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La medicina moderna en peligro

22 de diciembre de 2017 - No. 334 - Año 2017

Martin Khor

La alarma sigue sonando. El uso indebido de antibióticos es una de las principales causas por las que resultan cada vez más ineficaces contra enfermedades como la neumonía, la tuberculosis, los trastornos sanguíneos, la gonorrea y las transmitidas por los alimentos.

Dame Sally Davies, directora los servicios médicos de Inglaterra, advirtió que el “apocalipsis de antibióticos” al que se enfrenta el mundo «puede significar el final de la medicina moderna».

El punto de inflexión puede haberse alcanzado cuando algunas cepas de bacterias desarrollaron una resistencia a la colistina, un antibiótico de último recurso. En 2016, investigadores chinos encontraron bacterias E.coli resistentes al medicamento en el 20% de los animales, el 15% de las muestras de carne cruda y el 1% de los pacientes de los hospitales a los que se tomaron muestras.

Si esta resistencia continúa extendiéndose, la colistina será cada vez menos efectiva y eventualmente se perderá el «antibiótico de último recurso».

“Es un escenario aterrador y todo el mundo debería tomar medidas para evitar un mayor abuso de antibióticos», dijo el investigador Chan Kok Gan, de Malasia, uno de los primeros países donde los científicos encontraron bacterias resistentes a la colistina.

La historia de la colistina conlleva otra lección: la resistencia se está extendiendo a través del sector agrícola y la cadena alimentaria. En muchos países, gran parte se utiliza en la alimentación animal, para el engorde y la prevención o el tratamiento de enfermedades. Las bacterias resistentes se acumulan en los animales y están presentes en la carne cruda. A partir de ahí, algunas se transmiten a los humanos cuando la consumen.

La Unión Europea prohibió el uso de antibióticos en la alimentación animal en 2006 y Estados Unidos comenzó a tomar medidas en 2013. En la mayoría de los países en desarrollo se ha hecho muy poco en este tema.

Un estudio patrocinado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyó que las acciones que restringen el uso de antibióticos en animales redujeron las bacterias resistentes hasta en un 39%.

En 2015, la Asamblea Mundial de la Salud adoptó un Plan de Acción global sobre la resistencia a los antimicrobianos y acordó que cada país preparara un plan de acción nacional para 2017. Ahora se necesita una acción urgente y coordinada.

Dado que hay muchas fuentes de resistencia a los antibióticos, el esfuerzo nacional debe incluir no solo a las autoridades sanitarias, sino también a los responsables de la agricultura y el medio ambiente.

Los Ministerios de Salud deben controlar la propagación de infecciones, vigilar la resistencia a los antibióticos, aplicar reglamentos y directrices sobre prescripciones adecuadas y asegurar el cumplimiento del marketing ético de las drogas y su consumo racional. Los Ministerios de Agricultura deben eliminar el uso inadecuado de antibióticos para animales y los de Medio Ambiente evitar que las bacterias resistentes contaminen el suelo, los ríos y los mares.

Los médicos, por su parte, deben cumplir con las pautas sobre el uso adecuado de antibióticos, mientras que las compañías farmacéuticas deben defender el uso prudente de sus antibióticos.

Estas son las acciones más obvias que deben adoptarse de inmediato para frenar la alarmante resistencia a los antibióticos. Si se fracasa, bien podría ser «el fin de la medicina moderna», como ya han advertido los científicos y las autoridades mundiales de la salud.

Martin Khor es director ejecutivo del Centro del Sur, una organización intergubernamental de países en desarrollo, con sede en Ginebra.


Publicado: 22 de diciembre de 2017 - No. 334 - Año 2017

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