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Políticas de austeridad

9 de agosto de 2013 - No. 126 - Año 2013

Renaud Fossard

La austeridad en los presupuestos públicos, fruto de las políticas de ajuste impuestas por el FMI, no es solo un tema europeo. Muchos países en desarrollo están siendo afectados directa o indirectamente. La mala noticia es que, según las proyecciones de la institución financiera internacional, lo más duro aún está por llegar.

El ajuste no solo es en Europa

Los artículos que vienen abordando las políticas de austeridad generalmente hablan de la situación de los países de la Unión Europea. Sin embargo, cuando se miran de cerca las políticas fiscales de todos los países del mundo, se constata que al menos en 2013, la austeridad concierne a más de cien. Peor aún, esa austeridad es mucho más dura en los países en desarrollo.

“Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), de los ciento diecinueve gobiernos que están reduciendo sus presupuestos para 2013 (respecto del PBI), las tres cuartas partes son países en desarrollo (incluidos veintiuno de renta baja y sesenta y ocho de renta media). La consolidación fiscal afecta a un ochenta por ciento, aproximadamente, de los ciudadanos de los países en desarrollo y se espera que sus repercusiones se intensifiquen constantemente hasta 2015”. Esto dice el estudio realizado por Isabel Ortiz y Matthew Cummins (cooperación de Center for Policy Dialogue y South Centre), publicado en marzo pasado, que analiza los datos del FMI sobre los gastos y proyecciones de gastos en ciento ochenta y un gobiernos entre 2005 y 2015.

Pagar la factura

En efecto, después de un análisis de los niveles de gastos pre-crisis (2005-2007), los investigadores ubican tres periodos en la crisis: el periodo de expansión fiscal (fase 1: 2008-2009); el inicio de la contracción fiscal (fase 2: 2010-2012); y la intensificación de la contracción fiscal (fase 3: 2013-2015). Esa sencilla categorización enseña algo muy importante: el corazón de la austeridad está en la fase tres, y ahí recién empieza lo duro.

Los gastos durante la expansión fiscal tras el estallido de la crisis se resumen en planes de rescates de la banca. En cambio, aspectos como el aumento del presupuesto del FMI para los países en desarrollo o la ayuda pública al desarrollo no representó ni el dos por ciento de la expansión fiscal de ese mismo periodo. Sin embargo, en el periodo de contracción fiscal, los países en desarrollo  estarán mucho más concernidos.

Más duro en el Sur

Entre 2008 y 2013, los países que aplican medidas de austeridad pasaron de ciento seis a ciento diecinueve. Los países en desarrollo siempre representaron la mayoría. Entre 2010 y 2011, hubo medidas de austeridad en más de setenta de ellos, y habrá alrededor de noventa cada año entre 2013 y 2016.

Y si bien los países ricos no se salvan de la era de la austeridad (en particular los países europeos), el setenta y cinco por ciento de los países tocados por planes de ajuste pertenecen al grupo de los países en desarrollo. Incluso, las políticas de austeridad son más duras en estos países.

Basta decir que sesenta y ocho países en desarrollo están proyectando cortar el gasto público en 3.7 por ciento del PBI durante la tercera fase de la crisis (2013-2015), mientras que solo veintiséis países desarrollados cortarían sus gastos públicos en 2.2 por ciento del PBI en promedio.

La austeridad será más dura en esta fase, hasta llegar en varios casos a una excesiva contracción, es decir recorte en el gasto público hasta niveles debajo de los niveles pre-crisis. Eso será hecho por la cuarta parte de todos los países en desarrollo.

En términos de población, la austeridad afectará a cinco mil ochocientos millones de personas, lo que equivale al ochenta por ciento de la población mundial en el 2013, y se espera que eso aumente a seis mil trescientos millones de personas, es decir el noventa por ciento de la población mundial en el 2015.

Subvenciones y salarios

Hay una gran diferencia entre las prácticas de austeridad implementadas entre el Norte y el Sur en el periodo 2010-2013. En el Norte, la medida de austeridad más implementada es la reforma del sistema de pensiones (treinta y nueve países ricos), seguida por el aumento del impuesto al consumo (treinta y un países ricos).

En cambio, los países en desarrollo se interesan en recortes por el lado de los ingresos y aumentan el impuesto a las ventas (sesenta y tres países en desarrollo). Se observa también prioridad en recortar las subvenciones (setenta y ocho países en desarrollo), que incluyen alimentos e insumos agrícolas, como semillas, fertilizantes y plaguicidas, lo que obstaculiza la producción local de alimentos.

Asimismo, los países en desarrollo reducen o limitan salarios del sector público (setenta y cinco países en desarrollo), lo que puede tener consecuencias inmediatas en las prestaciones de servicios en los sectores salud y educación en las zonas rurales.

Necio neoliberalismo

Con los dos errores claves del pensamiento neoliberal (la falsa ‘necesidad’ de la austeridad desde noventa por ciento de deuda pública, y la subestimación del impacto de la austeridad sobre la economía en tiempo de crisis) reveladas en los últimos meses (y explicadas en Renaud Fossard, “¿Errores, irresponsabilidad o trampas neoliberales?”, Economía Crítica, abril de 2013) que trajo cierta flexibilidad del FMI y de la Comisión Europea sobre el ritmo de la austeridad, podíamos pensar que lo duro del ajuste quedaba atrás.

Pero no. Lo duro de la austeridad está por venir, y no solo en Europa sino para la inmensa mayoría de países del mundo.

La debilidad -ahora obvia- de legitimidad “científica” de la austeridad, violenta y sistemática, no impide a los neoliberales seguir con el impulso de esa política.

Por eso hacen bien, desde la otra orilla, Ortiz y Cummins en proponer una evaluación de esas políticas a la luz de los objetivos de desarrollo y progreso social, que destaca los impactos problemáticos reales de esas políticas. Proponen otras políticas que no perjudiquen a la población como la reestructuración de la deuda: “Los gobiernos, incluso los de los países más pobres, tienen opciones para fomentar una recuperación económica que tenga en cuenta las necesidades sociales. Éstas son, entre otras medidas, la reestructuración de la deuda, el aumento de la progresividad de la fiscalidad (del impuesto sobre la renta de las personas físicas, del de bienes inmuebles y del de sociedades, incluido el sector financiero) y poner freno a la evasión fiscal, el recurso a paraísos fiscales y las corrientes financieras ilícitas”.

Renaud Fossard politólogo francés experto en fiscalidad internacional, miembro de la Red Latinoamericana sobre Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).


Publicado: 9 de agosto de 2013 - No. 126 - Año 2013

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