México y el TLCAN: amoldamiento y sumisión
14 de marzo de 2014 - No. 154 - Año 2014
Ariel Noyola Rodríguez
El 19 de febrero pasado los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, se reunieron en Toluca en la Cumbre de Líderes de América del Norte. Tras cumplirse veinte años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en enero, hay consenso en que el acuerdo no logró concretar los objetivos planteados en 1994 para México, el socio comercial menos aventajado del bloque: impulsar el crecimiento y el desarrollo aumentando la productividad laboral y la competitividad internacional mediante un proceso de apertura comercial y de inversión.
Al contrario, la economía mexicana parece haber llegado a un punto de no retorno. Incrementa su fragilidad estructural y profundiza su dependencia de la economía estadounidense. Lejos de tratar los temas urgentes de la agenda bilateral (reforma migratoria, tráfico de armas, comercio, crecimiento económico, etcétera), se lleva al límite la (des)integración subordinada de México a través de la entrega sistemática de recursos naturales estratégicos y el sometimiento a todo plan de seguridad diseñado por Washington.
Ante la complicada coyuntura de la economía mundial y la débil recuperación de la economía estadounidense durante 2013, el gobierno de Peña Nieto optó por aprobar un conjunto de “reformas estructurales” para permitir la participación de la inversión privada en áreas antes restringidas al Estado, y con ello favorecer la rentabilidad de grandes grupos de capital estadounidense. Sin embargo, aún no existen indicios de recuperación del crecimiento.
Al cuarto trimestre de 2013, México registró un avance de 0,7 por ciento, y en todo el año apenas creció 1,1 por ciento, la cifra más baja desde 2009, cuando la actividad económica mundial se desplomó en medio de la crisis hipotecaria subprime. Para 2014, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y la encuesta del Banco de México estiman el crecimiento económico en 3,9 y 3,4 por ciento, respectivamente. Pero el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado y el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas lo calculan cercano a tres por ciento y con alta probabilidad de que apunte a la baja en los próximos meses (El Financiero, 19 de febrero de 2014); con todo y el aumento de la nota crediticia, primero de parte de la agencia de calificación de riesgo Standar & Poor’s a BBB+ en diciembre de 2013 y luego de Moody’s, desde Baa1 a A3 en febrero de este año (Bloomberg, Limeted Partnership, 5 de febrero de 2014).
¿Dónde quedó el llamado “momento de México”? Es evidente que tanto la estimación oficial de crecimiento como la evaluación de las calificadoras de crédito están sobreestimadas.
Con relación a la posición mexicana en la economía mundial, cabe destacar que el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio en 2001 terminó por reorientar gradualmente el flujo de importaciones no petroleras de Estados Unidos en detrimento de la economía nacional. Mientras la presencia de esta última en el mercado estadounidense pasó de siete a doce por ciento, China incrementó su posición de seis a veinticinco por ciento en las dos décadas del TLCAN. Asimismo, el déficit comercial de México con China por 100.925 millones de dólares en 2013 (una relación entre importaciones y exportaciones de siete a uno) no hace sino poner de manifiesto el rotundo fracaso de la industria maquiladora.
El ajuste para reducir las presiones sobre los pagos al exterior ha consistido básicamente en reducir los costos de producción mediante la desvalorización de la fuerza de trabajo (aumento de la jornada de trabajo, incremento de la intensidad de trabajo sin aumento salarial y reducción del fondo de consumo de los trabajadores). Las organizaciones del Foro Trinacional Multisectorial calculan en 6.084.740 puestos de trabajo el déficit acumulado de empleo de las últimas dos décadas. (Ver “Mitos e impactos del TLCAN a veinte años a nivel trinacional”: http:// bit.ly/1fEVtvb).
En enero de 2014, el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de 21.979 empleos, una caída de 50,3 y 71,6 por ciento con relación a 2013 y 2012, respectivamente. El poder adquisitivo del salario mínimo disminuyó 20,13 por ciento en comparación con 1994 y 76.48 por ciento con 1976. De acuerdo con el Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la UNAM, un trabajador que percibe un salario de hasta sesenta pesos diarios (4,52 dólares) requiere únicamente nueve minutos para generar el valor de su trabajo. El resultado es un creciente nivel de pobreza. Mientras en 1994 el 52,4 por ciento de los mexicanos se encontraba en esta situación, para 2012 la cifra se ubicó en 52,3 por ciento, el peor desempeño en la región, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Finalmente, la incorporación de México a la Alianza del Pacífico y al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) ejemplifica de manera nítida su amoldamiento al doble imperativo estadounidense de fracturar la integración latinoamericana y contener el ascenso económico de China.
Ariel Noyola Rodríguez, miembro del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.
Texto preparado para la revista Contralínea: http://bit.ly/1cGiOy9
Publicado: 14 de marzo de 2014 -
No. 154 - Año 2014
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