Ensayos de gobernanza
16 de mayo de 2014 - No. 163 - Año 2014
Martin Khor
Varios países están abocados actualmente a asuntos de gobernanza nacional y cada caso deja alguna enseñanza. Un aspecto interesante consiste en saber si la práctica de la gobernanza y la democracia pueden ir de la mano con la lucha contra las desigualdades y el desarrollo.
Al respecto, un tema destacado de la semana pasada fue la destitución por el Tribunal Constitucional de Tailandia de la primera ministra Yingluck Shinawatra.
A muchos puede sorprender que la destitución se deba a que en 2011 haya dispuesto el traslado del jefe de la seguridad nacional a un cargo de asesor de su cartera. El antiguo puesto del jefe de seguridad fue ocupado por el jefe de la policía nacional, el cual a su vez fue relevado por un cuñado de Thaksin Shinawatra, ex primer ministro derrocado por un golpe militar en 2006 ahora en el exilio y hermano de Yingluck.
Se consideró que estos cambios en las posiciones de distintos funcionarios constituyeron un abuso de poder lo suficientemente grave como para que Yingluck Shinawatra y los otros nueve ministros debieran renunciar a sus cargos.
El abuso de poder es una acusación indudablemente grave. Sin embargo, en la escala de los abusos practicados por dirigentes políticos pasados y presentes en varios países, el traslado de un funcionario de alto nivel que pueda terminar beneficiando a un miembro de la familia quizás no sea considerado el peor de los abusos. Si en todos los países se aplicaran estrictamente las normas como lo hizo el Tribunal Constitucional de Tailandia, con seguridad muchos gobernantes y ministros perderían sus cargos.
La decisión del Tribunal Constitucional de Tailandia, junto con un acta de acusación de corrupción contra Yingluck por grandes subsidios otorgados a los productores de arroz, son los últimos hitos de la lucha política que durante diez años se ha librado entre el frente Thaksin-Yingluck y una elite de la clase dirigente principalmente urbana.
La titánica batalla ha adoptado varias formas, incluido el golpe de Estado de 2006 contra Thaksin, dos elecciones nacionales en 2007 y 2011, en las que ganaron las fuerzas vinculadas al derrocado primer ministro, masivas protestas callejeras de sus partidarios y detractores, así como la presentación de casos ante el Tribunal Constitucional, que depuso a tres primeros ministros, todos partidarios de Thaksin.
Numerosos analistas creen que la lucha política en Tailandia es entre los representantes de la elite tradicional de base urbana, que se siente amenazada por Thaksin, y los agricultores rurales pobres de algunas provincias que apoyan al ex primer ministro por sus políticas y ayudas, que han propiciado el aumento de ingresos.
El derrocamiento de Yingluck Shinawatra ha provocado disturbios aún más graves que impiden avizorar el final de la crisis.
En India, después de varias semanas finalizó la última etapa de las elecciones nacionales. Es muy probable que la actual alianza liderada por el Partido del Congreso sea reemplazada por una nueva coalición de fuerzas cuya configuración todavía es una incógnita. El partido que consiga más escaños deberá negociar con una serie de organizaciones regionales y de otro tipo, para formar una mayoría parlamentaria.
El nuevo gobierno debe enfrentarse a la complejidad y los desequilibrios de este país enorme y diverso. Por un lado, el alto crecimiento económico de las últimas décadas ha dado lugar a una considerable clase alta y media, proporcionando la base material de un mercado para una sociedad de consumo globalizada.
Debido a que la población de India es tan grande, las clases altas y medias constituyen un gran número en términos globales, aun cuando sean solo el diez o veinte por ciento del total nacional. Existen grandes disparidades entre el sector rico y una mayoría de comunidades rurales y urbanas que continúa en la pobreza.
Conciliar las demandas de las clases alta y media con la necesidad de canalizar los recursos nacionales y orientar la economía para satisfacer las necesidades de subsistencia de los sectores empobrecidos será un gran desafío para el nuevo gobierno indio. Los problemas económicos que enfrenta el país a la luz de la desaceleración económica global dificultan aún más la situación.
En Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano ganó las elecciones nacionales por quinta vez, con una holgada mayoría que se la brinda su gloriosa historia de lucha contra el apartheid bajo el liderazgo de Nelson Mandela y el éxito de ser campeones del empoderamiento negro desde que asumió el poder en 1994. Ha habido importantes logros en la gobernanza democrática, la tolerancia étnica, la posición política de los negros y el desempeño económico de los últimos años, pero también ha habido acusaciones de corrupción, deficiencias en los servicios sociales y nuevas cuestiones económicas.
En Sudáfrica, al igual que en India, la desaceleración mundial afectó el crecimiento del país y aumentó sus vulnerabilidades. El desempleo general es alto, ubicándose en el veinticinco por ciento. Uno de cada siete adultos tiene VIH. Aún quedan por resolver numerosos desequilibrios sociales provocados por el apartheid, incluida la necesidad de redistribuir la tierra entre los campesinos negros pobres.
Varios partidos que lograron la independencia de sus países se han enfrentado a una situación similar. Después de beneficiarse del legado de su heroica lucha contra el colonialismo, se espera ahora que los gobiernos traigan el desarrollo. A medida que pasa el tiempo, crece la inquietud entre la población.
Martin Khor es Director ejecutivo del Centro del Sur.
Publicado: 16 de mayo de 2014 -
No. 163 - Año 2014
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