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Una vida de dignidad para todos

23 de agosto de 2013 - No. 128 - Año 2013

Roberto Bissio

“Una vida de dignidad para todos” debe ser el objetivo común de los gobiernos del mundo, sostiene Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, en el informe que envió el viernes 16 de agosto a la Asamblea General.

Las sesenta agencias y programas de desarrollo de las Naciones Unidas orientan su acción actualmente por los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), propuestos e impuestos al comienzo del siglo por los países donantes sin que los estados miembros tuvieran oportunidad de discutirlos. Los ODM tienen “fecha de expiración” marcada para el 2015 y su sustitución por una nueva agenda de desarrollo viene siendo intensamente debatida por la comunidad internacional, incluyendo ahora también a organizaciones de la sociedad civil, fundaciones filantrópicas, grandes empresas y hasta las redes sociales de Internet.

En su informe, Ban propone como grandes objetivos “la erradicación de la pobreza, el desarrollo inclusivo que reduzca la desigualdad, la protección y manejo de los recursos naturales de nuestro planeta en un marco de derechos y reconociendo el vínculo entre la paz y el desarrollo”. Para ello es necesario el “cambio económico hacia modelos sustentables de producción y consumo, gobernanza efectiva, una asociación global renovada y medios de implementación”.

El informe del secretario general no es una simple actualización y postergación en el tiempo de los objetivos actuales, como muchos esperaban, sino que introduce algunas novedades importantes. En primer lugar, los derechos humanos ya no son apenas una mención en el preámbulo o entendidos solo como derechos civiles y políticos, sino que se los define como parte sustancial de la dignidad humana: “Ninguna persona debe padecer hambre, carecer de abrigo o de agua limpia y saneamiento, sufrir exclusión social o económica o vivir sin acceso a servicios básicos de salud y educación. Estos son derechos humanos y forman el cimiento de una vida decente”.

Coherente con este concepto, la pobreza ya no es definida solamente por un nivel de ingresos menores a un dólar diario, como propone el Banco Mundial, sino que debe ser enfrentada en sus “múltiples manifestaciones” que incluyen “discriminación, inseguridad, desigualdad y riesgo de sufrir desastres ambientales”.

Ban se alinea con los países en desarrollo en su visión de que la responsabilidad de enfrentar el cambio climático debe ser diferenciada, o sea que los mayores costos deben ser asumidos por los países industrializados, que causaron el problema. El secretario general anota que la ayuda al desarrollo ha bajado en los dos últimos años y demanda de las economías avanzadas que cumplan con la vieja promesa de destinar el 0.7 por ciento de su producto a la cooperación internacional.

Ban defiende, por otro lado, la aspiración de los países donantes, respaldada por el FMI y el Banco Mundial, de utilizar esa ayuda para “apalancar otros financiamientos”. Esto podría significar un mecanismo de reducción de riesgos de megainversiones privadas, con garantías proporcionadas por fondos de la ayuda. Las grandes favorecidas son las trasnacionales, que obtendrán lucro si la empresa es exitosa, pero socializarán las pérdidas si las cosas van mal.

La crisis económica global está prácticamente ausente del informe. Solo se la menciona una vez y solo en tanto que causante de la disminución de la ayuda. No se detallan las consecuencias nefastas de la crisis y la volatilidad financiera sobre los países en desarrollo ni los devastadores impactos sociales de los planes de austeridad en el Norte y el Sur, tan bien documentados por ejemplo por UNICEF, la agencia de las Naciones Unidas para la infancia. Por vía del silencio, el secretario general cede la derecha en este terreno al G-20 y al FMI. Tampoco se mencionan las múltiples convocatorias a la reforma del FMI y el Banco Mundial surgidas de la propia Asamblea General de las Naciones Unidas a la cual el informe está dirigido.

Los jefes de Estado y de gobierno del mundo comenzarán a discutir estas propuestas en Nueva York en setiembre, pero no se esperan decisiones antes de, al menos, un año más de debates.

Las catorce acciones propuestas por Ban Ki-moon

1. Erradicar la pobreza en todas sus formas.
2. Enfrentar la exclusión y la desigualdad.
3. Igualdad de derechos para mujeres y niñas.
4. Proveer educación de calidad y aprendizaje a lo largo de toda la vida.
5. Proveer acceso universal a servicios de salud.
6. Enfrentar el cambio climático, atendiendo al principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas.
7. Enfrentar los desafíos ambientales.
8. Promover crecimiento inclusivo y sustentable, y el trabajo decente.
9. Terminar con el hambre y la malnutrición.
10. Enfrentar los desafíos demográficos.
11. Promover las contribuciones positivas de los migrantes.
12. Enfrentar los desafíos de la urbanización.
13. Construir la paz y la gobernanza efectivas.
14. Promover una renovada asociación para el desarrollo, basada en los valores de equidad, solidaridad y derechos humanos.


Publicado: 23 de agosto de 2013 - No. 128 - Año 2013

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