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Pobres resultados en Bali

20 de diciembre de 2013 - No. 145 - Año 2013

Martin Khor

Dos acontecimientos importantes tuvieron lugar en la primera quincena de diciembre. A la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrada en Bali le siguió inmediatamente la reunión ministerial sobre el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) en Singapur.

La reunión de Bali finalizó con un acuerdo que para muchos significa una reactivación de la OMC como un foro viable para las negociaciones comerciales. Sin embargo, los resultados son muy modestos, y también hay desequilibrios en las ganancias y las pérdidas. En cuanto a la reunión de Singapur, no cumplió su objetivo de concluir las negociaciones del TPP. La agenda es mucho más ambiciosa, por lo que no sorprende que no se haya alcanzado un acuerdo final. Las negociaciones han sido muy intensas en los últimos meses y todo indica que continuarán siéndolo.

La Conferencia de Bali se llevó a cabo básicamente a puertas cerradas, con el director general de la OMC, Roberto Azevedo, celebrando reuniones por tema con unos pocos países. Los participantes recibieron el borrador final unas pocas horas antes de la sesión plenaria de clausura.

En la mayor parte de la semana se discutió el tema “seguridad alimentaria”, con Azevedo convertido en intermediario entre Estados Unidos e India.

India se destacó entre los países en desarrollo que querían cambiar las normas actuales de la OMC sobre las subvenciones agrícolas que dificultan la capacidad de los gobiernos de llevar adelante un plan de abastecimiento público de alimentos comprados a sus agricultores, como forma de brindarles apoyo.

Se acordó que una solución permanente que implique cambios en las normas requeriría más tiempo, por lo que en Bali se discutió una medida temporal: una “cláusula de paz” por la cual no se presentarán casos jurídicos en la OMC contra los países que tengan un programa de provisión de alimentos básicos a su población. Pero el problema radicaba en cuánto tiempo duraría esta cláusula de paz.

India, con el apoyo de varios países en desarrollo, aspiraba a que la cláusula de paz durara hasta que se encontrara una solución permanente. Estados Unidos y otros países pretendían que expirara en cuatro años.

El acuerdo final fue que la OMC negociará una solución permanente dentro de cuatro años, y los países se abstendrán de presentar casos hasta que se encuentre una solución. Por lo tanto, hubo un reconocimiento de la seguridad alimentaria defendida por los países en desarrollo, pero en realidad la cláusula de paz tiene un valor limitado.

En primer lugar, la cláusula de paz solo se aplica al Acuerdo sobre la Agricultura. Los países aún pueden presentar demandas en el marco de otro acuerdo sobre subvenciones. En segundo lugar, solo se aplica a “los programas existentes”. Por lo tanto, no abarca a los países que no tengan programas alimentarios y quieran establecer uno. En tercer lugar, hay condiciones engorrosas, entre ellas que el país debe proporcionar una gran cantidad de información y notificar que ha llegado al límite de subvenciones permitido, lo que puede implicar que no le valga la pena utilizar la cláusula de paz. En conclusión, hay que trabajar mucho y en serio para encontrar una solución permanente.

También en materia de agricultura, la OMC fracasó en cuanto a cumplir con el plazo de 2013 establecido por la Conferencia Ministerial de 2005 para eliminar las subvenciones a las exportaciones. En cambio, la débil decisión de Bali sobre la competencia de las exportaciones se lamenta de no haber cumplido con el plazo y se comprometió a seguir avanzando.

Al desactivar el tema de la alimentación, la Conferencia de Bali pudo adoptar un tratado de facilitación del comercio que obliga a todos los países a simplificar sus procedimientos aduaneros y mejorar su tecnología e infraestructura para que los productos importados puedan franquearse más rápida y fácilmente. Las nuevas obligaciones pueden ser fácilmente cumplidas por los países desarrollados, que ya tienen las medidas y la tecnología, pero resultan onerosas para los países más pobres que no cuentan con la capacidad necesaria.

Beneficiarán más a los países que son exportadores netos, ya que sus productos podrán entrar con mayor facilidad en otros países. Seguramente los importadores netos tendrán un aumento más acelerado de sus importaciones con respecto a sus exportaciones, con efectos adversos en su balanza comercial, una preocupación que fue planteada por algunos países en desarrollo.

Los países en desarrollo pueden designar obligaciones específicas para cuya puesta en práctica necesitan más tiempo, y existe la promesa de recibir asistencia técnica, pero solo hay un compromiso vago de brindarles “ayuda financiera”.

La reunión de Bali también aprobó la decisión de ayudar a los países menos adelantados (PMA) en materia de acceso a los mercados, normas de origen, algodón y servicios. Pero las decisiones no son vinculantes y, por lo tanto, tienen escaso beneficio práctico.

Estas decisiones para los PMA deberían ser consideradas más como un punto de partida que de llegada y es necesario continuar las negociaciones para adoptar futuras decisiones que resulten más útiles.

En general, el acuerdo de Bali carece de equilibrio, ya que el tratado de facilitación del comercio defendido por los países desarrollados es vinculante y los que no cumplen sus obligaciones enfrentan acciones legales ante la OMC.

Las decisiones sobre las cuestiones de los PMA y las subvenciones a las exportaciones -favorecidas por los países en desarrollo- no tienen carácter vinculante, en tanto que en términos de seguridad alimentaria solo se obtuvo una medida provisional (cláusula de paz), de escaso valor.

Martin Khor, fundador de TWN, director ejecutivo de South Centre.


Publicado: 20 de diciembre de 2013 - No. 145 - Año 2013

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