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Negociaciones climáticas y la vida de la gente

26 de setiembre de 2014 - No. 182 - Año 2014

Entrevista con Meena Raman

El cambio climático solo aparece en la esfera pública cuando se producen catástrofes y suele percibirse a las conferencias internacionales sobre el clima como un asunto restringido a autoridades y expertos, incluido los participantes de la sociedad civil. La COP 20 de Lima ofrece una gran oportunidad de cambiar la situación.

Meena Raman es abogada especializada en temas de interés público y coordinadora del Programa de Cambio Climático de Third World Network (TWN). En este intercambio de ideas comenzó señalando los que considera los principales retos para los actores sociales que buscan colocar el tema en la agenda pública, con miras a construir un movimiento capaz de conseguir que las negociaciones internacionales desemboquen en las decisiones políticas que la situación exige.

“Desde que se acordó en Cancún, en 2010, establecer un Mecanismo Tecnológico para facilitar la transferencia de tecnología a los países en desarrollo, muy poco se ha concretado en cuanto a la entrega efectiva de tecnologías ecológicamente amigables”, dice Raman. “Por lo tanto, es vital que los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil presionen a los gobiernos de los países desarrollados para que cumplan con sus obligaciones”.

¿Qué fuerzas sociales están activas hasta ahora en este movimiento? ¿Cuál es su capacidad de movilización?

Están la Campaña Global para Exigir Justicia Climática (GCDCJ) y una coalición de organizaciones de la sociedad civil y movimientos llamado Grupo de Equidad y Ambición (EAG). TWN participa en ambas. La primera ha estado movilizando acciones en todo el mundo para contribuir a la generación de las condiciones políticas necesarias para hacer realidad la justicia climática. Sus objetivos son construir y ejercer el poder de la acción colectiva, de diferentes formas y en diversos frentes y escenarios, a una escala nunca antes vista; y desarrollar la capacidad de coordinar movilizaciones a nivel mundial durante los momentos políticos críticos, aumentar progresivamente el número de personas movilizadas, ampliar el número de países y ciudades participantes, elevar el alcance, la intensidad y la audacia de sus acciones, desarrollar la fuerza y el poder para evitar la catástrofe planetaria. La otra coalición, que trabaja en estrecha colaboración con la GCDCJ, está más orientada a las políticas. Organiza actividades de lobby dentro del espacio de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

¿Cuáles son los principales debates que se realizan entre actores sociales en torno al cambio climático y cuáles son las principales alternativas que promueven?

Los principales puntos que se debaten se refieren a un enfoque equitativo para compartir el espacio atmosférico restante; el incremento de recursos financieros nuevos, adicionales y predecibles para el Fondo Verde para el Clima; las falsas soluciones impulsadas principalmente por los países desarrollados, como la geoingeniería, nuevos mecanismos de mercado que promueven el comercio de carbono, la energía nuclear, las represas hidroeléctricas a gran escala, la captura y almacenamiento de carbono, etc.

¿Cuáles serán los temas más importantes en juego en las negociaciones oficiales de la COP 20 en Lima y cómo se están organizando los actores sociales en torno a estos temas?

Uno de los temas más importantes será garantizar que el Fondo Verde se capitalice suficientemente, con al menos 15,000 millones de dólares para empezar, como lo ha planteado el G-77 más China. Esa será una de las principales pruebas para tener o no alguna confianza de que los países desarrollados son serios respecto al cumplimiento de sus obligaciones.

Otro tema se refiere a si los países desarrollados aumentarán sus metas de reducción de emisiones, siendo que hoy sus compromisos son muy modestos. En 2012, en Doha, los países desarrollados que son parte del Protocolo de Kioto (que no incluyen a Estados Unidos, Canadá y Japón) acordaron volver a revisar los compromisos que hicieron para un segundo período, de 2013 a 2020. Las emisiones totales que habían acordado representaban una reducción de solo el diecisiete por ciento hasta 2020 para los países desarrollados, en comparación con los niveles de 1990. Esto fue visto por los países en desarrollo como una cifra muy baja, dado que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), en su cuarto informe de evaluación, hace referencia a un rango de entre veinticinco y cuarenta por ciento para esos países. Se acordó en Doha que los países desarrollados partes del Protocolo de Kioto volverían a examinar su nivel de ambición hasta el 2014. (“Ambición” se refiere a la voluntad colectiva de fijar y alcanzar las metas de recortes de emisiones.) Por lo tanto, queda por verse si esta revisión se realizará en Lima.

