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Cambio climático: el optimismo chino

28 de noviembre de 2014 - No. 191 - Año 2014

Roberto Bissio

El 12 de noviembre, Barack Obama y Xi Jiping, presidentes de los dos principales emisores de carbón a la atmósfera, anunciaron en Beijing un acuerdo bilateral para “combatir el cambio climático global, una de las grandes amenazas que enfrenta la humanidad” y cuya “seriedad” obliga a ambas potencias a “trabajar en conjunto constructivamente para el bien común”.

En concreto, Estados Unidos se compromete a reducir sus emisiones para que en 2025 éstas sean entre veintiséis y veintiocho por ciento inferiores a las de 2005, mientras que China acepta que llegará a un máximo de emisiones en 2030 y para esa fecha habrá aumentado las fuentes de energía no basadas en combustibles fósiles a “alrededor” de veinte por ciento del total.

En conjunto, Estados Unidos y China son responsables por casi la mitad de las emisiones globales de dióxido de carbono y, según los expertos, las reducciones anunciadas no son suficientes para lograr el objetivo de limitar el calentamiento global a dos grados centígrados, una meta que ambos gobiernos adoptan como propia en el comunicado conjunto.

Sin embargo, Naomi Klein, celebrada autora del libro Esto cambia todo: el capitalismo contra el clima, opina que el acuerdo entre China y Estados Unidos “es una muy necesaria buena noticia”, ya que “señala que Barack Obama está dispuesto a utilizar su capital político en la lucha por el clima”.

Los legisladores de la oposición, que controla las dos cámaras del Congreso de Estados Unidos, criticaron el acuerdo. Kevin McCarthy, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, sostuvo que “aumentará el costo de vida y reducirá los empleos en Estados Unidos”, mientras que el senador Jim Inhofe, próximo presidente de la Comisión de Ambiente y Obras Públicas, sostuvo que “China está construyendo una planta eléctrica a base de carbón cada diez días” y con este acuerdo solo estaría “ganando tiempo”.

Mientras tanto, en China, el acuerdo fue celebrado por parte de algunos de los más destacados investigadores sobre clima como “un hito en el camino hacia una civilización ecológica”, “un triunfo de lo racional y pragmático” y “una victoria del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas”.

En una carta conjunta “que refleja opiniones personales y no del gobierno”, Zou Ji, Zhang Xiaohua, Fu Sha, Qi Yue, Chen Ji y Gao Hairan, todos ellos académicos del influyente Centro Nacional para la Estrategia para el Cambio Climático y la Cooperación Internacional de China, elogian la “sabiduría” de ambos presidentes al tomar esta iniciativa y analizan sus principales consecuencias.

En primer lugar, observan, en coincidencia con la opinión de Naomi Klein, que una vez que el rumbo de un barco ha sido trazado, “siempre habrá oportunidad de acelerar y llegar antes a destino”. Como la decisión anunciada “no fue técnica sino política y estratégica”, el comunicado conjunto debería “hacer más fácil el consenso de todas las partes” y a partir de allí “permitir a cada uno zarpar más rápido”.

De allí concluyen los expertos chinos que las Conferencias de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que se realizarán en diciembre en Lima (COP 20) y en 2015 en París (COP 21) “reciben un impulso”, ya que “se ha reforzado la confianza mutua y en la capacidad de los mecanismos multilaterales”.

El anuncio conjunto respalda explícitamente el principio de “responsabilidades comunes pero diferenciadas” y sostiene que el proceso debe culminar con un acuerdo negociado que tendrá “fuerza legal bajo la Convención”. Recuérdese que Estados Unidos, hasta ahora, había resistido someterse a los mecanismos de las Naciones Unidas, con su división -basada en las responsabilidades históricas- entre las responsabilidades de países desarrollados y en desarrollo.

Respondiendo a las críticas republicanas, los expertos chinos señalan que el comercio bilateral entre China y Estados Unidos alcanza los 500,000 millones de dólares anuales. El comunicado bilateral abriría “un nuevo espacio de cooperación hacia un desarrollo de bajo carbón” que “impactará sobre los ámbitos de la economía, la energía, la investigación, las inversiones y el comercio”.

China podrá pasar a utilizar sus cuantiosas reservas para adquirir activos en Estados Unidos vinculados a la energía limpia, importar gas natural o incluso petróleo de ese país para sustituir a su carbón altamente contaminante, invertir en tecnologías limpias e incluso ayudar a reconstruir la infraestructura obsoleta estadounidense. “Estas inversiones”, sostienen, “reducirán el desequilibrio comercial bilateral, crearán empleos en Estados Unidos y ayudarán a equilibrar su presupuesto”.

Finalmente, los especialistas chinos alertan que, si bien esta nueva cooperación entre los mayores emisores del mundo desarrollado y en desarrollo tiene un impacto sobre el proceso multilateral, “sería un error” creer que “va a dominar la agenda en vez de complementarla”. Se hace necesario “un nuevo equilibrio entre la necesidad de una mayor contribución de las grandes potencias y la necesidad de una gobernanza global con amplia participación de los países más pequeños”. Para ello se necesitaría un nuevo “marco teórico” e “implementación efectiva” de esta nueva gobernanza global.


Publicado: 28 de noviembre de 2014 - No. 191 - Año 2014

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