Hood Robin
7 de marzo de 2014 - No. 153 - Año 2014
Héctor Béjar
¿Recuerdan cuando Irlanda era uno de los milagros neoliberales? A fines de los noventa, junto con Australia y Nueva Zelanda, fue modelo de desmantelamiento del Estado y apertura de mercados. Al cabo de veinte años, el desastre ha dejado al descubierto su base corrupta.
En 2008, el gobierno irlandés invirtió 5,500 millones de euros en salvar a los tres bancos más importantes y compró el Anglo Irish Bank, que estaba en quiebra. No hubo la misma bondad para la gente. Hubo despidos masivos, bajas en las pensiones y reducción de servicios públicos para pagar la deuda de los ricos por la cual los pobres no tenían ninguna responsabilidad. Y hasta ahora no salen del pantano.
El juicio contra tres ejecutivos del Anglo Irish Bank en Dublin forma parte de la historia de crímenes financieros en Europa. Es el segundo caso, después de Islandia, en que los ejecutivos hasta ahora impunes son enjuiciados. Ellos cobraron enormes sumas por asesorías para comprar el banco entre 2006 y 2008. La compra fue un fracaso.
Sean Quinn, el hombre más rico de Irlanda, se prestó billones desde el banco durante el boom del llamado tigre celta. El motor del crecimiento era el sector inmobiliario. Cuando los precios de las propiedades colapsaron, Quinn fue a la bancarrota y fue salvado con dinero público que los irlandeses están pagando.
Entre las personas que recibieron asistencia de los tres ejecutivos del Anglo Irish Bank están el hijo de Sean Quinn y su madre Patricia.
Cerca de 35,000 millones de euros de los contribuyentes fueron a dar al Anglo Irish Bank en 2008 para rescatarlo del colapso. Cuatro veces más dinero de lo necesario. Un audio escuchado en el juicio revela a John Bowe, uno de los ejecutivos, riendo y bromeando acerca del rescate, sobre el dinero “cogido de mi trasero”. También son escuchados haciendo bromas sobre los contribuyentes alemanes y europeos.
Mark Zepezauer y Arthur Naiman (Take de Rich off Welfare. New York, South End Press, 2004) muestran cómo, en la época de Reagan, los ricos mordieron la parte del león de los gastos públicos. Depreciaciones de capital, liberaciones fiscales, subsidios a los combustibles, apoyo a los precios, rescates financieros y perdón por los fraudes fiscales.
Los costos de la protección de los ricos son tres veces y medio los costos de la protección de los pobres en los Estados Unidos. Es el wealthfare, el Estado del Bienestar de los ricos, diferente y opuesto al welfare, el Estado del Bienestar de los pobres, que está siendo desmantelado.
El Estado norteamericano funciona como un Robin Hood al revés. Los ricos pueden meter sus manos en el dinero de la gente sin que eso sea visto como un robo.
En un artículo publicado en The Guardian el 22 de enero, Simon Jenkins hace una lista de subsidios a la agricultura, a las granjas, a la compra de casas, exoneraciones tributarias y muchos otros que los ingleses llaman “beneficios”.
La totalidad de las industrias están en la ruta de los beneficios. La educación de las clases altas está subsidiada por los pobres, la clase media, estudiantes y profesores con millones de libras al año. La industria de la construcción es un monumento a la plutocracia pública, sigue diciendo Jenkins. Se embolsaron 9,000 millones de libras esterlinas con las olimpiadas y esperan ganar 2,000 millones más con el Terminal Tres del Aeropuerto de Heathrow. Son altísimos subsidios.
El gobierno de los conservadores contrató cincuenta y cinco mil empleados más el año pasado. El gobierno laborista gastó 70,000 millones de libras esterlinas en consultorías durante diez años, que fueron a parar a consultoras privadas como KPMG, Deloitte, Serco, McKinsey y otras. Todo se hace con cargo a una deuda que se va acumulando. Juntas las deudas pública y privada del Reino Unido llegan al quinientos por ciento del PBI. Entre laboristas y conservadores están destruyendo Inglaterra. La escandalosa vida de los ricos de hoy se está haciendo con cargo a que los pobres paguen hoy y mañana con pérdida de pensiones y salarios de miseria.
Héctor Béjar
www.hectorbejar.com
Publicado: 7 de marzo de 2014 -
No. 153 - Año 2014
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