluación del euro para hacer competitivas las exportaciones europeas, inversión pública para recuperar el empleo, basarse en la capacidad de los europeos en vez de convertirlos en trabajadores sin derechos, jubilación ni salario mínimo. Y pasarles la cuenta a los grandes bancos.

Muy difícil que esto suceda en Alemania. Posible que acontezca con el tímido e indeciso socialismo de François Hollande en Francia. Y lo demás no cuenta. Los ingleses por su lado. Y de España hacia el sur y el este, todo es desconcierto y pobreza. Mal fin para un gran proyecto.

Héctor Béjar
www.hectorbejar.com


Publicado: 14 de junio de 2013 - No. 118 - Año 2013

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