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Cuenta regresiva en Israel

Viernes 5 de octubre de 2012 - 86 Año 2012

Héctor Béjar

Israel sigue controlando con mano dura los territorios ilegalmente ocupados en Jerusalén y Cisjordania mientras prepara su guerra con Irán sin permiso oficial de Estados Unidos pero con la simpatía de los halcones norteamericanos, que quieren arrinconar a Barak Obama acusándolo de antijudío.

Los países de la región están de regreso de la “primavera árabe” (en realidad el otoño que precede al congelante invierno antidemocrático y antilaico que ahora se vive bajo nuevos gobiernos fundamentalistas).

Hace tiempo que Estados Unidos está deslegitimado como mediador. La negociación entre Israel y Palestina es una tela desteñida, un periódico de ayer que no ha servido para nada.

Los ojos de los dirigentes políticos palestinos siguen puestos en unas Naciones Unidas ya deslegitimadas y desfallecientes ante los belicistas y los crímenes cometidos por ellos contra los árabes en el Medio Oriente.

Con un Obama preso de los extremistas y en tensión electoral, Israel aparece como el estado número 52 de Estados Unidos y los pronunciamientos del presidente norteamericano son cada vez más sionistas a medida que se acercan las elecciones de noviembre.

Un Obama irreconocible si se recuerda su discurso de El Cairo hace un par de años, cuando dijo: “Estados Unidos no reconoce como legítimas las colonias israelíes. Ha llegado el momento de detenerlas”. O lo que él mismo dijo en mayo de este año: “La frontera entre Israel y Palestina debe trazarse sobre la base de las líneas de 1967 con [algunos] canjes de territorio”. O en El Cairo en 2009: “No es posible negar que el pueblo palestino sufre desde hace más de sesenta años el dolor del desarraigo y sufre las humillaciones diarias de la ocupación. La situación es insostenible”. Palabras, palabras, palabras…

Sin embargo, los halcones piden más para arrinconar a Obama y “carterizarlo”, es decir convertirlo en un personaje similar al presidente Carter, que perdió la reelección por su inoperancia en el Medio Oriente.

El lobby judío sigue marcando, por presión, el libreto de Obama y Hillary Clinton.

Las elecciones norteamericanas se realizarán a los treinta años del 29 de noviembre de 1947, cuando las Naciones Unidas decidieron partir Palestina en dos Estados, uno judío, el Estado de Israel creado en 1948, y otro árabe-palestino, a cuya creación se opone Israel. En esa fecha las grandes potencias decidieron resolver la llamada cuestión judía, un problema originado en Europa y sin ninguna relación con el Medio Oriente, a costa del pueblo palestino que no fue consultado sobre su futuro. Siempre antisemita, la derecha europea se las ingenió para deshacerse de los judíos a costa de los palestinos.

Para los palestinos, el proceso de paz debe significar el fin de la ocupación israelí. Para Israel, significa el sometimiento de los palestinos a su dictado político, que pretende continuar su expansionismo ilegal.

El Estado israelí fue reconocido en 1948 por las Naciones Unidas con la condición de aceptar el derecho del pueblo palestino a tener su propio Estado. Desde entonces, no sólo ha ignorado ese derecho, sino que ha ocupado por la fuerza el territorio palestino.

La ocupación central de los israelíes en estos momentos es Irán. Obama no quiere nada que haga subir el petróleo y le haga movilizar tropas, gastando los millones que no tiene.

Los planes israelíes de atacar Irán sin permiso de Estados Unidos continúan; y han sido reforzados por la tolerancia de los saudís, cuyo espacio aéreo utilizarían para llegar a Irán y por la cooperación del shiíta pero corrupto Azerbaiyán (vecino de Irán, al norte) cuyas bases aéreas serían puestas al servicio de Israel. Esto permitiría a los bombarderos israelíes realizar varias oleadas de ataques sobre los sitios nucleares iraníes.

No es fácil volar los dos mil doscientos kilómetros que separan ambos países. Los aviones israelíes podrían atacar sólo una vez y deberían regresar para recargar combustible. Que los bombarderos lleven más combustible  significa que deberían portar menos bombas. Contar con bases aéreas al sur de Azerbaiyán es la solución ideal. Y el reloj sigue corriendo.

La esperanza de los pacifistas es que el balance-costo beneficio, hecho por las fuerzas racionales que aún quedan, trabe la loca aventura.


Publicado: Viernes 5 de octubre de 2012 - 86 Año 2012

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