Perú y la COP 20: ¿Hay alguien ahí?
22 de noviembre de 2013 - No. 141 - Año 2013
Ricardo Jimenez A.
El Perú debería ser capaz de superar el mercantilismo hegemónico, insustentable ambientalmente, para que dentro de un año esté a la altura de la responsabilidad histórica que se le ha asignado: ser sede de la 20ª Conferencia de las Partes (COP 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Estamos a poco más de un año de que se realice en Lima la versión número veinte de la Conferencia de las Partes (COP 20) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el evento más importante a nivel mundial para enfrentar la aguda crisis socioambiental producto del calentamiento global, frente al cual Perú, en base a su riquísima diversidad climática y territorial, es justamente uno de los países más vulnerables y en riesgo, según informes científicos.
En este vigésimo intento se espera alcanzar un nuevo pacto para reducir efectivamente las emisiones de gases que producen el calentamiento global, que reemplace al fenecido Protocolo de Kioto, no ratificado o abandonado por varios de los países con mayores responsabilidades, empezando por Estados Unidos, y con escasos y desacreditados resultados.
Estados Unidos es el país con la paradójica posición de ser, al mismo tiempo, el de mayor responsabilidad e irresponsabilidad ante el calentamiento global. Y es que las medidas necesarias para frenar el calentamiento global son inaceptables para el país paradigma de la desregulación y la no intervención en la economía. Receta que el Perú oficial sigue con fe ciega, a pesar de que mientras Washington la impone como única “responsable”, muestra una insoportable crisis de déficit público, una borrachera de emisión de dólares sin respaldo de riqueza real y sigue siendo el principal accionista de bancos y empresas privadas a las que “rescató” con los impuestos de la gente de a pié cuando la crisis de hace algunos años.
La COP 20 parece no poder escapar de la feroz ortodoxia mercantil. La página oficial del Ministerio del Ambiente de Perú en Internet cuenta con una nota informativa donde además de los datos básicos pertinentes, enfatiza el buen negocio económico que la Conferencia representa para el país. Literalmente señala: “Los beneficios por ingresos económicos serían inmediatos y oscilarían entre los cuarenta y cuarenta y cinco millones de dólares, solo en el primer mes, por el gasto directo en hoteles, restaurantes y compras de los más de quince mil visitantes. Eso sin considerar los gastos adicionales en turismo al interior del país, que podrían significar otros diez millones de dólares”.
No es la página del Ministerio de Economía, ni de Comercio Exterior y Turismo. Es la del Ministerio del Medio Ambiente, informando sobre una cumbre mundial donde se juega nada menos que la supervivencia de la especie humana, gravemente amenazada.
“¿Preservación del medio ambiente? Sí, pero siempre y cuando no choque con el lucro de los negocios, o mejor aún, represente más ganancias”, es el irresponsable mensaje que pone a la humanidad en la permanente impotencia de las políticas de Estado a nivel global.
Hace apenas menos de dos meses, a principios de setiembre, el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, inauguró el Foro de las Islas del Pacífico en las Islas Marshall, al noreste de Australia. El tema central es el hundimiento lento pero indetenible de las propias Marshall y otras hasta un total de diez islas del Pacífico, producto del alzamiento del nivel del mar por el derretimiento de hielos que genera el calentamiento global. Kerry señaló en su discurso de apertura que “la evidencia científica del cambio climático” es “irrefutable” y “alarmante”.
Contradictoriamente, Kerry no estaba presente en el encuentro, lo decía en una alocución grabada en vídeo. Su prioridad estaba en empujar la intervención militar de su país en Siria, que seguramente, de no haber sido impedida finalmente, aumentaría los daños ambientales y la crisis humanitaria de ese país. Es que Estados Unidos está en decadencia económica y su única “ventaja comparativa” frente a las economías emergentes es la guerra, la industria de la muerte y su secuela de desplazados.
Ya hace algunos años, los millones de desplazados por razones ambientales superaban a los desplazados por las guerras. Principalmente por falta de agua y en su mayoría en África. Parafraseando el famoso poema de Bertolt Brecht: “primero vinieron por los africanos, pero como yo no era africano”… Ahora se suman los cientos de miles de isleños del Pacífico forzados en cámara lenta no sólo a la migración sino también a la apatridia. “Pero como yo no era isleño del Pacífico”… Una metáfora plenamente certera la del poema de Brecht, cuando termina diciendo: “Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde”. Se sabe que, a la larga, con más tiempo, desaparecerá buena parte de las costas en el Pacífico, incluyendo del propio Estados Unidos y también del Perú.
¿Será capaz el Perú oficial de superar el mercantilismo hegemónico, insustentable ambientalmente, para estar a la altura de la tarea y la responsabilidad histórica que le han cabido en suerte con la COP 20 o seguirá ferozmente aferrado a la idea de que se trata principalmente de una buena oportunidad para hacer negocio?
Toc toc, ¿hay alguien ahí?
Ricardo Jimenez A. consultor del proyecto “Perú Migrante” de Forum Solidaridad Perú.
Publicado: 22 de noviembre de 2013 -
No. 141 - Año 2013
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