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La ciberguerra se agudiza

30 de mayo de 2014 - No. 165 - Año 2014

Martin Khor

El “espionaje” a través de medios electrónicos se ha generalizado en el mundo actual. Hoy, prácticamente ninguna persona o institución que utilice teléfonos, teléfonos inteligentes, mensajes de correo electrónico e Internet está protegido ante un trabajo de inteligencia que decida recabar datos.

Esto es lo que sabemos a partir de las revelaciones de los documentos filtrados por Edward Snowden, ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

La información revelada mostró que Estados Unidos ha intervenido los teléfonos y correos electrónicos no solo de ciudadanos estadounidenses sino de todo el mundo, de una manera radical y sistemática. Incluso los principales dirigentes políticos de Alemania, Indonesia y Brasil tenían sus teléfonos móviles intervenidos, frente a lo cual protestaron en forma enérgica contra una intromisión tan audaz en la privacidad y la seguridad nacional.

El tema de la inteligencia se puso de relieve una vez más la semana pasada, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos acusó a cinco miembros del Ejército Popular de Liberación de China de piratear computadoras de empresas estadounidenses que giran en el rubro de la energía nuclear, el acero, el aluminio y la energía solar. La finalidad sería obtener secretos industriales en beneficio de empresas estatales chinas.

Un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China calificó de infundadas las acusaciones, declaró que su país “nunca roba secretos comerciales a través de Internet” y acusó a Estados Unidos de hipocresía.

Es bien sabido que los organismos de inteligencia utilizan todo tipo de dispositivos para reunir información y espiar tanto a sus propios ciudadanos, como a los extranjeros. Estados Unidos dispone del sistema más sofisticado y con la cobertura más amplia, como revelaron los archivos filtrados por Snowden.

Mediante la acusación a China de estar espiando a ciertas empresas estadounidenses para beneficiar a sus propias empresas, Estados Unidos intentó trazar una línea muy delgada. Es evidente que acusar a otros países de espiar a personalidades u organismos gubernamentales o civiles revela una doble moral, ya que Washington lo ha estado haciendo en forma más sistemática que cualquier otro.

Cuando acusó a los cinco militares chinos, el Fiscal General de Estados Unidos manifestó que la piratería se había llevado a cabo para beneficiar a empresas chinas. “Nosotros no recabamos información de los servicios de inteligencia para dar ventaja competitiva a empresas o a sectores comerciales de Estados Unidos”, alegó.

Pero, de hecho, Estados Unidos espía a las empresas y a los responsables de las políticas comerciales y los negociadores de otros países con el presumible propósito de obtener una ventaja comercial.

La semana pasada, David Sanger se refirió a la “línea delgada” que Estados Unidos intenta trazar entre el espionaje en beneficio de determinadas empresas y el espionaje en beneficio del comercio en general, en dos artículos publicados en el New York Times (With Spy Charges, U.S. Draws a Line That Few Others Recognize, 19 de mayo, y Fine Line Seen in U.S. Spying on Companies”, 20 de mayo).

Sanger menciona las revelaciones que hicieron agencias estadounidenses sobre empresas extranjeras, entre ellas Huawei, una importante compañía china de telecomunicaciones. Los documentos de Snowden mostraron que uno de los propósitos de este espionaje era “entrar en los sistemas de Huawei y usarlos para espiar a los países que compran equipos de la compañía”, afirma. “Los funcionarios de Huawei dijeron que no entendían cómo eso difería significativamente de lo que Estados Unidos ha acusado a los chinos de hacer”.

La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos también entró en las computadoras de China Telecom, uno de los mayores proveedores de servicios de telefonía e Internet, y Pacnet, el operador de Hong Kong de los cables de fibra óptica submarina. “Una vez dentro de la tecnología propiedad de esas empresas, la Agencia Nacional de Seguridad tendría acceso a millones de conversaciones y correos electrónicos diarios que nunca tocan las costas de Estados Unidos”, dice Sanger.

La Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos también hackeó las computadoras de Petrobras, la empresa petrolera estatal brasileña, que tiene datos sobre las reservas petroleras en aguas abiertas (off shore) de Brasil, y posiblemente sus planes para la concesión de licencias de exploración a compañías extranjeras. Y espió al comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, quien había presentado cargos contra varias empresas estadounidenses.

En cada uno de estos casos, los funcionarios estadounidenses han insistido en que su país nunca actuó en nombre de empresas estadounidenses específicas, pero no niegan que espía regularmente para obtener ventajas económicas como parte de la seguridad nacional, dice Sanger. Esto incluye espiar a los negociadores comerciales europeos o asiáticos, utilizando los resultados para ayudar a los funcionarios comerciales estadounidenses y, por lo tanto, a las industrias y los trabajadores estadounidenses que intentan apuntalar.

Estados Unidos espía regularmente para obtener beneficios económicos cuando el objetivo es apoyar las conversaciones comerciales, según Sanger. Cuando en la década de 1990 estaba negociando un acuerdo con Japón, “pinchó” el teléfono de la limusina del negociador japonés. Los principales beneficiarios habrían sido empresas automotrices y proveedores de autopartes estadounidenses.

También es ampliamente conocido que Estados Unidos “utiliza los servicios de inteligencia como forma de apoyar las actuales negociaciones con sus socios comerciales de Europa y Asia. Pero, para los sucesivos gobiernos demócratas y republicanos, se trata de juego limpio”, comenta Sanger.

Esta línea delgada que Estados Unidos está intentando trazar entre lo ilegítimo (el espionaje en beneficio de empresas particulares) y lo legítimo (el espionaje en beneficio de las empresas y la economía en general) no es percibida ni aceptada por otros países.

Martin Khor, fundador de TWN y director ejecutivo del Centro del Sur.


Publicado: 30 de mayo de 2014 - No. 165 - Año 2014

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