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¿Primavera americana?

21 de noviembre de 2014 - No. 190 - Año 2014

Oscar Ugarteche

El 17 de diciembre del 2011, un joven en Túnez se incineró cuando la policía lo quiso echar de su lugar en la vereda donde estaba como vendedor ambulante. Ante el drama, la gente de alrededor intentó ayudarlo y luego se volcó contra los policías. Eso llevó a un levantamiento popular respondido con suma violencia por el gobierno y siguió la lucha hasta que cuatro semanas más tarde, el 14 de enero del 2012, el presidente Ben Alí debió huir con su familia, dejando el gobierno. Ese fue el inicio de la llamada “primavera árabe” que terminó con las dictaduras de Medio Oriente con el apoyo de Estados Unidos.

En México, todo parece haberse encendido con una balacera el 26 de setiembre cuando estudiantes normalistas que iban en un autobús fueron perseguidos por la policía hasta su captura y luego fueron entregados a un lugarteniente de una fuerza paramilitar vinculada al narcotráfico. La denuncia de esto, a mediados de octubre, de parte del cura Alejandro Solalinde, sacó a la luz pública la matanza.

El narcoalcalde José Luis Abarca y su narcoesposa, del grupo de los Beltrán Leyva, responsables de la masacre, fueron capturados en Iztapalapa, barrio pobre de Ciudad de México, el 4 de noviembre. Una semana después, el padre Solalinde destapó que fueron capturados antes en Veracruz y llevados a centenares de kilómetros de distancia, a Iztapalapa, en Ciudad de México, para poder “montar” la captura ante la prensa. (www.jornada.unam.mx/2014/11/11/politica/011n2pol)

El presidente Enrique Peña “se fue a la China” para agregarle a la anomia. Antes de partir hizo un llamado inexplicable a un acuerdo por la seguridad. ¿A quién llama si quien provee la seguridad es el Estado y él es el jefe de Estado? El presidente y su sequito enrumbaron a Beijing y a Australia el 9 de noviembre. El día 11 se supo que la captura de Abarca y su esposa fue en Veracruz y que todo lo anterior fue un montaje televisivo, agregándole más gasolina al incendio.

Mientras tanto, el día 10 apareció, en el noticiero de Carmen Aristegui de CNN, un reportaje sobre la casa nueva del matrimonio Peña Nieto que cuesta ochenta y seis millones de pesos (seis millones de dólares). (http://aristeguinoticias.com/0911/mexico/la-casa-blanca-de-enrique-pena-nieto/) Si la intención del escándalo de la casa es distraer la atención, esta vez parece verterle más gasolina al incendio social.

La reacción económica ante la partida del presidente, el montaje de la captura y la aparición de la casa se vio reflejada en el tipo de cambio que saltó, el día 11, a 13.9 pesos por dólar frente a 13.48 de la semana anterior.

Los estudiantes, de su lado, han reaccionado convocando a un paro nacional para el jueves 20 de noviembre y se le están sumando distintas organizaciones de la sociedad civil de todo el país en esa suerte de “que se vayan todos”.

El manejo oficial para romper el movimiento y su imagen ha sido la infiltración de agentes para desvirtuarlos. Dado que quien denuncia es la Secretaría de Gobernación, serían delincuentes contratados por el partido de gobierno. (www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/06/201cinfiltrados201d-quienes-han-causado-destrozos-en-el-df-dice-subsecretario-de-gobierno-de-segob-177.html) Hay un video que muestra, por ejemplo, a una persona mayor que le prendió fuego a una de las puertas del Palacio Nacional que mereció el comentario de Peña Nieto de que “con vándalos no se puede negociar”. (www.youtube.com/watch?v=MKfJSTtt7Iw) El incendiario fue luego protegido por la policía del Palacio Nacional.

La generación que nació en 1996, con la puesta en marcha del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), ha crecido en un país donde no hay empleo y donde “hay una evaporación completa de las creencias”, para citar a Medina Mora. Los estudiantes culpan al gobierno de su desaliento, de tener la tasa de crecimiento más baja del hemisferio americano, únicamente sobre Haití, y de no tener futuro.

México muestra una crisis de gobernabilidad, una crisis moral y una crisis generalizada; y el movimiento estudiantil en alza recuerda a los movimientos que en su momento protagonizaron lo que se llamó “primavera árabe”. Francisco Weffort se preguntaba en 1990 si era posible pensar que los países “mueran” como han muerto civilizaciones completas antes en la historia. (“A América Errada. Notas sobre la democracia y la modernidad en la América latina en crisis”, en Lua Nova, Revista de Cultura e Política, Centro de Estudios de Cultura Contemporánea, Sao Paulo, Setiembre 1990, Nº 21.) La pregunta actual es si México es capaz de renacer y, si lo fuera, ¿qué ejemplo le estaría dando el estudiantado mexicano a los de América Latina?

Como dijeron Richard Morse y Alain Touraine en su momento, cuando el futuro se abre vacío lo que nos queda es el presente continuo. Para los estudiantes ese presente continuo está igualmente vaciado por una democracia que no representa a nada ni a nadie, un proceso económico que no les brinda esperanzas y una tensión identitaria propia del siglo XXI.

La transición presidencial planteada por John Ackerman, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en La Jornada del 10 de noviembre como respuesta a la demanda “que se vayan todos”, deberá tomar en cuenta todo lo anterior para evitar el gatopardismo.

Oscar Ugarteche es coordinador del Observatorio Económico de América Latina (OBELA), Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


Publicado: 21 de noviembre de 2014 - No. 190 - Año 2014

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