A la caza del fraude tributario
5 de julio de 2013 - No. 121 - Año 2013
Renaud Fossard
El Reino Unido difundió en mayo una información descomunal sobre la evasión fiscal en el mundo y varios países han lanzado una cacería internacional sin precedente en esta materia. Tal vez no sea casualidad que esto haya ocurrido un mes después del escándalo de prensa conocido como Offshore Leaks, una filtración masiva de dos millones y medio de archivos con cuentas y documentos de más de ciento veinte mil empresas registradas en paraísos fiscales.
El Reino Unido, Estados Unidos y Australia acaban de revelar más de cuatrocientos gigabits de información sobre los mecanismos financieros de fraude de individuos y empresas en el mundo. Han iniciado investigación y anunciado estar dispuestos a compartir la información con los numerosos estados que la solicitan.
El 20 de mayo, David Cameron, primer ministro del Reino Unido y anfitrión de un G-8 enfocado en la evasión fiscal, escribió a los paraísos fiscales (bajo dependencia de la corona británica) para decirles que de ahora en adelante tendrán que colaborar.
Lo cierto es que la dinámica de cooperación fiscal que las investigaciones pendientes necesitan es la más importante que los estados hayan hecho y debería permitir evidenciar un número importante de evasores, con la posibilidad de recuperar fondos significativos.
¿Por qué ahora?
Este asunto surgió poco más de un mes después del escándalo OffShore Leaks, es decir, de las revelaciones hechas por un consorcio internacional de prensa sobre los mecanismos financieros usados para defraudar a las administraciones tributarias del mundo (doscientos sesenta gigabits de información).
De hecho, parece que la información que tienen los estados coincide en gran parte con la de la prensa, porque son los mismos paraísos fiscales los que están involucrados: Singapur, Islas Vírgenes Británicas e Islas Cook.
Sería iluso creer que la información de prensa llegó a los estados, pues no solo el consorcio internacional ha sido celoso con sus datos a fin de proteger sus fuentes, ya que únicamente la información procesada ha sido divulgada, a pesar de los pedidos reiterados de numerosos estados, sino que el propio gobierno del Reino Unido ha señalado claramente que dispone de esa información desde el 2010. La ruta, más bien, parece haber sido la inversa.
Con legitimidad podemos preguntarnos por qué el Reino Unido, en posesión de tanta información sobre el fraude fiscal internacional, la comparte después de tres años.
A pesar de que las riquezas acumuladas en los paraísos fiscales llegan a alcanzar al PBI de Estados Unidos y Japón juntos (lo que no se hizo en un día) y las pérdidas económicas y presupuestales son significativas desde hace ya varios años, en particular para los países del Sur, podemos decir que la voluntad política de luchar contra la evasión fiscal, anunciada con gran pompa en la reunión del G-20 en Londres (2009), recién se acaba de hacer realidad.
De hecho, esto tiene que ver con el contexto de crisis económica y política en el cual andan los países del Norte. Ahora, ellos también sufren el golpe de la evasión de las transnacionales en sus arcas fiscales, con la consecuente furia de la opinión pública que tiene que soportar las políticas de austeridad.
La salida en falso del 2009
Después el estallido de la crisis financiera a fines del 2008, los estados del Norte tuvieron que asumir, con dinero de los contribuyentes, varios planes de rescate de una magnitud sin precedente, a fin de poner de pie el sistema bancario y financiero.
En ese contexto, dieron una mirada a los paraísos fiscales que ofrecían a los actores financieros los espacios y los medios para esconder los riesgos excesivos que tomaban.
Pero las grandes declaraciones en el G-20 y sus listas de algunos pequeños paraísos fiscales cual chivos expiatorios, solo confirmaron a los grandes evasores y a la finanza offshore que el negocio seguía. De hecho, los flujos financieros hacia los paraísos fiscales nunca dejaron de aumentar.
Sin opciones
La gestión de la crisis con el dinero público puso a los estados del Norte –europeos en particular– en situación de crisis de deuda.
Después de la quiebra de Grecia en el 2009, la crisis europea no ha dejado de profundizarse, y los estados de buscar el equilibrio de sus presupuestos en la implementación de planes de austeridad a costa de la población.
La situación actual es la siguiente: los planes de austeridad fracasaron en generar crecimiento económico, los estados siguen teniendo una necesidad imperiosa de llenar sus cajas, pero han agotado los márgenes de maniobra respecto de las masas. En este marco, dado el peso económico de la evasión fiscal, los estados empezaron a preocuparse, al parecer más en serio esta vez, respecto de los evasores.
Las empresas multinacionales tienen estrategias de elusión fiscal agresivas, las pérdidas son considerables. Al mismo tiempo, el sistema fiscal actual no es adecuado para la realidad. El informe BEPS (erosión de la base fiscal y deslocalización de ganancias), pedido por el G-20 en Los Cabos (2012) y validado políticamente al inicio del 2013, así lo demuestra.
Las administraciones tributarias deben aumentar su cooperación para enfrentar con eficiencia a los defraudadores, y el intercambio automático de información tributaria debe ser el estándar internacional.
Dos mensajes claves que la sociedad civil y algunos políticos aislados han llevado por años.
Evasores a la luz
Es en este contexto de reorientación general del dispositivo institucional de lucha contra la evasión fiscal que surgió el escándalo OffShore Leaks. Aunque nada está dicho aún, se necesitará tiempo para frenar la influencia de la industria de la evasión fiscal.
Pero más allá del enorme trabajo llevado a cabo por los periodistas para procesar una información muy difícil de entender, OffShore Leaks es sobre todo una operación de comunicación y de incidencia política fulgurante.
Concretamente, OffShore Leaks tuvo varias semanas de “portadas” sobre escándalos de evasión fiscal en los periódicos más influyentes del planeta, y miles de artículos, tweets, post, documentos de análisis y otros soportes de información.
El tratamiento mediático ha sido tan masivo que hoy en día el tema está bien instalado en la agenda pública de decenas de países del mundo, en particular en los del G-7 y de los de Europa en general.
Se puede decir que en algunas semanas la opinión pública de los países del G-20 ha sido sensibilizada al respecto de la evasión fiscal como nunca antes lo había sido. El sistema de finanzas offshore y de evasión fiscal, fundamentalmente basado sobre el secreto y la opacidad, ha sido puesto bajo los reflectores, de tal manera que no hay vuelta posible para la discreción de antaño.
Renaud Fossard, politólogo francés experto en fiscalidad internacional, miembro de la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).
Publicado: 5 de julio de 2013 -
No. 121 - Año 2013
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