Los mimos fiscales
Viernes 02 de setiembre de 2011 - 34 Año 2011
Roberto Bissio
Marta Luttgrodt tiene una pequeña barraca adosada a las grandes paredes de Accra Brewery. Cada mediodía, Marta vende almuerzos a los trabajadores, a menudo regados con la cerveza que ellos mismos producen y por la que pagan algo más de un dólar por botella.
A partir de la crisis financiera global, el gobierno de Ghana ha redoblado esfuerzos en los últimos tiempos para formalizar las pequeñas y miniempresas como las de la señora Luttgrodt y ella paga ahora unos veinte dólares anuales al municipio y cinco dólares mensuales al fisco nacional de este país africano. Una historia sencilla que jamás hubiera llegado a la prensa mundial si no fuera por el escándalo expuesto por la ONG internacional ActionAid: los impuestos que paga Marta son mayores que los que paga la empresa cervecera que emplea a sus clientes, la segunda mayor del país, subsidiaria de la trasnacional SABMiller. En realidad, cualquier vendedor ambulante paga más que la cervecera, pues en los últimos dos años la empresa no ha aportado absolutamente nada al fisco de Ghana, a pesar de su obvia prosperidad.
SABMiller “deja de pagar” por lo menos quince millones de dólares al año de impuestos de sus actividades en África e India, con los cuales un cuarto de millón de niños podrían haber ido a la escuela, concluyó ActionAid.
El estudio analiza en detalle cómo se esquivan las obligaciones fiscales: Así, por ejemplo, mientras que en Europa y Estados Unidos SABMiller utiliza la marca Grolsch, en Africa su cerveza es conocida con el nombre local Sikuku. Pero la trasnacional registró Sikuku como marca en Holanda. La filial africana de Miller paga grandes royalties a la Miller holandesa por la utilización de Sikuku y se beneficia con la exoneración impositiva para las ganancias derivadas de la propiedad intelectual que existe en ese país europeo. La filial africana paga también “servicios gerenciales” que le brinda la filial de Suiza, donde la venta de este tipo de servicios no paga impuestos. La maquinaria, en cambio, no viene de Europa sino de la Isla Mauricio, un paraíso fiscal en el Océano Indico.
Es imposible para los inspectores fiscales de Ghana determinar el valor real de los insumos importados o de los servicios gerenciales recibidos, pero esto no evita que se pregunten por qué no da ganancias una empresa que cada vez vende más.
En momentos en que en todo el mundo el combate a los déficit fiscales se ha vuelto una obsesión, es difícil para los gobiernos convencer a los pequeños contribuyentes de colaborar cuando los grandes obviamente no lo hacen.
El multimillonario Warren Buffet, segundo en la lista de las personas más ricas de Estados Unidos después de Bill Gates, con una fortuna de 52,000 millones de dólares, según la revista Forbes, publicó el 14 de agosto un artículo en el New York Times pidiendo que el gobierno “deje de mimar a los supe ricos”. Buffet alega haber pagado 6,938,744 dólares de impuestos en 2010, una suma considerable. Pero “en realidad esto fue apenas 17.4 por ciento de mis ingresos, un porcentaje menor que lo que paga cualquiera de los veinte trabajadores en mi oficina”, quienes aportaron entre treinta y tres y cuarenta y uno por ciento de sus ingresos.
Mientras Marta explica que no puede dejar de pagar sus impuestos porque si no muestra los timbres correspondientes “me cierran la barraca con un candado”, Warren sostiene que “es hora de ser serios al hablar de sacrificio compartido”.
El senador Carl Levin, de Michigan, ha aceptado este desafío y ya ha presentado un proyecto de ley que obligaría, entre otras cosas, a todas las empresas que cotizan en bolsa a hacer una declaración país por país de su volumen de ventas, número de empleados e impuestos pagados. Si este tipo de informe existiera, las autoridades fiscales de un país podrían saber si la filial local de una transnacional está ocultando sus ganancias reales haciéndolas figurar como pagos por servicios inexistentes a filiales de la misma empresa que ni siquiera tienen empleados.
A fines de julio el parlamento holandés ya pasó una resolución reclamando del gobierno que impulse este tipo de informes país por país como norma internacional. La moción, impulsada por os socialistas y los verdes, logró el apoyo de los demócrata cristianos en el gobierno y hasta del ultraderechista PVV.
Para empresas que dependen de la confianza del público que compra sus productos e identifica sus marcas, la simple publicación de estos informes puede ser una motivación suficiente para abandonar algunas prácticas manifiestamente inmorales. Pero usar ciertos subterfugios para no pagar impuestos es perfectamente legal en casi todo el mundo. Para no ser acusado de difamación, el propio estudio sobre Miller evita cuidadosamente el término “evasión fiscal” -que sí es un delito- y aclara en un cuadro final que no tiene evidencias de ninguna conducta ilegal por parte de la trasnacional.
Cómo reducir estas áreas grises de la “elusión fiscal” por parte de los poderosos es el gran desafío para los políticos en países ricos y pobres en estos años de ajuste de cinturón.
Publicado: Viernes 02 de setiembre de 2011 -
34 Año 2011
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