Se instó a los países desarrollados que no están en el Protocolo de Kioto a hacer esfuerzos en la reducción de emisiones, comparables con los del Protocolo de Kioto. No es nada probable que estos países eleven su nivel de ambición, dado que tanto Japón como Canadá han anunciado que ¡incluso aumentarán sus niveles de emisión en comparación a lo que habían anunciado previamente en Cancún! En el caso de Estados Unidos, el compromiso de reducción de emisiones que plantea es muy bajo: equivale a solo alrededor del tres por ciento hasta 2020. Para el mayor emisor histórico del mundo, esto significa hacer demasiado poco y demasiado tarde.

Es en este contexto que los elementos para un nuevo acuerdo que tendrá efecto post 2020 deben concretarse en Lima, con la elaboración de un texto borrador de negociación que debe estar listo a principios del próximo año.

Si la ambición pre 2020 es muy baja, tanto en términos de la reducción de emisiones de los países desarrollados como de la falta de recursos en el marco del Fondo Verde para el Clima, la base para el acuerdo de 2015 quedará seriamente comprometida. Si los países desarrollados no demuestran liderazgo, los países en desarrollo serán reacios a emprender una acción más ambiciosa. Por lo tanto, se desencadenaría una carrera al precipicio.

En relación con el acuerdo de 2015 que se debe concluir en París, y que entrará en vigencia después de 2020, los países desarrollados tratan de debilitar la aplicación de los principios de la Convención, de equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas. Para muchos países en desarrollo, el tema más importante es si estos principios se van a reflejar y aplicar en el nuevo acuerdo. Argumentan que los principios, las disposiciones y los anexos del Convenio -que diferencian entre países desarrollados y en desarrollo- deben seguir aplicándose en el nuevo acuerdo. Los países desarrollados, en cambio, sostienen que éste no debería ser el caso, dado que “el mundo ha cambiado desde 1992”, cuando la Convención se adoptó. Consideran que hay países que ya no pueden ser considerados “en desarrollo” y ya no se puede establecer una diferenciación entre países desarrollados y en desarrollo. Este tema será el más importante y polémico en Lima y París. En esta etapa, una disputa en torno a qué es un país en desarrollo pondría en grave peligro cualquier acuerdo y provocaría un caos en el actual régimen internacional.

En ausencia del necesario debate público informado, las posiciones adoptadas por los ambientalistas a menudo son percibidas como extremistas o desconectadas de la realidad cotidiana de las personas. ¿Cómo abordar esto?

Hay mucho por hacer para que la gente tome conciencia de por qué es importante participar en el proceso internacional y cómo puede aportar para las campañas a escala nacional. Para ello, coaliciones como el GCDCJ y la EAG han emprendido esfuerzos para explicar las negociaciones internacionales y vincularlas a los problemas cotidianos de la gente, como la energía, los alimentos, las falsas soluciones y las personas afectadas por el cambio climático. De esta manera, las personas serán capaces de participar en función de sus intereses particulares, a la vez que luchar contra enfoques y soluciones falsas y plantear soluciones adecuadas, desde el punto de vista del pueblo común, sus derechos y sus luchas. Cuando vinculamos el discurso internacional sobre el clima a las luchas de la gente común es que se puede abordar la desconexión y se entiende que las acciones locales y nacionales, siendo necesarias, por sí solas no serán suficientes para hacer frente a un problema mundial como el cambio climático, que también requiere la cooperación y la acción internacional.

Este es un extracto de la entrevista publicada en América Latina en Movimiento Nº 498, setiembre de 2014.


Publicado: 26 de setiembre de 2014 - No. 182 - Año 2014

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