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Guerra comercial: ningún país puede ser mero espectador

20 de julio de 2018 - No. 342 - Año 2018

Martin Khor

La guerra comercial iniciada por Donald Trump no apunta solo a China. Estamos ante un juego muy peligroso que podría extenderse a todo el mundo, por lo que ningún país puede permitirse ser un mero espectador.

Estados Unidos ya ha aumentado los aranceles a las exportaciones de la Unión Europea, Canadá, Japón y Corea del Sur. Se trata de acciones unilaterales que van en contra de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y amenazan la supervivencia misma del sistema de comercio global. Si continúan las acciones y reacciones, ya no habrá previsibilidad para las exportaciones de ningún país.

Esta guerra comercial llega, además, en el peor momento, al sumarse a la creciente inestabilidad del sistema financiero mundial, que se encuentra al borde de una nueva crisis. Los capitales se están retirando de las economías en desarrollo, cuyas monedas se están debilitando, aumentando las presiones inflacionarias y volviendo más costoso el servicio de los préstamos externos.

La administración Trump planificó esta guerra comercial que ahora está desencadenando. Comenzó en enero con un arancel del 30% a los paneles solares y del 20% a las lavadoras. Luego vinieron aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio.

Para esto apeló a la Sección 232 de la ley de comercio estadounidense de 1962, que permite imponer restricciones por razones de «seguridad nacional”, aunque está claro que en este caso la iniciativa tuvo motivaciones comerciales.

El 6 de julio, Estados Unidos Impuso aranceles del 25% a productos chinos por un valor de 34 mil millones de dólares. Esta vez invocó la Sección 301 de su ley de comercio, acusando a China de robar propiedad intelectual estadounidense.

China respondió acusándo a Estados Unidos de lanzar la «mayor guerra comercial en la historia económica» e inmediatamente tomó represalias aplicando a aranceles por 34 mil millones de dólares a sus importaciones de ese país.

Los medidas estadounidenses afectarán a las exportaciones chinas de equipos eléctricos, de telecomunicaciones y transporte, motores y maquinaria agrícola. Las chinas afectarán a los productos agrícolas estadounidenses, especialmente la soja, automóviles y productos acuáticos.

Trump estima que Estados Unidos ganará la guerra comercial. Como en 2017 sus importaciones de China ascendieron a 506 mil millones de dólares, frente a 130 mil millones de bienes estadounidenses importados por el país asiático, considera que Beijing pronto se quedará sin capacidad de represalia ya que no tendrá muchas más importaciones a las que imponerles aranceles.

Sin embargo, Beijing aún podría adoptar otras medidas de represalia, como imponer más condiciones para las empresas estadounidenses con sede en China, no darles acceso en varios sectores o no cumplir las obligaciones de la OMC en materia de propiedad intelectual.

Trump también ha amenazado con imponer un arancel del 20% a todos los automóviles europeos, según un informe del 5 de julio, lo que tendría consecuencias nefastas, advirtió la canciller alemana Angela Merkel.

En resumen, el mundo está al borde de una guerra comercial global que tendrá efectos indirectos en las exportaciones y el crecimiento del PIB en los países en desarrollo, así como efectos secundarios en las políticas de los bancos y en los mercados financieros.

Martin Khor es ex director ejecutivo del Centro del Sur y fundador de Third World Network (TWN).


Publicado: 20 de julio de 2018 - No. 342 - Año 2018

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