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Vientos de cambio

18 de octubre de 2013 - No. 136 - Año 2013

Martin Khor

Soplan vientos de cambio que suponen una alteración del viejo orden establecido. La cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) y las reuniones relacionadas celebradas en Bali se caracterizaron más por las percepciones que por los resultados.

En realidad, no se trata de resultados sino, justamente, de la falta de resultados. Y esto sucedió, más que en la cumbre del APEC, en los encuentros paralelos del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP).

Los gobernantes de los países del TPP se reunieron por separado de la cumbre del APEC, lo que provocó el malestar de los anfitriones indonesios, preocupados porque una instancia en la que no están involucrados amenazara con quitarle protagonismo al evento principal.

Pero ese fue un hecho anecdótico. Lo principal fue la ausencia de Barack Obama en la cumbre del APEC y la suspensión de las visitas ya agendadas a Indonesia, Brunei, Malasia y Filipinas, lo que perjudicó a Estados Unidos tanto en términos simbólicos como reales.

No puede responsabilizarse personalmente al presidente por la cancelación del viaje, debido a la delicada situación interna que enfrenta en su país, con el cierre del gobierno y la crisis del techo de la deuda que se avecina. El problema es más profundo. Su ausencia confirmó la ya creciente percepción en la región Asia-Pacífico y en el mundo de que en Estados Unidos hay un sistema de gobierno disfuncional, al menos por el momento, y que esto tiende a prolongarse.

Fuera de Estados Unidos, Obama goza de una simpatía, teñida de cierta piedad. Se lo ve como un líder legítimo enfrentado a una periferia -aunque poderosa- del Partido Republicano, que se niega a aceptar su proyecto de ley de reforma de la salud y que, para lograr su objetivo ideológico, estaría dispuesta incluso a afectar la solvencia financiera del país.

Todos los países democráticos viven momentos de fuertes enfrentamientos entre el gobierno y la oposición, que pueden llegar incluso hasta la paralización del país mientras la crisis se resuelve. Pero ahora estamos hablando de Estados Unidos, el país más poderoso y el mayor defensor de la democracia. Y lo que allí sucede repercute en el resto del mundo.

De repente, lo impensable se convirtió en realidad -el cierre parcial del gobierno- y surge la inquietante posibilidad del no pago (default) de los préstamos, con efectos desastrosos en la economía mundial.

La crisis surgida de la configuración actual de la división de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo -uno de los pilares de la democracia occidental- pone en duda la estabilidad real de este sistema y plantea la interrogante de qué se puede hacer si la parálisis se prologa más allá de un período pasajero.

La falta de resultados claros en la reunión de los líderes del TPP en Bali se atribuye, en parte, a la ausencia de Obama, ya que al presidente estadounidense se le había asignado el papel de galvanizar a los demás gobernantes para lograr el objetivo de concluir las negociaciones a finales de este año.

Al final, la declaración de los líderes políticos solo señaló que las negociaciones del TPP estaban bien encaminadas, pero no mencionó que concluirían en diciembre, lo que acentúa la percepción de que estarían enfrentando turbulencias.

En realidad, no puede responsabilizarse de esto a la ausencia de Obama. Las reuniones de ministros, primero, y luego de los líderes políticos no hicieron sino confirmar lo que ya se sabía en los últimos meses: que la agenda del TPP se había visto sobrecargada con demasiadas exigencias extremas, sobre todo por parte de Estados Unidos, difíciles de aceptar para otros países.

La mayoría de los países que negocian el TPP no estarían de acuerdo con las exigencias planteadas por Estados Unidos en materia de propiedad intelectual, que exceden las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y varios de ellos también tienen problemas con otros temas, como medio ambiente, inversiones y competitividad.

El primer ministro de Malasia, Najib Tun Razak, fue el más directo. En una reunión paralela del APEC, dijo que el plazo de fin de año para concluir las negociaciones del TPP no era inamovible y reclamó mayor flexibilidad. “Tenemos temas que generan gran preocupación”, reconoció, y añadió que al entrar en los temas de propiedad intelectual, solución de diferencias inversionista-Estado, contratación pública, empresas estatales, medio ambiente y fuentes laborales se vulnera fundamentalmente el derecho soberano del país a su propia política y regulación. “Éste es un aspecto complejo y por eso pedimos flexibilidad”, concluyó.

Este comentario del primer ministro malasio sintetiza el problema de la “sobrecarga de la agenda” en las negociaciones del TPP.

Después de todo, los “temas del siglo XXI” preconizados por Estados Unidos, que harían del TPP un camino pionero, podrían no ser tan importantes. Por el contrario, resultan incómodos para muchos gobernantes, altos funcionarios y parlamentarios, y producen el rechazo de organizaciones de la sociedad civil y dirigentes empresariales. (Ver recuadro.)

En última instancia, la cumbre del APEC y los encuentros paralelos del TPP reforzaron la percepción de que el liderazgo de Estados Unidos está siendo seriamente cuestionado en la región Asia-Pacífico. Y el gran tema de Bali fue el creciente peso de China, cuyo presidente, Xi Jinping, se constituyó, con su fuerte presencia, en la contracara de la ausencia de Obama.

Pero este contraste de la presencia relativa no es lo único que cuenta. También importa el contenido de las políticas impulsadas y la voluntad de constituirse en auténticos socios, no utilizando los nuevos pactos y tratados en beneficio propio, a expensas de los demás.

Martin Khor, fundador de TWN y director ejecutivo de South Centre.


Publicado: 18 de octubre de 2013 - No. 136 - Año 2013

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