La crisis de los refugiados en todo el mundo es de una gravedad difícil de imaginar. La Organización Internacional para las Migraciones y organismos especializados de las Naciones Unidas han dado el alerta: si no se toman medidas urgentes, la situación puede salirse de control.

En Libia hay cerca de 20.000 migrantes bajo custodia -7.000 más que a mediados de setiembre- en «condiciones horribles e inhumanas», según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein.

Los monitores de las Naciones Unidas, que a principios de noviembre entrevistaron en cuatro centros de detención en Trípoli a los migrantes que huyeron de los conflictos y la pobreza extrema de África y Asia, “se sorprendieron por lo que vieron: miles de hombres demacrados y traumatizados, mujeres y niños amontonados unos encima de otros, encerrados en hangares sin acceso a las necesidades más básicas y despojados de su dignidad humana», dijo Zeid.

Las instalaciones carecen de inodoros adecuados y si piden alimentos o medicinas son golpeados con bastones eléctricos, declararon los detenidos.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas dijo que la Unión Europea está ayudando a la Guardia Costera de Libia a interceptar barcos de inmigrantes en el Mediterráneo para evitar que lleguen a países europeos. «No podemos ser testigos silenciosos de la esclavitud moderna, violación y otras formas de violencia sexual y homicidios ilegítimos en  nombre de la gestión de la migración y evitar que gente desesperada y traumatizada llegue a las costas de Europa”, afirmó.

Zeid instó a Libia a terminar con las violaciones de los derechos humanos en los centros de detención y pidió a la comunidad internacional que no haga la vista gorda ante los «horrores inimaginables» que sufren los migrantes.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas condenó los ataques contra las aldeas Rohingya en Myanmar, en lo que consideró como un caso de manual de limpieza étnica, y la Organización Internacional para las Migraciones pidió medidas para ayudar a los refugiados rohingya a mitigar los riesgos de la trata de personas.

La violencia sexual es una de las experiencias más traumáticas de los refugiados. «Mis observaciones apuntan a un patrón de atrocidades generalizadas, que incluyen violación en grupo por parte de varios soldados, desnudez pública forzada y esclavitud sexual en cautiverio militar contra mujeres y niñas rohingyas», dijo la Representante Especial de las Naciones Unidas sobre Violencia Sexual en Conflicto, Pramila Patten.

Pero muchos refugiados también están expuestos a nuevos peligros. La Organización Internacional para las Migraciones informó que la trata de personas y la explotación están ahora muy extendidas entre los refugiados Rohingya. Muchos son reclutados con ofertas falsas de trabajo remunerado, las mujeres y los niños son sometidos a menudo a abusos ​​físicos o sexuales, y muchas adolescentes fueron obligadas a prostituirse.

En Yemen, la situación también es terrible. La crisis humanitaria, que se ha convertido en la más grave del mundo, afecta a 21 millones de personas, dijo William Spindler, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.

Los sistemas de salud, agua y saneamiento han colapsado y si el bloqueo de suministros básicos no se levanta de inmediato, el país se enfrenta a la mayor hambruna que el mundo haya visto en décadas, según Mark Lowcock, coordinador del Socorro de Emergencia de las Naciones Unidas.

Martin Khor es director ejecutivo del Centro del Sur, una organización intergubernamental de países en desarrollo, con sede en Ginebra.

Publicado: 24 de noviembre de 2017 - No. 332 - Año 2017